“Tenía las manos de colores”: qué es el síndrome de Raynaud, una patología que se intensifica en invierno
Romina Sejas tiene 29 años y recuerda que ya en la escuela primaria sus manos se volvían blancas, rojas y luego azules cuando hacía mucho frío. Nunca le había dado demasiada importancia a la situación porque a sus padres les pasaba lo mismo y estaban acostumbrados a verse las manos así. Pero de grande, trabajando como empleada en un comercio donde debía lavar tazas, se dio cuenta de que si no calentaba el agua, sus manos se hinchaban, sentía hormigueos y se le caían los utensilios. Entonces decidió ir al médico, quien le confirmó que tiene síndrome de Raynaud.
“El síndrome de Raynaud es un cambio de coloración de los dedos de las manos que aparece como una respuesta exagerada a las bajas temperaturas y, a veces, a un estrés emocional. La piel primero se pone pálida, blanca; después, azul; finalmente, roja, y se hincha. Se produce por un espasmo de las arterias que hace que circule poca sangre y al haber una baja nutrición de oxígeno empiezan a suceder estos cambios de coloración. Lo más habitual es que suceda en las manos y los pies, pero también puede ocurrir en la lengua, las orejas y la punta de la nariz”, detalló Cristina Pascuto, dermatóloga y expresidenta de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).
Pascuto explicó que, al igual que en el caso de Sejas, el síndrome afecta mayormente a mujeres en edad media de la vida y siempre hay un componente genético asociado como factor predisponente, aunque también intervienen factores medioambientales como el frío, razón por la cual el invierno y sus bajas temperaturas son muy temidos por quienes sufren esta condición.
“Hay dos tipos de Raynaud: el primario representa el 70% de los casos y no está asociado a nada. En el secundario, que es el 30% restante, el síndrome está asociado a otras patologías; por ejemplo, las enfermedades del colágeno, como lupus o esclerosis sistémica, algunas enfermedades arteriales oclusivas y también veces a ciertas drogas, como los betabloqueantes. El diagnóstico es clínico y también se puede hacer una capilaroscopía, un estudio con una especie de lupa muy potente mediante el que se observan los vasos alrededor de las uñas, lo que nos permite orientarnos sobre qué patología asociada puede haber”, describió Pascuto.
Por su parte, Paula Luna, dermatóloga del Hospital Alemán, opinó: “Si bien los cambios de coloración son transitorios –cada ataque dura entre 10 y 15 minutos–, puede ser molesto porque causa dolor, hinchazón y hormigueo. El síndrome de Raynaud por sí solo no es peligroso, pero debería alertar sobre la posibilidad de que la persona que lo padece tenga además alguna de las enfermedades asociadas”.
Respecto de los tratamientos disponibles, Luna dijo que para el Raynaud primario no existen opciones curativas definitivas, pero sí medidas orientadas a disminuir la frecuencia de aparición, minimizar los síntomas y molestias. Y, cuando se trata de un Raynaud secundario, el tratamiento dependerá de la enfermedad subyacente.
En cambio, Pascuto opinó que es peligroso en tanto con el correr del tiempo y en casos severos puede llegar a haber necrosis e incluso la pérdida algún dedo. “Para prevenir eso, se recomiendan medidas generales como abrigarse bien; utilizar calzado adecuado, medias y guantes; evitar meter las manos en el freezer y dejar el tabaco, porque acelera el vasoespasmo. También hay algunas drogas, vasodilatadores, que pueden minimizar el síndrome”, sostuvo.
Generalmente, la gente que tiene Raynaud lo tiene para toda la vida –explicó Pascuto– y aunque la tasa de prevalencia argentina no está determinada, se calcula que entre el 3% y el 22% de la población mundial lo padece.
En el caso de Sejas, entre la medicación vasodilatadora que le dio la médica y una mudanza a un lugar más cálido, hoy está mucho mejor, pero recuerda que en las peores épocas no solo tenía “las manos de colores”, sino que además se le hacían llagas.
“Ahora hace dos inviernos que me mudé de Mendoza a la Capital y eso me ayudó mucho con el síndrome. Aunque a veces tengo las manos heladas, ya no se me lastiman”, afirmó.
Viral
El año pasado, el caso de una mujer irlandesa llamada Monica se volvió viral después de que su hija Julie O’Mahony publicara una foto de sus manos en Twitter.
“Mi madre sufre de una condición conocida como síndrome de Raynaud y la ha tenido durante unos 20 años. Hace que los vasos sanguíneos de sus dedos se estrechen, por lo que la sangre no puede llegar a la superficie de la piel, lo que hace que se pongan completamente blancos y adormecidos. Esto suele pasarle en invierno o cuando hay una bajada repentina de temperatura. A veces los guantes ayudan, pero si el clima está por debajo de los 3 grados, no sirve de nada la protección”, escribió la joven.
Además, O’Mahony relató que su madre describe la sensación como “horrendas punzadas de alfileres y agujas”, que le generan mucho dolor y en el mejor de los casos puede ser solo incómodo. El dolor, contó, puede durar algunas horas hasta que desaparece.