Lula da Silva, de aliado complaciente de Maduro a los temores tras el desenlace electoral en Venezuela
BRASILIA.- De un tono condescendiente y optimista a manifestar nerviosismo y “susto”. El gobierno del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, acompaña con preocupación el desenlace de las elecciones venezolanas, en las que Nicolás Maduro buscará su tercer mandato, desafiado por el opositor Edmundo González Urrutia, favorito en las encuestas.
Brasilia sigue con aprensión la posibilidad de que haya irregularidades durante la votación o que el candidato derrotado no reconozca el resultado, con consecuencias impredecibles.
La inquietud del mandatario brasileño, histórico aliado del régimen chavista, quedó explícita a principios de esta semana. Lula reconoció estar “asustado” por los dichos del presidente de Venezuela en los que aseguró que podría haber un “baño de sangre” en caso de que la oposición venza.
La declaración del presidente de Brasil, durante una conferencia de prensa con agencias de noticias extranjeras, marcó una distancia inédita con su par venezolano, con quien mantiene una relación de décadas.
Maduro no se contuvo. “El que se asustó, que se tome una manzanilla”, retrucó el tras los dichos de Lula, sin mencionarlo. Además, atacó al sistema electoral brasileño, para lo que irónicamente tomó prestado el discurso de Jair Bolsonaro, adversario político del presidente de Brasil.
“En Brasil no auditan ningún boletín de urna”, disparó sin pruebas, repitiendo la acusación del expresidente ultraderechista durante los comicios presidenciales de 2022, argumento que estimuló la invasión a las sedes de los tres poderes en Brasilia en enero del año pasado.
El Tribunal Superior Electoral brasileño (TSE), que preveía participar como observador en Venezuela, desistió horas más tarde de enviar técnicos oficiales para monitorear el proceso electoral.
“Debido a las falsas declaraciones contra las urnas electrónicas brasileñas, que al contrario de lo dicho por autoridades venezolanas son auditables y seguras, el tribunal no enviará técnicos para acompañar el pleito de ese país”, rezó el comunicado del TSE, firmado por su presidenta, la jueza Carmen Lucia.
Pese a la baja del tribunal electoral, Lula tendrá sus ojos en el terreno a través del asesor en Asuntos Internacionales, Celso Amorim, quien llegó a Caracas el viernes.
Amorim, excanciller de Lula durante sus dos primeros mandatos (2003-2010) y para muchos el canciller de facto en este tercer período, viajó sin previsión de encontrarse con los candidatos, para mantener reuniones con integrantes de ambas campañas y miembros de la comunidad internacional.
“Vamos a intentar aprovechar la amistad (con Maduro y el chavismo) para garantizar en la medida de lo posible, sin interferir en los resultados, que el proceso sea justo”, confió a LA NACION un estrecho colaborador de Amorim sobre el objetivo del viaje.
El viernes Amorim se reunió con Iván Gil, canciller de Maduro. Fuentes cercanas al secretario de asuntos internacionales de la presidencia de Brasil dijeron que son permanentes las conversaciones con diplomáticos de Colombia, México, Noruega y Estados Unidos sobre el desenlace de las elecciones venezolanas.
Lo que preocupa en Brasilia es la posibilidad de que eventuales sobresaltos de la contienda puedan derivar en episodios de violencia los días posteriores.
El gobierno brasileño reforzó la presencia en su frontera con Venezuela, y el director de la Policía Federal, Andrei Rodrigues, dijo al periódico Estado de S. Paulo que existe una planificación para actuar allí si es necesario, con la hipótesis de un eventual aumento del flujo migratorio.
A esta versión de Lula, asustado y que pidió a Maduro que respete los resultados del domingo, le antecedió otra que provocó críticas tanto dentro como fuera de Brasil.
“El endurecimiento de Lula llegó debido a la posibilidad de una guerra civil barajada por Maduro si es derrotado. O tomaba posición mostrando susto o su silencio sería cómplice y daría armas para sus enemigos internos”, dijo a LA NACION Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas en San Pablo.
Intereses compartidos
Bajo el gobierno de Lula, quien asumió su tercer ciclo como presidente en enero de 2023, Itamaraty trabajó para reconstruir lazos con Maduro y normalizar las relaciones bilaterales con Venezuela, interrumpidas durante el gobierno de Bolsonaro. El principal argumento fue que existía interés de empresas brasileñas con deudas millonarias con el régimen chavista.
El presidente de Brasil dio apoyo diplomático y político a Maduro, recibido con honras en Brasilia en mayo de 2023 para el relanzamiento de la Unasur. En junio del año pasado, en una de sus declaraciones más controvertidas, Lula llegó a calificar el concepto de democracia como “algo relativo”, al ser cuestionado sobre la defensa del régimen chavista por parte de la izquierda.
Brasil apoyó también la implementación del acuerdo de Barbados, mediado por Noruega y firmado en octubre de 2023 entre el gobierno venezolano y la oposición, por el que Maduro se comprometió a defender elecciones libres y transparentes a cambio del levantamiento de sanciones comerciales.
Pero las repetidas muestras de incumplimiento del acuerdo, con la prohibición en la inscripción a candidatos opositores y las dificultades para que venezolanos en el exterior voten, llevó a un distanciamiento de Lula este año.
La diplomacia brasileña también se había visto cercada por Venezuela a finales del año pasado, cuando Maduro amenazó movilizar tropas y anexar la región del Esequibo, en disputa con Guyana, país que también tiene frontera con Brasil. La diplomacia brasileña llamó a buscar una solución pacífica, aunque evitando condenar de forma taxativa la agresión chavista.
Más cerca en el tiempo, en marzo, Lula dijo que la líder opositora venezolana María Corina Machado, impedida de participar en la elección, debía dejar de “llorar” y ocuparse de buscar otro candidato para competir.
Según el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Brasilia Roberto Goulart, en la víspera del desenlace electoral el conflicto abierto en Venezuela después del domingo es la hipótesis más temida por Brasil.
“El gobierno brasileño no tiene hoy tantos vínculos con el gobierno de Maduro como en la época de Hugo Chávez, cuando la agenda regional giraba en torno a la integración energética, entre otros puntos. Si hay indicios de una derrota para el oficialismo, Brasil no saldrá en defensa y Maduro quedará bajo serios problemas y completamente aislado”, consideró Goulart.