Los latinos en Alabama viven con miedo tras una ola de robos violentos

Nelson Narváez Estrada, propietario de la heladería La Moraleja en Montgomery, Alabama, dijo que su tienda había sido objeto de hombres armados tres veces este año. (Devin Lunsford/The New York Times)
Nelson Narváez Estrada, propietario de la heladería La Moraleja en Montgomery, Alabama, dijo que su tienda había sido objeto de hombres armados tres veces este año. (Devin Lunsford/The New York Times)

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La tarde del 4 de junio, Billy Daniel López García estaba haciendo planes para el futuro. Llevó a su novia a una joyería y la sorprendió con un anillo de promesa de plata, y se comprometió a pedirle matrimonio después de que ella cumpliera 20 años.

Antes de ir a celebrarlo, la pareja fue a ver al padre de López García a Tienda Los Hermanos, un establecimiento de la familia, donde venden productos de su Guatemala natal.

Habían estado muy preocupados por una serie de robos violentos en otros negocios latinos cercanos en Montgomery, Alabama. Un empleado de un restaurante había sido herido con una bala en la cadera mientras sacaba la basura; un hombre armado había aterrorizado a los clientes de una heladería mexicana.

Unos minutos antes de la hora de cerrar, dos hombres armados entraron a Tienda Los Hermanos, abrieron fuego y mataron a López García, a su padre y a un amigo de la familia.

“Estados Unidos es muy peligroso”, dijo Michelle Nambo Beltrán, novia de López García. “El sueño de Danny era estar aquí”, continuó. “Realmente le costó la vida”.

Dos empleados y un cliente murieron en Tienda Los Hermanos. (Devin Lunsford/The New York Times)
Dos empleados y un cliente murieron en Tienda Los Hermanos. (Devin Lunsford/The New York Times)

El tiroteo —el estallido de violencia armada más letal ocurrido en la ciudad en lo que va del año— conmocionó a muchos en Montgomery. Sin embargo, en entrevistas, residentes latinos, activistas y propietarios de negocios afirmaron que llevaban meses alertando de la situación, y describieron los asesinatos de Tienda Los Hermanos como la culminación predecible de un patrón desenfrenado de robos y hurtos.

“Todos tenemos miedo”, dijo María Morales, quien, junto con su marido, es propietaria de la heladería mexicana La Moraleja, que ha sido asaltada tres veces desde que la abrieron el año pasado. La primera vez fue en abril, cuando los ladrones apuntaron con sus armas a dos de sus hijas adolescentes.

Los robos han aumentado este año en todo Montgomery, con datos de la ciudad que muestran que en el primer semestre de este año hubo casi 300 robos, en comparación con alrededor de 403 en todo 2023. Si la tendencia continúa, la ciudad podría tener un 50 por ciento más de robos este año que en 2023.

Aunque la ciudad asegura que no registra los delitos de acuerdo con la raza o etnia de las víctimas, los funcionarios han reconocido que los negocios latinos en particular han sido objeto de ataques, en parte porque suelen manejar principalmente dinero en efectivo.

“Los vemos, los oímos y no vamos a tolerar esto”, dijo el alcalde Steven Reed en una rueda de prensa realizada un día después del tiroteo.

El patrón de robos que asedian a los latinos también se ha visto en otros lugares. En 2023, un hombre se declaró culpable por su participación en una oleada de robos que tuvo como objetivo negocios propiedad de latinos en el norte de Filadelfia, y vendedores ambulantes latinos en Chicago fueron víctimas de robos a mano armada. Durante años, la policía de Durham, Carolina del Norte, también ha lidiado con robos dirigidos a latinos.

En Montgomery, los residentes afirman que la situación se agrava por los tiempos de respuesta de la policía, que superan la hora, la falta de agentes que hablen español y la preocupación de algunos inmigrantes indocumentados por la posibilidad de ser deportados si se ponen en contacto con las autoridades.

En años recientes, Montgomery —capital de Alabama y hogar de unos 200.000 residentes— ha tenido problemas para contratar agentes de policía, al igual que muchas otras ciudades, en medio del creciente escrutinio sobre la actuación policial tras el asesinato de George Floyd. (Birmingham, Alabama, está creando una patrulla ciudadana para ayudar a su departamento de policía, que no cuenta con suficiente personal).

El alcalde Reed ha reconocido que la ciudad necesita más policías y ha señalado que el aumento del 15 por ciento para los agentes de primera línea que se aplicará pronto es señal de que la ciudad está trabajando para solucionar la situación.

Muchos de los robos siguen sin ser resueltos, aunque se ha acusado a un sospechoso de los asesinatos de López García, su padre Ramiro Romero López Temaj y George Elijah Jr., amigo de la familia y quien le había vendido el anillo a López García. La policía sigue buscando a otro sospechoso, y la recompensa por información que conduzca a la detención ha aumentado varias veces, alcanzando los 40.000 dólares.

Alrededor de 10.000 latinos viven en Montgomery y sus alrededores; es una comunidad en crecimiento que incluye recién llegados de México y Centroamérica, así como un flujo anterior de personas que se trasladaron desde estados como California tras la crisis financiera de 2008. Ellos se han visto atraídos por el bajo costo de vida de Alabama y las oportunidades de trabajo en la construcción, la fabricación de automóviles, la industria hotelera y el turismo.

En su mayoría, los negocios que los atienden se agrupan a lo largo de una concurrida autopista, a unos 13 kilómetros del Capitolio del Estado y cerca de varias comunidades de casas rodantes donde viven inmigrantes.

Funcionarios y residentes dijeron que parecía que los delincuentes tenían a estos negocios en la mira porque muchos de sus clientes, algunos de los cuales son indocumentados, solo manejan efectivo.

Ellos saben que “los latinos no se pueden defender”, explicó José Vázquez, cuyo padrastro recibió un disparo en la cadera en mayo en su restaurante familiar, Típico de México.

En Montgomery, los residentes dijeron que los habían asaltado en sus casas, en la calle e incluso en el estacionamiento de la iglesia católica Our Lady Queen of Mercy. Varios activistas afirmaron que lo más probable es que estos delitos no se denunciaran porque episodios anteriores en los que la policía había cuestionado el estatus migratorio de alguna persona habían sembrado una profunda desconfianza en la comunidad latina.

La policía ha intentado apaciguar algunas de estas preocupaciones, y John W. Hall, el jefe en funciones, señaló en un comunicado que la “única preocupación del departamento es ayudar a las víctimas de delitos”.

“Queremos generar confianza y asegurarles que pueden dirigirse a nosotros, no solo para denunciar un delito, sino también para colaborar con nosotros en su resolución, sin temor a que verifiquemos su situación”, dijo.

Vázquez, de Típico de México, también reconoció que si se hubieran denunciado todos los robos la ayuda podría haber llegado antes. “Nosotros también tenemos culpa”, dijo.

Sin embargo, algunos de los residentes que han denunciado robos aseguraron haberse sentido ignorados por los agentes porque no hablaban inglés, mientras que otros afirmaron que la policía tardaba hasta una hora en responder.

En los últimos meses, José Luis Cano fue víctima de varios robos que no denunció a la policía. Dijo que alguien entró en su casa, y recientemente presenció cómo un ladrón se llevaba el equipo de música de su coche.

“Aquí vivimos con miedo”, dijo.

Recientemente, varios de los negocios que bordean la autopista se veían prácticamente desiertos. Los propietarios calculan que tienen al menos un 20 por ciento menos de clientes desde las muertes ocurridas en Tienda Los Hermanos.

Ahora mantienen sus puertas cerradas todo el día, solo dejan entrar a los clientes que reconocen y están atentos a cualquiera que merodee por sus tiendas. Algunos han contratado seguridad o llevan pistolas, y animan a sus clientes habituales a hacer lo mismo.

Mercedes Adiles, pasante en un campamento de verano cristiano, solía llevar a sus cinco hijos a comer helados en La Moraleja. Ahora, “pensamos no venir mucho”, dijo. “Uno puede estar allí en el momento equivocado”.

Algunos propietarios de negocios dijeron que el personal dudaba en regresar. Keon Thomas, empleado de La Moraleja, quiso cerrar la heladería después de que él y un cliente fueran asaltados el Día de los Caídos.

“Tenía miedo”, dijo. “No quería entrar para nada”.

Últimamente, el único negocio que había tenido gente era Tienda Los Hermanos. Un flujo constante de personas ha acudido a dar el pésame o a dar una donación para las familias de las víctimas, lo que generó un sentido de comunidad bien recibido después de la tragedia.

Sin embargo, el 1 de julio ese espíritu sufrió otro golpe cuando ladrones entraron dos veces en la tienda y robaron una caja fuerte.


Christina Morales
es una reportera que cubre noticias sobre alimentación y cultura. Más de Christina Morales

c. 2024 The New York Times Company