La Selección Mexicana Femenil: un brillante y emocionante futbol que tiene ilusionado a todo un país

Selección Mexicana: Jacqueline Ovalle celebrando Mayra Pelayo-Bernal después de marcarle su tercer gol a Paraguay en la Copa Oro femenil. (Carmen Mandato/Getty Images)
Selección Mexicana: Jacqueline Ovalle celebrando Mayra Pelayo-Bernal después de marcarle su tercer gol a Paraguay en la Copa Oro femenil. (Carmen Mandato/Getty Images)

La Selección Mexicana brilla y emociona. Cada jugada es un recordatorio de por qué el futbol despierta tantas pasiones en el mundo entero. México, cuando se habla de este deporte, suele vivir de sueños: lo que hubiera podido pasar, lo que podría pasar en el futuro. La gloria se posterga para un tiempo indefinido porque faltan argumentos para creer en el presente. Este equipo es diferente. Juega a un nivel colectivo e individual que las ha convertido en candidatas al título de la Copa Oro Femenil. Pero, suceda lo que suceda, este equipo ya es histórico.

Su futbol hace que todo un país se reúna con una certeza: las jugadoras dejarán todo dentro del campo. No habrá balones que se den por perdidos ni se escatimará recurso alguno de talento. El futbol no tiene por qué aplazar su esencia: debe disfrutarse en el presente. Y estas jugadoras lo explican a través de sus pases precisos, su inteligencia para crear jugadas de escándalo y la decisión que tienen para ejecutar lo que dibujan en sus mentes.

Por eso Mayra Pelayo y Lizbeth Ovalle, las dos anotadoras en el partido contra Estados Unidos, son capaces de ingeniar una jugada lúcida y eficaz para abrir el marcador contra Paraguay, como lo hicieron ayer, y ratificar así que México es más que una sorpresa, más que un sólo partido. Porque, desde luego, ganarle a la primera potencial mundial tiene un valor único, pero eso sólo puede servir como punto de partida, como brújala para encaminarse hacia el sendero competitivo que el futbol femenil se ha ganado en este país a punta de golazos, luchas sistemáticas contra la subvaloración, y un entusiasmo contagioso que excede los límites de los 90 minutos del partido.

Es un equipo que entiende la calidad individual que posee, sí, pero que sobre todo sustenta su juego en el sentido colectivo: hacer todo por la compañera de al lado porque ella hará lo mismo, porque de eso se trata el futbol, el deporte en conjunto que mejor premia la unión. Por eso Karen Luna es capaz de marcar un golazo para poner el 2-0 y afianzar el triunfo. Y cuando rival, Paraguay, quiere reaccionar, ahí está Esthefanny Barreras para atajar el disparo de manera heroica, con todo y un contrarremate para darle mayor dramatismo a la acción. Es que todo les sale bien.

Este equipo tiene aura único, aura de campeonato: ese carácter incontenible para buscar los partidos y reponerse incluso cuando las cosas no salen de acuerdo con lo planeado. Ni cinco minutos pasaron entre el descuento paraguayo y el 3-1 de Ovalle, una maga inspirada que no tiene límites cuando se trata de buscar el arco rival. Su mera presencia ya índica peligro para las rivales, que hasta el momento no han encontrado la fórmula para detenerla. Que La Albirroja no quiso irse con las manos vacías y luchó hasta el final con el 2-3, sí, y eso también suma mérito a la victoria mexicana: ganarle a rivales que no se rinden y tener la fortaleza para contenerles.

Y ya está a la vista la siguiente fecha histórica: el miércoles 6 de marzo a las 18:00 horas (centro de México) contra Brasil, semifinales. Una prueba de fuego para llegar a la final, contra otra selección que históricamente ha marcado la pauta del futbol femenil. México ya está entre los cuatro mejores equipos del torneo y el triunfo sobre Estados Unidos ya dio un toque histórico a esta edición. Nadie va a borrar eso ni la emoción compartida con millones que han reencontrado la pasión por el futbol gracias a ellas. Pero el objetivo está ahí y ya nadie puede decir que es imposible.

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