Islas Feroe tendrá un equipo en una copa europea: el Klaksvik consiguió un histórico cupo para fase de grupos de Europa League o Conference League

La imponente vista del estadio de Klaksvik
La imponente vista del estadio de Klaksvik

La denominación oficial ya obliga a tomar aire: se llama Klaksvikar Ítróttarfelag, aunque la traducción, Klaksvik Sport Club, resulte más sencilla; y en su tierra, por fortuna, reducen el nombre a un simple KÍ. Su ubicación en el mundo tampoco es fácil de explicar. Klaksvik, la ciudad donde se asienta este club impronunciable, se encuentra en el semidesconocido archipiélago de las Feroe, 18 islas que hay que buscar con lupa entre las bravas olas del Atlántico Norte. Trozos de piedra y tierra que dibujan su perfil montañoso en un punto más o menos equidistante entre Islandia, Noruega y el norte de Escocia, y en las que viven alrededor de 50.000 almas.

Feroe ni siquiera es un país. No integra las Naciones Unidas ni la Unión Europea. Una porque no se trata de una nación independiente; la otra por decisión propia. El archipiélago es un territorio autónomo dentro de Dinamarca, pero manejar sus cuestiones económicas se encuentra entre sus atribuciones, y aunque sus jefes daneses sí pertenecen a la alianza continental, los feroeses determinaron que les venía mejor mantenerse al margen.

En cambio, en 1988 estos orgullosos descendientes de los celtas sí que solicitaron su ingreso en la UEFA. El fútbol, que también es capaz de levantar pasiones entre los fiordos y acantilados de un lugar tan remoto, comenzó a sacar a las islas del anonimato, y este año lo hará con Klaksvik, porque el KÍ se convertirá en el primer equipo de Feroe en participar en la fase de grupos de una competición europea todavía por decidir. Puede ser la Europa League, si en las próximas semanas supera la última eliminatoria frente al Sheriff Tiraspol de Moldavia, el conjunto que hace dos años sorprendió al mundo venciendo al Real Madrid en el mismísimo Santiago Bernabéu. Será la Conference League si no lo consiguen.

Árni Frederiksberg, una de las figuras del Klaksvik
Árni Frederiksberg, una de las figuras del Klaksvik - Créditos: @@klaksvikaritrottarfelag

“Esto es enorme para nosotros, un sueño que nadie pensó que fuera posible”, decía un emocionado Magne Hoseth, el noruego que a sus 42 años y sin grandes experiencias anteriores asumió la dirección técnica del campeón feroés en enero pasado. Lo logrado por el KÍ, en efecto, debe ser considerado una hazaña. Apenas existen 16 clubes en las islas, de los cuales 10 disputan la Liga de primera división, los jugadores locales son semiprofesionales (es decir, tienen otro trabajo), y sólo los extranjeros, menos de un tercio del plantel, se dedican exclusivamente al fútbol.

Klaksvik ni siquiera es la capital de Feroe. Ese honor recae en Tórshavn, la ciudad más poblada con 18.000 habitantes y situada en la isla de Streymoy. El hogar del KÍ, en cambio, está casi en la otra punta del territorio, en un valle abierto entre dos fiordos en la isla de Bordoy. Allí, unos 5.000 habitantes forman el vecindario, y la mitad cabe en el Við Djúpumýrar Stadium, ahora rebautizado como Injector Arena, a partir de la esponsorización y la remodelación efectuada para que la UEFA autorice su utilización en partidos internacionales.

La bulliciosa hinchada de Klaksvik
La bulliciosa hinchada de Klaksvik - Créditos: @@KI_Klaksvik

Las crónicas afirman que la noche en la que el plantel regresó de Budapest tras vencer 3-0 al Ferencváros, una leyenda del fútbol europeo, ni una de esas 5.000 personas se quedó en su casa. Su equipo, campeón invicto de Feroe en 2022 con 77 puntos sobre 81 posibles, empezaba a escribir una historia que nadie olvidará. Por primera vez había ganado un partido como visitante en una copa europea y había valido para superar la primera ronda de clasificación de la Champions League. Hubo fuegos artificiales y bengalas que iluminaron el cielo sobre la costa y el océano, pero la fiesta recién comenzaba.

“El fútbol es el deporte más importante en las islas y en Klaksvik tenemos una fuerte cultura futbolística”, asegura Súni Clementsen, responsable de prensa de la entidad. Fundado en 1904, el KÍ se quedó con el primer torneo disputado en el archipiélago en 1942, así como con los tres últimos. En total ha levantado 20 títulos de liga y seis de Copa, aunque su trayectoria en este siglo sufrió algunos sobresaltos. En 2009 descendió de categoría, demoró dos temporadas en regresar a Primera y, aún más grave, estuvo 20 años sin festejar un campeonato, desde 1999 a 2019. “La reconstrucción comenzó en el mismo momento de aquel tropiezo. Tocamos fondo ese año, pero sobre todo a partir de 2014 fuimos mejorando cada vez un poco más. Nuestra ambición siempre fue lograr una plaza en una fase de grupos en Europa”, relata Clementsen.

El sueño estuvo a punto de cumplirse en 2020, cuando el Dundalk irlandés lo frustró en la última estación de la Europa League. Esta vez podrá cumplirse. El Hackën sueco fue el rival en el segundo turno de la Champions. La ida en el Injector Arena finalizó 0 a 0. La revancha fue infartante. Arni Frederiksberg, goleador del Klaksvik, abrió la cuenta y repitió para alcanzar el 2 a 2 después de que los suecos hubiesen dado vuelta el marcador. En el alargue volvió a adelantarse el Hackën, pero un gol en contra restableció la igualdad en el minuto 109. El décimo penal de la definición, marcado por el veterano noruego Vegard Forren (35 años, ex Southampton y Brighton), desató la locura en las islas. El pase de ronda garantizaba, como mínimo, un lugar en la Conference League.

La fotógrafa noruega Andrea Gjestvang publicó meses atrás su libro Atlantic Cowboys, dedicado a los hombres de Feroe, que componen la mayor parte de la población del archipiélago. Los retratos, fruto de seis años de viaje por las islas le permitió captar la esencia de los habitantes locales: “La desigual demografía hizo que la fuerza física fuese el rasgo principal de identidad de los feroeses”, asegura. Trasladado al fútbol, ese rasgo explica las razones por las que el fútbol de Feroe ha ido progresando en las últimas décadas, pese a la escasez de materia prima.

El primer partido oficial de la selección nacional fue en 1990, ante Austria por la clasificación para la Eurocopa 1992. La arenga previa de Páll Guõlaugsson, el joven técnico de 32 años, quedó registrada para la posteridad en el libro que el arquero Jens Martin Gnudsen escribió tras su retiro. Islas Feroe ganaría 1-0 aquel día en Tórshavn, con gol de Torkil Nielsen y el entrenador pasó a ser algo así como un héroe nacional.

A partir de entonces, la selección tendría altibajos, pero su potencia física le fue dando algunos éxitos destacados, como una doble victoria ante Grecia en la clasificación a la Eurocopa 2016 que le permitió escalar al 74º puesto del ranking FIFA -antes de esos partidos los griegos eran 18º y los feroeses, 187º), empates ante Escocia o Suecia y, sobre todo, victorias cada vez más frecuentes ante los otros combinados de la Europa menos cotizada: Malta, San Marino, Liechtenstein, los países bálticos o Luxemburgo. De hecho, en la Nations League 20-21 Feroe ganó invicto su grupo en la división D, ascendió a la C y en la edición 22-23 logró mantenerse gracias a un celebrado triunfo 2-1 sobre Turquía. Hoy ocupa el 129º lugar del ranking FIFA.

El éxito del KÍ Klaksvik no hace más que coronar esta progresión. “La contratación de Mikkjal Thomassen como entrenador en 2014 marcó definitivamente nuestro rumbo”, asegura Clementsen. De su mano, el equipo fue añadiendo más juego asociado, cuotas de talento y espíritu ofensivo a la fortaleza natural. Thomassen dejó su puesto en diciembre pero Hoseth ha recogido su legado.

La imponente vista del estadio de Klaksvik; de fondo, el fiordo
La imponente vista del estadio de Klaksvik; de fondo, el fiordo

El pasado martes 15, los hinchas del KÍ viajaron en masa a Noruega y llenaron la tribuna visitante del Molde en lo que era el anteúltimo paso para acceder a la fase de grupos de la Champions League. Los feroeses habían ganado 2-1 en la ida y la ilusión era desbordante, pero el Molde impuso su mayor experiencia: igualó rápido la serie y la definió en el minuto 112 del alargue.

Ese día, igual que en el primer partido, ocho de los trece jugadores que estuvieron en la cancha vistiendo la casaca azul y blanca fueron nativos de las islas, algo que marcará una diferencia sustancial con su próximo rival. El Sheriff Tiraspol es una auténtica selección mundial clase B o C, en la que sólo el arquero titular es moldavo. Será el último desafío de una campaña inolvidable para el KÍ. Si gana estará en el bombo de la Europa League; si pierde, en el de la Conference League. Cualquiera sea el resultado, en los fiordos todavía quedan varias fiestas por celebrar.