Historias de Argentina-Chile: el primer mano a mano por Eliminatorias, el “guante” de Riquelme y la furia de Messi
Este jueves, en el Monumental, se disputará el noveno partido entre la selección argentina y Chile en nuestro país por eliminatorias mundialistas. Hasta aquí, el historial es claramente favorable al conjunto albiceleste, que ganó cinco encuentros y empató los tres restantes. De esos ocho cruces en los diversos caminos a Mundiales, LA NACION rescata tres historias.
El primero de todos
Menos de dos minutos tardó la selección argentina para convertirle su primer gol a Chile en un partido válido por Eliminatorias mundialistas. Fue el 20 de octubre de 1957 en la Bombonera, escenario del quinto partido (de un total de seis) del Grupo 2, que también integraba Bolivia, en el camino a Suecia 1958. El autor de ese tanto fue Oreste Osmar Corbatta, un eximio futbolista que se destacó en Racing.
La Argentina arrancó con todo y en el primer cuarto de hora resolvió el pleito, gracias a las conquistas posteriores de Norberto Menéndez a los 13 y de Héctor Zárate a los 15. Corbatta, a los 40 de la primera mitad, selló el resultado: contundente 4 a 0.
Sin embargo, según señalan las crónicas de aquella época, el conjunto trasandino pudo empatarlo en su primer ataque a fondo tras el 1 a 0: Daniel Hormazábal llegó al área albiceleste con riesgo, y allí apareció la enorme figura de Amadeo Carrizo para mantener su valla invicta. Más tarde, además, le contuvo un penal a Jaime Ramírez.
Eran tiempos en los que el fútbol estaba más enfocado en atacar que en defender. El dibujo táctico con tres defensores, dos mediocampistas y cinco delanteros así lo evidencian. Y un dato más: la revista chilena Estadio, en su edición del 25 de octubre de 1957, destaca: “Emotiva fue la ceremonia previa. Una banda militar ejecutó los himnos de ambos países con los equipos formados frente a la tribuna oficial. El público bonaerence (sic) dispensó al cuadro chileno una acogida clamorosa”. Otra época, claro.
Llamativamente, el DT Guillermo Stábile (que había sido el goleador del primero Mundial en 1930, con ocho conquistas) solo precisó tres equipos para conformar la alineación titular: Carrizo era de River; abajo jugaron Pedro Dellacha (Racing), que era el capitán, Federico Vairo (River) y Francisco Lombardo (Boca). El medio fue millonario: Néstor “Pipo” Rossi y Pascasio Sola. Y arriba, un poderío indiscutible: Eliseo Prado (River), Corbatta (Racing) Ángel Labruna (River), Menéndez (River) y Zárate (River).
Aquella goleada en contra le valió a Chile la eliminación en su camino mundialista, en el que la Argentina finalmente se clasificó con holgura y un año más tarde dijo presente en Suecia, donde realizó una de sus peores actuaciones en la historia de la Copa del Mundo.
Los tiros libres de Román
Juan Román Riquelme era, en octubre de 2007, uno de los mejores futbolistas del mundo en su puesto: apenas tres meses antes había sido una de las figuras de la selección argentina que había terminado subcampeona, detrás de Brasil, en la Copa América realizada en Venezuela. Y un mes antes, en junio, se había coronado por tercera vez campeón de la Copa Libertadores con Boca, con una actuación superlativa y determinante.
Pero había un problema: Riquelme no jugaba. Un conflicto con el técnico Manuel Pellegrini hizo que Fernando Roig, presidente de Villarreal, se lo prestara por seis meses al equipo xeneize para descomprimir la situación. Para el segundo semestre de 2007, el talentoso volante debió regresar a España y no fue tenido en cuenta.
Todo se dio después de conducir al modesto equipo amarillo a las semifinales de la Champions League 2005/2006 e incluso deslumbrar nada menos que a Zinedine Zidane en su último partido oficial (un electrizante Real Madrid 3 – Villarreal 3) en donde el galo le pidió a Román intercambiar su última camiseta y años después declaró: “Es un jugador mágico que con su calidad arruinó mi despedida. Ese día nos volvió locos a todos”.
La decisión de Alfio Basile de convocarlo para el encuentro con Chile, válido por la primera fecha de las Eliminatorias rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010, despertó fuertes críticas, basadas en la propia frase del Coco, que ponderaba que en la selección debían jugar siempre los mejores y destacando que el enganche llevaba 75 días de inactividad oficial.
Finalmente, el 13 de octubre Román entró en el campo de juego del Monumental como titular y con la emblemática camiseta 10 en su dorsal. A su alrededor, un equipazo: Abbondanzieri; Zanetti, Milito, Demichelis, Heinze; Maxi Rodríguez, Mascherano, Cambiasso; Tevez y Messi (con la 18). Más tarde ingresaron Saviola, el Kun Agüero y Gago.
Lejos de mostrarse fuera de estado, su actuación fue clave. Contra todos los pronósticos, acalló críticas con un estado físico impecable, asociándose con Messi y compañía en toda jugada de ataque albiceleste y, lo más importante, colgando dos tiros libres del ángulo, que sirvieron para sentenciar el 2 a 0 final.
La furia de Messi
En 2017, Lionel Messi venía cruzado con Chile. El mejor futbolista del mundo había sufrido dos de las tres derrotas más duras de su carrera contra el seleccionado trasandino y las dos habían sido en finales de la Copa América, en 2015 y en 2016. Ambas tras un 0 a 0 y por penales. Y, para colmo, en la edición promocionada como “Centenario” y disputada en Estados Unidos, el crack rosarino había enviado su tiro en el desempate a las nubes.
Tan golpeado había quedado Leo luego de esa definición que esa misma noche, en vestuarios, dio indicios de una posible renuncia al seleccionado argentino. “Lo primero que se me viene a la cabeza, y que pensaba recién en el vestuario, es que ya está, que se terminó para mí la selección. Son cuatro finales, no es para mí. Lo busqué, no se me dio, pero creo que ya está”, sorprendió al mundo en la zona mixta. Y agregó: “Creo que es una decisión definitiva. Es lo que siento ahora. Es una tristeza grande lo que nos volvió a pasar. Encima me toca errar el penal a mí. Era importantísimo para tomar diferencia. Hoy me tocó errar a mí, ya está”.
Lo cierto es que esa renuncia nunca se llegó a concretar, ya que Messi apareció en la convocatoria siguiente, que recién fue poco más de dos meses después (en septiembre) para recibir a Uruguay en Mendoza, por las Eliminatorias. El calendario rumbo a Rusia 2018 determinó que en marzo de 2017 Messi estuviese otra vez cara a cara con Chile, esta vez en el Monumental. El bicampeón de América vigente pisó Buenos Aires con el pecho inflado.
El encuentro fue caliente, tenso, con el DT Edgardo Bauza gesticulando y fastidioso con el nivel de juego. La Argentina tenía poco margen de error en esa clasificación, que venía floja en cosecha de puntos y con un ciclo mundialista que ya había tenido a Gerardo Martino; más tarde, al Patón lo sucedió Jorge Sampaoli.
El único gol del partido lo hizo justamente Messi. Como si estuviera guionado, fue de penal. Leo jugó un partido aparte desde lo emocional. Y, para colmo, la terna arbitral brasileña cometió varios errores, que fueron cargándolo aún más. La primera reacción fue contra Dewson Silva, uno de los líneas. Pero el que más protestas recibió fue Marcelo Vangasse, el asistente que controló el ataque argentino en el segundo tiempo
Sobre el final se dio una jugada en la que Messi intentó desbordar y un rival lo incomodó en dos ocasiones con falta. Vangasse las ignoró y sancionó un empujón en ataque y tiro libre para Chile. “Tomatelás, la concha de tu madre”.
Una vez que finalizó el partido todo empeoró. El 10 de la selección argentina fue hasta el medio del campo de juego a “saludar” a los jueces. Allí, volvió a cruzarse con Vangasse y le dijo, otra vez: “La concha de tu madre. A vos”, y lo señaló. Sergio Agüero se arrimó a separarlo. El capitán argentino le dio la mano al juez principal mientras que al asistente lo miró y se mordió los labios, a modo de crítica por su labor.
El informe arbitral fue contundente y el Comité de Disciplina de la FIFA suspendió a Messi por cuatro partidos, como consecuencia de sus insultos a los jueces. El futbolista se enteró de la noticia en La Paz, adonde viajó con el seleccionado para enfrentar a Bolivia, rival siguiente de las Eliminatorias, que debió ver en el vestuario.
En mayo de 2017 la Comisión de Apelación de la FIFA aceptó el recurso ejemplar interpuesto por la Asociación del Fútbol Argentino en nombre de Messi para apelar la decisión adoptada por la Comisión Disciplinaria de la FIFA. Como consecuencia, fueron levantadas las sanciones que se le habían impuesto al capitán del seleccionado argentino, por lo que Leo dijo presente en el clásico con Uruguay en Montevideo y en los partidos siguientes. Sus actuaciones, con un hat-trick ante Ecuador en la última fecha, fueron determinantes para conseguir la clasificación a Rusia 2018.