Fernando “Bocha” Batista: el padrino de Alexis Mac Allister intenta llevar a Venezuela a su primer Mundial y dirigirá contra la selección de su país
El fútbol es el opio de los pueblos y en Venezuela crece día a día de la mano de un director técnico argentino. Fernando Ariel Batista condujo a la selección vinotinto a los cuartos de final de la Copa América y, a falta de diez partidos, por ahora está clasificándola para la Copa del Mundo, que sería la primera para el país. El equipo goleó a Chile, empató con Brasil, maniató al Uruguay de Bielsa y este jueves recibirá a Argentina con 51.000 personas en las tribunas en Maturín. De excelente relación con Lionel Scaloni, padrino de Alexis Mac Allister y ex entrenador de varios jugadores del conjunto albiceleste, Bocha habló para LA NACION sobre su primer compromiso como DT contra la selección de su país: sus días en Caracas, la influencia de José Pekerman, el posible interés de Boca y la estrategia para frenar a Lionel Messi.
–Asumiste en marzo de 2023. ¿Esperabas este presente?
–Yo creo que cuando iniciamos las eliminatorias nadie pensaba que podíamos terminar el primer año con 9 puntos en la tabla. Y eso fue gracias al gran momento del equipo y al buen trabajo que se viene haciendo. Como la Copa América fue muy buena, con tres triunfos consecutivos en la fase de grupos, parecería que ahora tuvimos un bajón [tres empates y una derrota], pero yo no lo veo de ese modo. Si dejás de lado el partido con Bolivia, en el que el equipo no jugó como uno pretendía, ves que merecimos ganar contra Uruguay y nos volvimos de Perú [1-1] con un sabor agridulce porque estábamos como para lograr el triunfo. Y eso marca que Venezuela está muy bien. En las últimas dos eliminatorias, a esta altura, la selección tenía 2 y 4 puntos, estaba lejos de una posible clasificación, y hoy estamos en esa zona. Si bien hay que seguir mejorando, estoy muy conforme con lo que venimos realizando.
–¿Y el momento de Argentina?
–El momento de Argentina es excelente. Ha logrado un recambio importante y hoy tiene un plantel supercompetitivo, con un promedio de edad justo y jugadores que tienen 50 o 60 partidos con la camiseta de la selección. Y eso agregá la confianza que da ser campeón del mundo y dos veces campeón de América. No digo que los muchachos jueguen tranquilos, pero ya no cargan esa mochila que traían. A muchos de los chicos los conozco, tuve la suerte de dirigirlos, y sé muy bien de la calidad que tienen.
–En ese proceso compartiste selecciones juveniles con Scaloni, entre 2018 y 2022.
–Claro, trabajamos juntos en AFA y nos llevábamos muy bien. Aún mantengo una gran relación con él, charlamos seguido y nos saludamos para los cumpleaños. Es un tipo bárbaro y un excelente entrenador. Te mentiría si te dijera que lo veía como a un técnico campeón del mundo, pero no me sorprende nada de lo que logró. Es un entrenador con el cual me identifico mucho porque para él primero están el equipo, el grupo, los jugadores, y luego viene el resto. No quiere ser más que el jugador, no lo interesa ese protagonismo. Es un tipo sencillo, muy clarito; da gusto hablar con él. Y cada vez se nota más la impronta de él en el equipo, que sabe muy bien a qué juega. Es admirable porque sigue teniendo esa hambre de ganar, de no relajarse. Es mérito de él y su cuerpo técnico convencer a los jugadores de que cada partido es una final.
–Pregunta obligada: ¿cómo vas a intentar frenar a Messi?
–Es difícil, porque los otros diez juegan bárbaro, también. Intentaremos que no juegue libre y que no se sienta cómodo, no hay que dejarlo pensar. No sólo por lo que puede hacer él con su habilidad, sino también porque con un simple pase genera una situación de gol. Uno puede pensar en ponerle una marca hombre a hombre o una marca escalonada para que no gambetee y él, con un pase entrelíneas, definir un partido.
–Hace poco dijiste que Alexis Mac Allister es uno de los cinco mejores volantes del planeta.
–Sí, soy el padrino de Alexis, pero pienso eso más allá de un tema familiar. Comparto muchos momentos con su familia porque además Kevin, su hermano, es el novio de mi hija. Me alegra mucho su presente porque es un chico al que vi nacer, en la vida y también futbolísticamente. Trataremos de que él tampoco juegue cómodo porque si le damos libertad podemos pasarla mal. Lo que pase después del partido quedará en la interna familiar. Ojalá lo disfrutemos los dos.
–Te tocó acompañar a Pekerman en su cuerpo técnico y luego, tras su alejamiento, asumir en su lugar. ¿Te costó tomar esa decisión?
–Lo pensé, sí, lógicamente. Yo vine con José, luego hubo unos temitas con la federación y el presidente de FVF nos pidió a los miembros del cuerpo técnico que nos quedáramos trabajando en Venezuela. No fue una decisión fácil por cómo se habían dado las cosas. Pero hablé con José y en familia y resolví aceptar el desafío. ¿Por qué? Porque es un reto hermoso. Primero, porque esta selección nunca jugó un Mundial y me encantaría lograrlo. Segundo, porque tiene jugadores muy competitivos a los cuales conozco desde mi paso por las selecciones juveniles. Y tercero, porque creo que el venezolano tiene una técnica muy buena y nosotros podemos brindarles herramientas para que continúe creciendo en lo futbolístico y también en lo mental.
–¿Cuán importante fue para vos trabajar con José?
–José es un referente para toda una camada de entrenadores jóvenes. Lo he tenido como técnico en Argentinos Juniors y tuve el placer de integrar su cuerpo técnico. Tanto José como Hugo Tocalli nos han marcado muchísimo.
–Enfrentarse con Venezuela solía ser un trámite para Argentina, Brasil, Uruguay. ¿Qué cambió?
–Siempre creí en lo que podía dar esta selección en lo técnico y lo futbolístico, porque la materia prima está. Pero me interesa mucho lo mental: creérnosla en el buen sentido, con respeto al rival pero sin sentirnos menos que nadie, siendo competitivos con nuestra manera de jugar. Y siento que el equipo viene lográndolo, porque donde juega, ya sea como local o como visitante, tiene el objetivo de ganar. Trabajamos junto a un equipo de psicólogos y coaches deportivos que nos ayudan mucho a bajar esa idea. Lógicamente, hay partidos en los que se dificulta más llevar a cabo lo que uno planea, pero una de las cosas que empezamos a inculcar a los muchachos fue que podíamos jugar de igual a igual con cualquier equipo. Y eso es, en parte, lo que está llevándonos a pelear por la clasificación.
–Eso también eleva la exigencia.
–Sin dudas, y está bien que así sea. La gente está entusiasmada por el comienzo que tuvo el equipo, por dónde se encuentra, por lo que el equipo viene mostrando. El público nos acompaña muchísimo. Caminás por la calle y ves mucha gente con la camiseta de la selección. Ojalá se mantenga esa euforia.
–Después del 0-4 en Bolivia se dijo que no habías planificado el partido como se debía. ¿Qué pasó realmente?
–La realidad es que nosotros empezamos a planificar el viaje casi a la par de la Copa América. Dicho por los especialistas: para ir a jugar a la altura hay dos posibilidades. Una es hacer una aclimatación de 20 días, y la otra, llegar sobre la hora del partido. A las selecciones nos entregan los futbolistas tres días antes de la competencia, por lo que es imposible realizar una aclimatación anticipada. Por ese motivo, empezamos la planificación en junio: trabajos con cámaras hipobáricas [aumentan la cantidad de oxígeno en la sangre] y dimos a los jugadores la medicación adecuada para contrarrestar los efectos de la altura, entre otras recomendaciones. Optamos por ese plan y no nos salieron las cosas. Pero me dolió que se dijera que no se había planificado el partido, porque eso no es verdad. Con el diario del lunes podría decir que se podría haber cambiado algunas cosas, pero hicimos lo que creíamos mejor. Es difícil jugar en los 4200 metros de El Alto. La pelota va más rápido, y se siente un ahogo constante, muchísimo dolor de cabeza. A Argentina le costó 43 años ganar en La Paz, a 3600 metros, y Venezuela ganó una sola vez, con un gol en contra y el arquero siendo figura. Yo me hago responsable de lo que me toca, pero hay cosas que no fueron como dijeron.
–Estás invicto en Maturín, donde se jugará el partido con Argentina. ¿Por qué mudaste la localía allí?
–Al comienzo del ciclo analizamos dos o tres campos de juego y me gustaron mucho la cancha de Maturín, las comodidades que tiene el estadio y, sobre todo, la ubicación: en avión estamos a menos de 20 minutos desde la concentración, de Margarita. El césped está perfecto; los vestuarios, también, y la gente nos ayuda mucho. Nos encanta jugar ahí. De todos modos, yo creo que la fortaleza es dada por el equipo, más allá de dónde juegue.
–¿Cómo son tus días en Caracas en medio del clima que se vive en Venezuela?
–No me meto en lo político porque tampoco hablo del tema en Argentina. A mí me contratan para ser entrenador de fútbol e intento focalizarme en eso. Viajo constantemente a Venezuela y la verdad es que cuando me toca estar acá vivo muy tranquilo, muy cómodo. La gente es muy servicial y me trata como a un venezolano más. Después, trato de no involucrarme en cuestiones políticas porque, insisto, tampoco lo hago en mi país. Trato de no involucrarme en eso porque no me gusta; lo mío es solamente la parte deportiva.
–Sonaste como director técnico de Ecuador y como posible entrenador de Boca. ¿Recibiste algún llamado?
–Me enteré del rumor, pero conmigo no habló nadie. Siempre es un mimo al corazón que un club tan importante como Boca, o una selección del nivel de Ecuador, se fije en uno. Hoy tengo contrato hasta 2026 y lo único que tengo en mi mente es la selección. Estoy contento donde estoy, estoy donde quiero estar, y mi sueño es llevar a Venezuela al Mundial. Así que, por ahora, no cambio eso por nada.