Deshielo: Meloni viajó a China para cicatrizar heridas y relanzar la relación

El presidente chino, Xi Jinping, se reúne con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien se encuentra en una visita oficial a China, en la Residencia de Huéspedes de Estado Diaoyutai, en Pekín, el 29 de julio de 2024. (Xinhua/Ding Haitao)
El presidente chino, Xi Jinping, se reúne con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien se encuentra en una visita oficial a China, en la Residencia de Huéspedes de Estado Diaoyutai, en Pekín, el 29 de julio de 2024. (Xinhua/Ding Haitao) - Créditos: @Ding Haitao

ROMA. - Después de haber abandonado en diciembre pasado la Nueva Ruta de la Seda, el faraónico y multimillonario proyecto económico-diplomático lanzado por Xi Jinping en 2013, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, viajó a China para cicatrizar heridas y relanzar la relación con la superpotencia asiática.

En uno de los viajes más largos (cinco días) y delicados desde que asumió, Meloni fue recibida este lunes con todos los honores por Xi, a quien le aseguró que “Pekín es un interlocutor importante” siempre y cuando respete las reglas y que Italia busca “explorar nuevas formas de cooperación”.

Giorgia Meloni, al llegar al encuentro con Xi Jinping en Pekín.
Giorgia Meloni, al llegar al encuentro con Xi Jinping en Pekín. - Créditos: @-

Con Giuseppe Conte en el poder, en marzo de 2019 Italia había dejado boquiabierto el establishment occidental al sumarse a la llamada “Belt and Road Initiative” (BRI) de Xi. Se transformó entonces en el primer y único miembro del G7 -y país fundador de la Unión Europea (UE)-, que adhería a una iniciativa vista con malos ojos por varios socios. La BRI, en efecto, fue acusada de ser una herramienta de las ambiciones expansionistas de Pekín. En ese momento Estados Unidos, que ya tenía con Pekín una disputa comercial, había hecho saber que la firma de ese acuerdo entre Italia y China podría poner en riesgo el rol de Italia en la OTAN, ya que podía implicar un ingreso del gigante asiático comunista en empresas de interés estratégico tanto en el sector de defensa como en el de telecomunicaciones. Washington tampoco ocultó su temor a que Italia -país ya entonces con una de las más grandes deudas públicas del mundo- se convirtiera en un virtual “caballo de Troya” con el cual Pekín podía obtener una “penetración en Europa”. Para la Unión Europea, en tanto, el acuerdo ponía bajo riesgo no sólo el mercado único de la UE, sino los valores, económicos y sociales del bloque.

En este marco y más allá de los cambios de gobierno que hubo después de Conte, ya antes de ser electa a fin de 2022 Meloni, que a nivel de política exterior jamás dudó en su alineación atlantista, prometió que iba a revertir ese acuerdo, que tachó como “un gran error”.

Si bien el memorándum de adhesión a la Ruta de la Seda prometía acuerdos de un valor de hasta 20.000 millones de euros, finalmente no produjo casi nada para Italia. “No todo ha funcionado” entre Italia y China le recordó a Xi este lunes Meloni, que tuvo un cara a cara de 90 minutos, bastante más largo de lo esperado, según destacó el Corriere della Sera.

Después de haber recordado los 700 años de la muerte de Marco Polo al inaugurar una muestra en honor del famoso veneciano que descubrió Oriente, Meloni dejó en claro la urgencia de su gobierno de derecha de reequilibrar una balanza comercial drásticamente inclinada en favor del gigante oriental, que es el segundo socio comercial de Italia fuera de la UE después de Estados Unidos. Italia importa de China mucho más de lo que exporta: en 2023 las importaciones -computadoras y aparatos electrónicos, productos químicos y textiles- tuvieron un valor de 47,5 mil millones de euros; mientras que la exportaciones -productos farmacéuticos y químicos, maquinarias e indumentaria- fueron de apenas 19 mil millones.

Meloni instó a trabajar para que ya no exista esta desproporción al subrayar la necesidad de “relaciones comerciales siempre más equitativas y ventajosas” durante la apertura de un Foro de Negocios bilateral ante el primer ministro de la República Popular, Li Qiang.

“Nuestra nación quiere cooperar, pero es fundamental que nuestros socios demuestren ser genuinamente operativos jugando según las reglas, para asegurar que todas las empresas puedan operar en los mercados internacionales en condiciones de paridad”, aseguró Meloni, que anunció un plan de acción trienal con el que espera abrir una nueva fase y relanzar las relaciones en todos los campos. La idea es abrirles las puertas a las industrias chinas de autos eléctricos, en crisis por los aranceles que le impuso la UE.

La primera ministra italiana Giorgia Meloni, en Pekín.
La primera ministra italiana Giorgia Meloni, en Pekín. - Créditos: @-

Xi, en tanto, pidió “sinceridad en las relaciones”. Y sorprendió al insistir en que “China e Italia respalden y llevan adelante el espíritu de la ruta de la Seda”.

Más allá de los intereses económicos en juego, por supuesto también estuvo sobre la mesa la explosiva coyuntura internacional, marcada por el infierno en Gaza y el temor a una escalada en el Líbano y la invasión rusa de Ucrania. Fue entonces que Meloni, que suele hablar de “agresión” rusa, mientras que Xi prefiere utilizar el término “crisis”, como ya había hecho durante la cumbre del G7 de Apulia, que presidió, puso hincapié en el rol de China como “un interlocutor muy importante” para la paz, sin ocultar, por otro lado, su preocupación por un “sistema internacional basado sobre reglas puesto en discusión”.

Según el Corriere della Sera, durante el encuentro del deshielo con Xi la primera ministra también habló de la “la estabilidad” de su gobierno y subrayó que “Italia puede ser un puente entre China y Europa”.