La crisis de Boca: el club se quedó sin intocables antes de River y las críticas llegan hasta el presidente Juan Román Riquelme
En la cancha, en el banco, en Ezeiza. Boca sufre en todas las esferas y el clásico de este sábado ante River podría marcar un quiebre de cara a lo que viene. La crisis futbolística que vive el Xeneize no distingue rangos, apellidos ni idolatrías. Jugadores, dirigentes y cuerpo técnico quedaron en el ojo de la tormenta tras la dura derrota frente a Racing que dejó al equipo en la décima colocación de la tabla y también alejado de la zona de clasificación a la Copa Libertadores 2025. Boca se quedó sin intocables a menos de una semana del partido más esperado. Las esquirlas alcanzan incluso a la figura de su presidente, Juan Román Riquelme.
Diego Martínez y Sergio Romero fueron los principales apuntados por los hinchas tras el 1-2 en Avellaneda que estiró a siete partidos la racha negativa en condición de visitante. Dos fallas groseras del arquero (una sobre el final del encuentro) profundizaron el mal momento del equipo y provocaron fuertes cuestionamientos contra el arquero y el DT, el que más difícil la tiene a la hora de intentar revertir su situación. De no lograr un buen resultado contra River, su ciclo podría acabarse antes de tiempo.
El equipo perdió definitivamente la línea tras la derrota con Estudiantes en la Copa de la Liga, dependió casi siempre de la inspiración de sus delanteros y quedó afuera en octavos de final de la segunda competición del continente, y tras haber disputado un repechaje. Más allá de las lesiones que persiguieron al plantel, el dato es concreto y revelador: Martínez utilizó 40 formaciones distintas en 43 partidos en el cargo. La mejor versión de su equipo se vio justamente en el clásico pasado contra River (3-2), por los cuartos de final de la Copa de la Liga, aunque solo se trató de un espejismo.
En la interna de la dirigencia notan a un técnico confundido y temeroso, más preocupado por sostenerse en el cargo que por encontrar soluciones reales a los problemas del equipo. Desde el Consejo de Fútbol insisten en que el entrenador tiene libertad plena para armar sus equipos y que si fuese por Riquelme o por los propios integrantes del área hubiesen tomado otro tipo de decisiones, como brindarles mayores oportunidades a los refuerzos o no rotar tanto de apellidos entre una competencia y la otra.
Del lado de Martínez aseguran que no todos sus pedidos fueron escuchados y que se limitó a conformar el mejor 11 posible con las herramientas que tuvo a disposición, que no siempre fueron las apropiadas. Aun así, el propio Martínez valoró muchísimo el apoyo de la dirigencia tras la derrota ante Cruzeiro y se siente “con fuerzas” para intentar enderezar el rumbo.
Por lo pronto, Martínez confía en recuperar a tres jugadores clave con vistas al duelo frente a River: Marcos Rojo (ya fue al banco vs. Racing), Edinson Cavani (arrastra una molestia muscular que lo hizo perderse seis partidos) y Luis Advíncula, que con una dolencia en el tendón de Aquiles será esperado hasta último momento. A diferencia de otros encuentros, el DT armaría un 11 con mayoría de jugadores consagrados, aun cuando estos no se encuentren al 100% desde lo físico o en el plano futbolístico. Romero es, tal vez, el ejemplo más claro.
El misionero ya no brinda la seguridad de otros tiempos y atraviesa su peor momento desde que es jugador de Boca. Falto de confianza, dubitativo con las manos y con los pies, Chiquito tuvo responsabilidad directa en cuatro de los últimos cinco goles recibidos: rebote largo en la revancha con Cruzeiro, salida en falso ante Estudiantes en La Plata, pase exigido a Pol Fernández para el empate parcial de Racing y otra floja respuesta en el final ante un centro llovido de Juanfer Quintero y el desvío de Roger Martínez.
El arquero, para colmo, dejó de ser inexpugnable en definiciones por penales: por esa vía, y tras la excelsa actuación de Romero en la Libertadores 2023, Boca quedó afuera ante Estudiantes en la Copa de la Liga y frente a Cruzeiro en la Copa Sudamericana, con un solo remate atajado sobre nueve disparos. Una lesión ante Rosario Central lo marginó del duelo con Talleres por la Copa Argentina y Leandro Brey superó la prueba con sobriedad, aunque Martínez no analiza la opción de sacarlo del equipo.
Los vaivenes en el campeonato y por sobre todas las cosas la eliminación de Boca en la Copa Sudamericana erosionaron también la figura de su presidente. Hace nueve meses, Juan Román Riquelme se impuso en las elecciones de Boca con el 65% de los votos . Relegó al segundo lugar al candidato de Mauricio Macri, su principal enemigo político y con quien protagonizó una ardiente contienda electoral. Sin embargo, el máximo ídolo del club, el que dentro de la cancha no tenía oposición, perdió gran parte del respaldo expresado en las urnas.
La política de incorporaciones (Boca contrató a siete jugadores, de los cuales ninguno es titular indiscutido), las promesas de campaña incumplidas (en especial las que tienen que ver con la ampliación de la Bombonera) y una serie de errores no forzados como el envío del mail tardío para la habilitación de los refuerzos generaron los primeras críticas masivas contra el 10.
En su última aparición pública, Riquelme valoró ciertos pasajes de buen fútbol del equipo, responsabilizó a Martínez (al que llamó en todo momento “el entrenador”) de la titularidad de Pol Fernández y defendió a capa y espada a los integrantes del Consejo de Fútbol, también cuestionados por los hinchas. “Ahora están diciendo que tienen que ir a declarar para no sé qué causa”, dijo, en referencia a la investigación por falso testimonio en el marco de una causa por abuso sexual contra una empleada del club. Una frase desafortunada que, en un momento sensible, mostró su peor cara.
Este sábado, Boca buscará salvar su año en el clásico contra River. Ante su gente, sí, su principal fortaleza en un 2024 para el olvido.