La carrera que cumple un inesperado rol en el mundo de hoy y amplía su salida laboral
Tradicionalmente, la gran mayoría de los filósofos se ha dedicado a la investigación y la docencia, pero durante los últimos tiempos estos profesionales han ganado terreno en nuevos campos, como el de la inteligencia artificial y los debates éticos que este tipo de avances tecnológicos conlleva. De hecho, este año, el Ministerio de Educación de la Nación consideró a la Filosofía como una carrera estratégica para el desarrollo económico y productivo del país, junto con áreas clave como Ambiente, Computación e Informática, Energía, Petróleo y Gas, Minería y Ciencias Básicas, entre otras.
¿Cuál es el rol de los filósofos en la actualidad? ¿Cómo es estudiar filosofía en 2023? ¿Qué motiva a los estudiantes a elegir esta carrera?
Verónica Tozzi, directora de la carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), dijo a LA NACION que el rol de la filosofía en el mundo contemporáneo hoy presenta un doble desafío. “Por un lado, no existe más la idea de que la filosofía es el fundamento, el conocimiento primero que guía a las demás ciencias. Lo que hoy nos parece verdadero mañana puede ser desplazado. Pero el desarrollo de nuevas tecnologías pone en primer lugar el tema de la verdad y la confianza, a quién creer cuando uno está recibiendo una cantidad inusitada de información todo el tiempo. Hay que filtrar lo verdadero y útil de lo falso e irrelevante y esas son preguntas que puede responder esta ciencia”, dijo Tozzi.
Sin embargo, aclaró, no todo lo que es real es necesariamente bueno o soportable. Y allí es donde aparece el segundo desafío. “Parte de la vida de las personas es transformar esa vida para mejor y desde ese momento surgen las cuestiones éticas con respecto al deseo de transformación, es decir, si el cambio va a ser beneficioso”, sostuvo.
De acuerdo a cifras del área de Información Estadística Académica de la UBA, entre 2011 y 2021 la cantidad de nuevos inscriptos a carreras de filosofía en todo el país, tanto en establecimientos de gestión estatal como privada, pasó de 1826 a 3188 –90% de los cuales lo hicieron en instituciones estatales–. Es decir, la matrícula nacional de Filosofía creció un 75% en una década, siendo la UBA, la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Nacional de La Plata las que reúnen a la mayoría de los nuevos alumnos.
“Actualmente la Filosofía se vuelve un aporte fundamental en áreas como el avance de la tecnología, la preocupación medioambiental y el desarrollo de prácticas vinculadas a las ciencias biomédicas. El excesivo intervencionismo en los procesos de la vida (tanto humana como no-humana) vuelve urgente y necesaria una reflexión ético-filosófica seria que acompañe los dilemas que van surgiendo a partir a la velocidad y la violencia de esos avances”, dijo Verónica Parselis, directora de la carrera de Filosofía en la Universidad del Salvador (USAL).
“Hoy, además de la docencia y la investigación, vemos una tendencia en el mundo a convocar a filósofos como consultores en ámbitos aparentemente distantes de la disciplina como áreas empresariales y de recursos humanos. Ciertamente, la mirada integral del filósofo permite perspectivas de análisis novedosas sobre los vínculos humanos, los procesos y la gestión de proyectos. La filosofía da herramientas de comprensión y reflexión muy enriquecedoras”, agregó Parselis.
Paula Ciruzzi tiene 26 años y se encuentra cursando el segundo año de Filosofía en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Su motivación para estudiar filosofía vino de escuchar la experiencia de su hermano, también filósofo.
“El interés por estudiar filosofía parte de la sobremesa que había en mi casa, de mi curiosidad y de ciertas lecturas de índole filosófica por las que me interesé durante la pandemia”, dijo la joven, que es intérprete de tango egresada de la Universidad de las Artes (UNA) y se formó en distintas disciplinas relacionadas con la danza y el teatro. “Aunque ninguna de esas áreas incluye la palabra filosofía, creo que de alguna manera, el arte también es una búsqueda de las preguntas indicadas”, agregó.
Ciruzzi proyecta desarrollarse profesionalmente en el ámbito de la filosofía, sin embargo asegura que no es eso lo que la impulsa a entrar al aula todos los días, sino la experiencia diaria de estudio y aprendizaje. “El filósofo es un artesano del pensamiento porque no es un ejercicio automático, requiere estudio, paciencia, tiempo, conocimiento y otras ramas que la inteligencia artificial, por ejemplo, no tiene. Por eso también creo que dedicarse a la filosofía es cuidar nuestro origen, cultura y capacidad de poner en palabras aquello que se nos presenta, porque nuestra posibilidad de argumentar y explicar se debe a que no somos artificiales y podemos problematizar las cosas de manera consciente”, dijo.
Tal como el caso de Ciruzzi, Tozzi considera que la filosofía es una carrera que muchas veces no es la primera elección de los alumnos. “Muchos estudiantes llegan después de estudiar otra cosa primero. Hay un mandato social de que estudies algo que te de trabajo y filosofía no es vista así, aun cuando está estudiado que, en general, los graduados de esta casa de estudios no tienen problemas para conseguir trabajo”, sostuvo la autoridad de la UBA.
Otro punto importante que expone el caso de Ciruzzi es la importancia del filósofo como un maestro o inspirador que despierta una pasión. “El rol docente, aunque no sea el ortodoxo de aula, viene desde Sócrates. No hablo de un rol docente como maestro que enseña sino que comparte y orienta”, dijo Esteban Bieda, director de la carrera de filosofía de la UCES y profesor de la UBA, quien también eligió la profesión a partir del encuentro con un filósofo.
“Conocí a un docente filósofo en el CBC, vi a alguien que levanta alfombras para ver qué hay debajo y me conmovió, me interpeló emocionalmente. Lo más importante que puede transmitir un docente es una pasión y no hay inteligencia artificial que pueda hacerlo. Yo como transmisor aspiro a formar otros transmisores. Ahí es donde está el sedimento de la filosofía”, sostuvo.
Una salida a la lógica de consumo
Marcelo Savignone tiene 50 años y es, además de dramaturgo, estudiante de cuarto año de Filosofía en la Universidad del Salvador (USAL). En su caso, la elección de estudio estuvo relacionada con el arte. “El motivo que me llevó a estudiar la carrera fue el querer profundizar una obra de teatro de mi autoría inspirada en la filosofía de Baruch Spinoza. La disciplina del teatro está hermanada con ciertas problemáticas filosóficas. Muchos cuestionamientos que realiza la filosofía son planteos que se profundizan a través del cuerpo del teatro. La carrera de Filosofía me permitió ampliar el campo conceptual alrededor del teatro y adentrarme en el aljibe etimológico de las palabras que brindan las lenguas clásicas como el griego y el latín”, dijo.
Según Savignone, en el tiempo “superficial y pasatista” al que asistimos, la filosofía es una detención y una invitación al pensamiento por fuera del mero hacer. “La filosofía es un ejercicio del pensamiento en su estado más profundo, la filosofía le propone al pensamiento salir de lo utilitario para adentrarse en los verdaderos problemas de la existencia”, dijo.
“En un mundo como el nuestro, dominado por una lógica de consumo y regida por valores utilitaristas, la filosofía irrumpe para instaurar la pregunta por el sentido último y abre la posibilidad de mirar la realidad desde otras perspectivas. Hacer filosofía es problematizar la realidad de otra manera y trascender la esfera de la utilidad, de lo técnico, de lo concreto. Somos capaces de ‘pensar’ y ‘pensarnos’ en otro orden: problemas como la muerte, la angustia, lo sagrado, la pregunta por la finitud y por el origen, son problemas que no se resuelven con un cómo’. Son preguntas ‘improductivas, que no sirven para nada’ y que nuestro mundo soslaya, nuestra cultura esconde, e impone la idea de que se trata de una ‘pérdida de tiempo’. La filosofía es cuestionamiento, es provocación, es un modo de pensar y preguntarse por lo real. Podríamos decir que la filosofía es la interrupción del sentido utilitario de lo cotidiano. Nuestra cultura de consumo, centrada en el hacer y en la productividad, es negadora de esas otras dimensiones de lo real”, explicó Parselis.
Nuevas salidas laborales
Además de los nuevos roles de los filósofos en los campos tecnológicos, Bieda agregó el rol del filósofo divulgador, como Darío Sztajnszrajber o Eial Moldavsky. “Por un lado, hay un auge de filosofía en niños y niñas con libros primarios que vuelven al hacer preguntas y dar respuestas. Y otra zona en auge es la de los talleres y cursos privados, sobre todo desde la irrupción de colegas divulgadores en el discurso público”, dijo.
Tomás Balmaceda, filósofo, profesor en la UBA y divulgador, dijo al respecto: “Estamos en la era del chat gpt, de dispositivos, plataformas, algoritmos que generan continuamente texto y contenido, pero falta un punto de vista, una opinión. La actitud crítica que ofrece la filosofía se va a volver súper necesaria en el futuro inmediato porque vamos a estar rodeados de contenidos automatizados y va a faltar no solo la reflexión crítica sino también el particular punto de vista que tenemos las personas y que se puede cultivar gracias a la filosofía”, dijo.
Según Balmaceda, el crecimiento o descenso en la matrícula no importa demasiado en cuanto a la evolución de la carrera ya que lo que realmente importa es que “el entusiasmo y la pasión que tienen los y las estudiantes de filosofía no ha cambiado a lo largo del tiempo”.