Carlos Salcedo, el jugador que estaba olvidado y nadie creía en él; ahora resucitó con Cruz Azul

Carlos Salcedo en un partido de Liga MX con Cruz Azul en abril pasado. (Mauricio Salas/Jam Media/Getty Images)
Carlos Salcedo en un partido de Liga MX con Cruz Azul en abril pasado. (Mauricio Salas/Jam Media/Getty Images)

Carlos Salcedo llegó a La Noria el año pasado como una petición de Ricardo Tuca Ferretti. Sólo así resultaba lógico: lo conocía bien, por haberlo tenido antes, y quizá podría sacar su mejor versión. Para ese momento, Salcedo venía de dos pasos grises por Juárez y por el Toronto de la MLS. Había una certeza: lo mejor de su carrera ya estaba en el pasado. Parecía hasta un capricho y todos los prejuicios se cumplieron cuando Ferretti fracasó en La Máquina y Salcedo quedó a la deriva.

No fue un fichaje de efecto inmediato. Pero no lo cortaron. Tuvo una nueva oportunidad con la llegada de Martín Anselmi y ahí Salcedo recuperó la memoria. Siempre ha sido un jugador con condiciones para brillar. Se trata de un defensor fuerte, hábil para la marca, con potencia para competir con delanteros letales y muy decidido a la hora de pelear el balón. No fue casual que Chivas le fichara en 2015 cuando no era conocido en México (jugaba en la MLS con el Real Salt Lake).

En el Rebaño Sagrado se consolidó como titular, aunque desde entonces tuvo que lidiar con problemas extraños. En esos días de su fichaje, unos tuits viejos empezaron a ser recuperados: Salcedo, años atrás, había manifestado ser americanista y detestar a Chivas. Parecía algo infantil, pero muchos se lo tomaron en serio: cómo era posible que Guadalajara lo hubiera fichado. Él apagó las críticas dentro del campo. Rápidamente, su rendimiento con los rojiblancos lo catapultó a la Selección Mexicana: formó parte de la Copa América 2015 y Juegos Olímpicos de Río.

Y partió al futbol de Europa en 2016. Era una madurez a la medida. Consolidado en Chivas, seleccionado y con boleto rumbo a la Fiorentina para establecerse como defensa de jerarquía en la Serie A de Italia. Sólo estuvo un año en Florencia, pero su nuevo destino no distaba de ese nivel: el Eintracht Frankfurt de Alemania. Salcedo tuvo un año de solidez y mejoría que alcanzó su punto álgido en la Final de la Copa Alemana 2018: su club, con él como titular, derrotó en la final al omnipotente Bayern Múnich. Era la graduación para Salcedo en Europa.

También fue protagonista en la Copa del Mundo de Rusia 2018 y, justamente, ante Alemania firmó otro partido impecable. Estaba claro: por cualidades, El Titán podía alcanzar un nivel premium. No fue así. Volvió a México de manera imprevista para jugar con los Tigres. La crítica fue directa: tenía nivel y tiempo para hacer una carrera larga en el Viejo Continente. Él sostuvo que su decisión tenía una motivación familiar. Al menos, se pensaba, en Tigres podría mantener un nivel alto en el contexto del futbol mexicano.

Pero su etapa en Monterrey fue más bien de altibajos. Combinó muy buenas actuaciones, como en el Mundial de Clubes 2021, con noches desastrosas en las que nadie podía creer sus errores básicos. Se marchó a Toronto y no pasó nada. Por eso era complicado tenerle fe en Cruz Azul. En los últimos años, su nombre había destacado más por su incursión en la música (también fue borrado por completo de la Selección Mexicana). Una salida de fiesta el torneo pasado, tras perder un partido, y su rendimiento bajo lo hicieron objeto de abucheos y rechazo.

Hoy está ante una nueva final y, con ella, la oportunidad de ganar su segundo título en el futbol mexicano —dio la vuelta con Tigres en el Clausura 2019 que le ganaron a León—. Se hizo del puesto titular y con Anselmi vive un nuevo aire que nadie vio venir. Salcedo todavía tiene futbol en sus pies y ahora afronta el desafío de ganarla al América. Si lo logra, a pesar de una carrera intermitente, su nombre entrará de inmediato en la alcurnia de campeones cruzazulinos. Nada mal para una trayectoria que se suponía acabada.