El Boca de Diego Martínez, con el plus de dar vuelta los resultados: el carácter también juega

El festejo con furia de Edinson Cavani tras anotar su gol ante River en Córdoba; Boca puede empezar perdiendo pero eso no lo desanima
El festejo con furia de Edinson Cavani tras anotar su gol ante River en Córdoba; Boca puede empezar perdiendo pero eso no lo desanima - Créditos: @LA NACION/Manuel Cortina

El ciclo de Diego Martínez al frente de Boca va adoptando un rasgo distintivo clave para el ida y vuelta entre un cuerpo técnico y los futbolistas. Es verdad, el equipo va exponiendo una forma de a pasitos, pero la misma va ganando ligereza y constancia: ganarle a River con tanta autoridad en los cuartos de final de la Copa de la Liga (3-2) bien puede ser suficiente para sentenciar que el conjunto azul y oro ya es mucho de lo que se vio en Córdoba. Y puede ser más: “Nos miramos día a día, tenemos hambre”, dijo el entrenador. Sin embargo, mientras construye la identidad, es fundamental ver respuestas, convencimiento, conexión y cabeza levantada aun en contextos adversos. Este Boca parece estar preparado para hacerle frente al desafío que le planteen.

Puede perder, obvio. De hecho, le ha ocurrido en tres ocasiones. Si se pone la lupa en cómo le ocurrió, en esos trámites le faltó personalidad: pasó fea la noche en Lanús del 1-2, en la tarde santafesina ante Unión pateó una sola vez al arco y lo vencieron (1-0) sobre la hora por mirar la pelota parada, y Estudiantes le ganó por el mismo resultado en La Plata y casi de la misma manera. No obstante, no es casualidad que haya sido superior en todos los clásicos que lleva disputados este año ni que en siete de los 18 compromisos del ciclo arrancara en desventaja –incluyendo algunos de esos grandes duelos-, pero que en cinco se repusiera con contundencia, fútbol y carácter.

Pol Fernández, cuestionado por los hinchas, levantó su nivel ante River
Pol Fernández, cuestionado por los hinchas, levantó su nivel ante River - Créditos: @LA NACION/Mario Sar

Es decir, lo que ocurrió este domingo en el estadio Mario Alberto Kempes no fue una cuestión de un día casual. De que el superclásico y el apuro por escaparle a la eliminación despertaron al equipo y lo empujaron a ello. De una enorme jornada repartida entre el doblete de Miguel Merentiel y el cabezazo de Edinson Cavani que sacó a Boca del 0-1 para pasar al 3-1. La versión que absorben estos futbolistas “da la cara”, como lo sentenció el técnico. Reponerse empieza a ser un sello, una sana costumbre.

Todo comenzó ante el mismo rival, pero en el estadio Monumental. Hace años que los hinchas (y directivos) pedían ir a Núñez con una postura no tan tímida y excesivamente protectora como exhibió desde aquella derrota dolorosa en Madrid. Martínez se los otorgó: puso la pelota sobre el césped y priorizó las maneras. Forzó a que todas las herramientas ultraofensivas que había puesto Martín Demichelis debieran correr hacia atrás ante tanta soltura. El golpe del gol de Pablo Solari apenas comenzado el segundo tiempo no le cambió la idea y con el desborde letal de Lautaro Blanco y la definición de Cristian Medina puso la paridad final.

Boca no baja los brazos. Una semana después y en la Bombonera, con la exigencia de su público, tampoco equivocó los caminos inculcados. Aquella vez, Belgrano comenzaba ganando por el gol de Lucas Passerini, pero en el complemento apareció la explosión por el triplete de Cavani: salió de la sequía del 2024 mediante un penal, un golazo pinchándola por encima del arquero y un derechazo cerca del arco.

Diego Martínez potenció individualidades dentro de un contexto colectivo que hizo jugar mejor a Boca
Diego Martínez potenció individualidades dentro de un contexto colectivo que hizo jugar mejor a Boca - Créditos: @LA NACION/Marcelo Manera

La noche con Racing, incluso, se puede decir que fue más meritoria. Porque el conjunto azul y oro comenzó ganando (por Lucas Blondel), pero salió a jugar la segunda mitad y enseguida recibió el segundo gol académico a través de Adrián Martínez (Juan Fernando Quintero había igualado). Menos margen y mucha urgencia. Salió adelante: Blanco forzó un gol en contra, luego asistió en el cabezazo del “Matador” y Nicolás Valentini también puso su frentazo. A los veinte días lo visitaba el siempre molesto San Lorenzo, pero ni el penal tempranero que selló Adam Bareiro impuso la paternidad azulgrana: durante todo el trámite Boca le hizo saber que era más, jugó cómodo, paciente y la jerarquía hizo lo suyo mediante un golazo colectivo que culminó “Edi” y la definición de “La Bestia” para poner el 2-1 a poco del final.

Hasta aquí, sólo encuentros. Sin embargo, el propio Martínez fue claro en la conferencia de prensa de la eliminación a River al responder una consulta basada en estas reacciones: “Te agrego una más importante: la que tuvimos con Godoy Cruz”. Incluso, la mencionó al dar las claves del pasaje a semifinales: “En el campeonato tuvimos tres cosas que nos permitieron ganar partidos y debíamos tener para ganarle a River: la jerarquía de los jugadores es una, otra fue el juego y también la personalidad y el corazón, como lo mostramos con Godoy Cruz”.

Hace una semana, Boca debía vencer a los mendocinos para llegar a los cuartos de final, pero cuando todavía no había goles y recién se jugaban treinta minutos, Medina recibía la doble amonestación y consecuente expulsión. Para el DT fue empezar abajo en un partido clave: diez minutos después, el zurdazo de Cavani le dio el triunfo necesario. En ese sentido, también se sobrepuso a la pérdida de Blondel (titular y muy querido por Martínez, se rompió el ligamento cruzado), mientras caía con San Lorenzo.

Lo que se ve en el gol de Cavani a River

En el juego Boca está creciendo también. Y, al haber ganado más confianza desde el movimiento de la pelota y el trabajo colectivo de sus intérpretes, sabe que genera más chances de gol que antes. Entonces no se desmotiva si recibe un tanto porque el plantel se siente cómodo con este estilo de juego, más ofensivo y se mantiene con actitud ganadora peleando las divididas con superioridad numérica, presionando en campo rival y batallando más de una vez en la misma jugada, como sucedió en el nacimiento del gol de Cavani ante River en Córdoba. La presión en campo rival no se veía de manera tan sostenida con los anteriores entrenadores.

Y crecieron varios rendimientos individuales: Romero volvió a sentirse importante ante Godoy Cruz y River; Rojo está buscando continuidad luego de tantas lesiones y Lema se acomodó luego de algunas dudas pasajeras; Cavani y Merentiel aportan gol, lo que más se les pide y tienen que aportar; Zenón y Blanco se ganaron el afecto de los hinchas con regularidad en los niveles y Advíncula se mantiene con solidez defensiva y el desequilibrio que ya arrastraba en 2023. Cristian Medina se transformó en clave para el DT y si no puede estar aparece Jabes Saralegui, un juvenil de las inferiores. Los que ingresan desde el banco no suelen ser figura, pero logran mantener rendimientos de los que dejan el campo de juego. Algunas de las razones que encuentra Diego Martínez para sostener este carácter que ayuda a Boca a dar vuelta resultados adversos.

Cristian Lema, un refuerzo que le dio rédito de entrada a Boca
Cristian Lema, un refuerzo que le dio rédito de entrada a Boca - Créditos: @LA NACION/Mario Sar

Boca sigue en la Copa de la Liga y acumula experiencias: se alimenta de triunfos, juega claro e infla el pecho cuando hay que remar contra viento y marea.