América y una condena que no puede evitar: su futbol bonito no servirá de nada si no son campeones

América venció 5-0 a Atlético San Luis en las Semifinales de la Liga MX. (Leopoldo Smith/Getty Images)
América venció 5-0 a Atlético San Luis en las Semifinales de la Liga MX. (Leopoldo Smith/Getty Images)

América ganó 5-0 al Atlético San Luis, pero dio la impresión de que pudieron haberlo hecho 10-0. Fue una clase total de futbol. No habían pasado ni cinco minutos cuando ya lo ganaban tras una jugada magistral de Henry Martín, que en esta Liguilla se ha decidido a marcar diferencia a gran escala. No sólo anota, como debe ser, sino que también asiste. Y de lujo. Así dejó el balón servido para Diego Valdés que, con ayuda de un desvío, abrió el festival americanista en tierras potosinas.

El resto fue un festín. Henry Martín para el 2-0. Valdés en el segundo tiempo para el 3-0, con un gol acorde a su categoría: fuera del área y perfectamente colocado, sin oportunidad para Andrés Sánchez. Y antes del doblete de Julián Quiñones, para cerrar el 5-0, el América había anotado un gol escandaloso con todo lo que puede tener una jugada fina: pase filtrado, servicio de Quiñones para Martín, y definición. Y qué decir del otro gol que se perdió Quiñones antes de su doblete, con un pase de locura de Fidalgo, la finta sin tocar el balón de Valdés. Sólo un achique del portero Sánchez evitó la culminación de una floritura americanista para enmarcar.

No hay mucho qué pensar: el América está en la final del futbol mexicano. Ellos dicen, y tienen razón, que todavía no se sienten finalistas, aunque sea una monótona respuesta diplomática. La realidad es que únicamente deben esperar a Tigres o Pumas. Y en cualquier escenario, serán favoritos. Por todo: lo que hicieron en la campaña regular, como líderes totales, y lo que han demostrado en una Liguilla casi perfecta para ellos. Más allá de algunas deficiencias defensivas, normales durante los últimos años —y que les han costado caro—, América ha ejecutado un futbol magistral, que si no es perfecto, casi.

André Jardine, que hace dos años fue campeón olímpico en Tokio con Brasil, ha sublimado la versión ya poderosa de Las Águilas que se vio con Fernando Ortiz. En ese proceso de transformación, ya no queda nada del América de 2021, que era efectivo y brillante a ratos, pero con una tendencia a echarse atrás, a ofrecer un futbol pragmático, cuando así lo decidía Santiago Solari. Eso ha cambiado. Con Ortiz, América recuperó su esencia, pero no ganó y ese fue el gran pecado del Tano. Con Jardine, los azulcremas han llegado a un nivel pocas veces visto en las décadas recientes.

Sin embargo, no valdrá otra cosa: si no son campeones, todo lo hecho hasta ahora pasará al olvido. Ese es el precio que paga el América por la exigencia que ellos mismos se imponen: los recuerdos se limitan a los campeonatos. Hay, a nivel histórico, muchos equipos que son recordados pese a no ser campeones. El Tampico Madero del 85, el Celaya de los españoles y Hugo Sánchez, el Atlas de La Volpe, el Morelia de Tomás Boy. No es el caso para el América.

Sólo un equipo ha superado la prueba del tiempo sin ganar un campeonato: aquel que dirigía Leo Beenhakker con jugadores de culto como Kalusha y Biyik. Las recordadas 'Águilas Africanas'. Aquello fue la excepción que confirma la norma. En el América, la gloria total sólo se reserva para quienes dejan oro en la vitrina —y a veces ni para ellos, como demostró Rubens Sambueza, dos veces campeón y que no es considerado ídolo de manera unánime—.

Esta edición del América está a dos partidos de pasar a la historia —porque lo del domingo será un trámite—. Y entonces, si lo consiguen, el debate será tentador: ¿adónde se encuentra históricamente este equipo en el mapa americanista de campeones? ¿Compite con las mejores versiones de todos los tiempos? Hay argumentos para pensar que sí. Pero si el título se les escapa una vez más, todo lo vivido servirá de nada. Será echado a la basura y quedará como un casi. Esa es la condena americanista. Todo o nada.

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