América y la vergüenza de fichar a Chicote Calderón tras su paso por Chivas

Chicote Calderón festejando uno de sus goles al América en el torneo Guardianes 2020. (ULISES RUIZ/AFP via Getty Images)
Chicote Calderón festejando uno de sus goles al América en el torneo Guardianes 2020. (ULISES RUIZ/AFP via Getty Images)

El América ha hecho todo bien en los últimos meses. Por eso son los campeones de México. Pero el fichaje de Cristian Chicote Calderón es tan incomprensible que pone en tela de juicio la estabilidad azulcrema. Es una incorporación que contradice los paradigmas de grandeza impuestos en esa institución. Al principio, cuando los rumores empezaron, parecía broma del Día de los Inocentes, pero finalmente Las Águilas han hecho oficial la llegada del lateral izquierdo de 26 años, proveniente de Chivas. Llegará como agente libre, luego de cuatro años de sinsabores en el Guadalajara y muchas polémicas lejos del campo de juego.

Claro, lo primero que sorprende es que Calderón hasta hace una semana pertenecía al Rebaño Sagrado, rival histórico del América. Pero, en realidad, durante décadas enteras ya esa rivalidad ha perdido casi todo su sazón. Y ni siquiera está pasando de forma directa, pues no hubo negociaciones entre ambos clubes (el contacto fue entre club y jugador). Mucho más extraño fue el fichaje, en 2019, de Oribe Peralta por Chivas, que venía de ser capitán y campeón en Coapa.

Ya nada sorprende. Los tiempos románticos terminaron hace mucho. Aunque, claro, hay recuerdos difíciles de olvidar. Lo más importante que hizo Calderón en Chivas fue anotarle tres goles al América en los Cuartos de Final del Guardianes 2020. Todos fueron golazos, muy similares entre sí (disparos de zurda afuera del área, denominados como Chicotazos). Y, como debía ser, Calderón besó el escudo de Chivas en sus festejos.

A ese jugador ha fichado el América. Un lateral que hace una semana escribió una despedida en la que le hizo un guiño a la afición de Chivas: "en un futuro nos volveremos a encontrar". También en su despedida quiso agradar a la tribuna. Aunque puede dársele el beneficio de la duda: quizá se refería a que volverían a encontrarse pero como rivales. Y eso pasará a partir de este torneo. Ya de nada servirán (ni sirvieron antes) esos gestos populistas.

Se puede anticipar que Calderón hará algo similar ahora con el América, para ganarse a la afición. Recién llegado a Chivas, en febrero de 2020, ya se le veía besando el escudo en un partido de Copa MX ante Dorados. Una táctica muy socorrida en todos lados, pero especialmente en México. Llevaba poco más de un mes en Chivas y ya sentía ¿amor? por los colores rojiblancos. Tenía la necesidad de demostrarlo porque venía del Atlas, el rival tapatío del Rebaño.

En teoría, esa acción está reservada para jugadores consagrados y que han aportado mucho de valor al equipo en el que juegan. Calderón no hizo nada relevante en Chivas, más allá de de esos Chicotazos, que tampoco sirvieron de gran cosa pues Chivas fue eliminado en la siguiente ronda ante León. Lo que sí hizo fue dar mucho de qué hablar por sus indisciplinas. La más importante fue la última, el torneo pasado, que ameritó su separación del plantel y la consecuente pérdida de la titularidad.

Ya en 2020 lo habían castigado internamente por irse de fiesta tras una derrota en Liga MX ante Cruz Azul, lo cual no hubiera pasado a mayores de no ser porque no pudo entrenar al día siguiente. Calderón, a nivel deportivo, es un lateral de buen nivel, que puede ayudarle al América en una zona del campo necesitada —y en la que no son capaces de generar un canterano—. Pero es un arma de doble filo. Puede funcionar o puede salir muy mal. En verdad muy mal. De entrada no ha sido recibido bien. Los gestos tribuneros del pasado le juegan en contra. Y la fama ganada de jugador conflictivo tampoco ayuda en nada.

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