“Dejaron sin padre a dos niños”: reparación del daño por asesinato policial de Brando, una deuda que Cuitláhuac hereda a Nahle

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Brando de Jesús Arellano Cruz soñaba con comprar una casa para su esposa e hijos, pero ese sueño se truncó cuando la policía municipal de Lerdo de Tejada, Veracruz, le arrebató la vida de un disparo. A casi un año de su asesinato, su familia sigue exigiendo justicia y una reparación del daño digna, ya que hasta ahora no han logrado obtener ninguna de las dos.

La noche del 19 de enero del 2024, cuando la Policía le quitó la vida a Brando, el pueblo ardió. No era la primera arbitrariedad que cometía la policía local. Una vecina que caminaba en la zona vio cómo un elemento con capucha caqui se acercó al coche estacionado afuera de la casa de la abuela de Brando y disparó. 

Corrió rápido la voz sobre lo que había pasado y cuando el pueblo vio que los policías buscaban cambiar armas y cartuchos, intentó detenerlos. Golpearon a los elementos, pero algunos emprendieron la huida. La trifulca se armó y terminaron incendiando el Palacio Municipal.

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asesinato policial Brando Arellano Veracruz Nahle
Foto: Ana Alicia Osorio

Aquella noche fueron detenidas cuatro personas. Dos de ellas participaron directamente en los hechos y permanecen bajo custodia. Las otras dos, identificadas como operadores que llegaron en apoyo, fueron liberadas posteriormente. Además, hubo dos más que lograron escapar.

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Uno de ellos, Enrique, fue encontrado en otro estado. Este elemento es señalado de realizar el disparo que acabó con la vida de Brando porque “se le hizo sospechoso”, según dijo en las audiencias. El otro, el exdirector, fue detenido en otro municipio donde estaba comisionado por la propia Secretaría de Seguridad Pública, que, a pesar del asesinato, lo mantenía en funciones.

La justicia no llega sola, no llega un día de pronto, así como le quitaron la vida a Brando. La justicia es algo que la familia ha tenido que buscar, por lo que ha tenido que luchar, pero todavía no llega.

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asesinato policial Brando Arellano Veracruz Nahle
Foto: Ana Alicia Osorio

 

La lucha de los familiares de Brando por justicia

Los padres de Brando, Ericka y Delfino, se tuvieron que ir unos meses de Lerdo de Tejada, un municipio de alrededor de 20 mil habitantes, ubicado en la zona de Los Tuxtlas de Veracruz. Se fueron por miedo, porque los agresores de su hijo estaban libres, sabían dónde encontrarlos y sabían que ellos no pararían hasta verlos en la cárcel. 

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De vez en cuando volvían. Lo hacían para las audiencias, para las manifestaciones. Como aquel día en que se enteraron del mitin de la entonces candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia por Veracruz, la hoy gobernadora Rocío Nahle, quien asumió este 1 de diciembre. Decidieron buscarla, con la esperanza de que los escuchara, pues el entonces gobernador Cuitláhuac García nunca se reunió con ellos.

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Nahle no los escuchó, o no directamente como Ericka esperaba. Escuchó sus gritos, sus consignas, su exigencia de justicia. Escuchó una petición de diálogo, que se convirtió en una manifestación que rápidamente se convirtió en noticia.

Aún así, para Ericka fue una manifestación exitosa, pues el proceso empezó a avanzar, y eso era lo único que ella pedía. La carpeta de investigación, que fue turnada a Xalapa, la capital del estado, se terminó de armar y a los pocos días se anunció la detención del elemento que faltaba. 

“No fui con esa intención, de que se armara un escándalo, pero yo siento que con eso pues cuando menos voltearon a ver lo que pasaba en Lerdo, ver una madre pidiendo lo que es justo, justicia”, dijo Ericka en entrevista con Animal Político.

asesinato policial Brando Arellano Veracruz Nahle
Familia y amigos de Brandon en mitin de Rocío Nahle. Foto: especial

 

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Pero el proceso está lejos de terminar. La etapa intermedia, donde se presentarán las pruebas, aún no inicia aunque estaba previsto para julio pasado, pues a través de diversos recursos legales de la defensa de los acusados se ha retrasado.

Mientras tanto, Ericka y Delfino han tenido que escuchar los pretextos de los detenidos, que cambian y varían: que no estaban en el sitio (aunque hay videos que los ubican ahí), que dispararon contra su hijo por la adrenalina que llevaban, que el coche se les hizo sospechoso o que pasó por una calle donde venden droga. 

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Lo que no dicen los elementos, cuentan los papás de Brando, es que el coche ya era conocido para los policías, y no solo porque llevaba muchos años en Lerdo de Tejada. En diciembre detuvieron a su hijo afuera de una tienda de conveniencia y lo hostigaron con preguntas sin sentido. Él le habló a uno de sus conocidos, quien trabaja en el ayuntamiento, y lo dejaron ir. 

Después, una vecina vio a unos policías tomarle fotos a la casa de los papás de Brando, y al carro, que estaba estacionado fuera. Pero no le dieron importancia. Sabían que la policía municipal tenía muchos reportes por abusos, pero nunca imaginaron que sería esa corporación la que les arrebataría a su hijo. 

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Ahora se preguntan si esos dos incidentes se encuentran relacionados con el asesinato. 

De lo que están seguros es que su hijo no se detuvo por esos incidentes y por todos los casos de arbitrariedades que había cometido la Policía, que detenía, golpeaba, sembraba armas y extorsionaba a habitantes. Están seguros, porque se los dijo, que le tenía miedo a esa corporación de seguridad, que al final fue la que acabó con su vida.

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Foto: especial

 

“No se paró por miedo, por miedo a una golpiza, por miedo a que le sembraran droga, por miedo a que le sembraran un arma, mi hijo no se paró por eso”, señaló Ericka. 

“Vamos a luchar por el proceso y no es justo lo que le hicieron, lo mataron de una manera artera y cobarde, por la espalda, cuando él no era un criminal”, afirmó Delfino. 

Ericka y Delfino explican que no van solo por los elementos que persiguieron y detonaron las armas contra su hijo, buscan llegar más arriba, buscan llegar a quien señalan como la persona que permitió que su hijo perdiera la vida: la síndica con funciones de alcaldesa, María Esther Arroniz.

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La familia la denunció por conocer sobre los abusos policiales, no actuar y solaparlos, además de presuntamente ocupar ilegalmente el cargo, aseguró su asesor jurídico Tomás Mundo. 

En Lerdo de Tejada las personas votaron por Fabián Cárdenas Sosa, pero antes de llegar al cargo fue detenido por actos delictivos, entonces el Congreso llamó a su suplente Ángel Vichi Lara, pero también fue detenido (y liberado unos meses después). Finalmente, quien ocupó el cargo fue Arroniz, pero sin pasar por el Congreso del Estado como se establece en las leyes. 

“El desorden que hay en Lerdo se debe fundamentalmente a este desgobierno, a esta falta de compromiso, no sé si a alguien desde el Congreso local, a alguien le beneficie todo esto que hay en Lerdo y los policías hacen y deshacen porque no hay gobernabilidad”, indicó Mundo.

El delito que buscan que se le impute es ejercicio indebido de la función pública con la denuncia 130/2024 en la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción del estado de Veracruz, pues consideran que al ocupar un cargo que no le corresponde permitió el abuso policial que terminó con la vida de su hijo. 

“No es nada más irnos a que lo mataron, sino todo lo que se genera desde la ingobernabilidad (…) que la investigación siga, quien la protegía o por qué pasó esto (…) ese es el precio de poner improvisados, como pasa con la fiscalía anticorrupción que ha mostrado su ineficacia en áreas muy técnicas del derecho penal”, dijo Mundo, quien reconoce que esta denuncia no ha tenido mayor avance, pues siguen integrando la carpeta de investigación. 

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Foto: Ana Alicia Osorio

 

La noche que policías asesinaron a Brando

La noche que Brando fue asesinado por una corporación que debía cuidarlo, Ericka la recuerda con claridad. Se despidió para ir a retirar dinero al cajero automático, visitar a su abuela, ir al gimnasio y cenar con su esposa, pero antes le pidió el aromatizante para rociarle al carro porque le gustó como olía. Ella lo esperó para que no se lo fuera a llevar. Fue la última vez que lo vio con vida, alegre, riéndose. Así lo recuerda y así lo recuerdan todos.  

Era la noche del 19 de enero del año pasado. Lo siguiente que recuerda Ericka se vuelve borroso. Una llamada para decirle que su hijo había sido atacado por la policía. Verlo dentro del coche, mientras una voz le gritaba que había recibido un disparo, una voz que le parecía conocida y que luego se enteró que era su esposo al que no dejaban pasar. Prometerle que no dejaría que la policía se lo llevara, sin saber que ya no la escuchaba. Gritos. Golpes. Oír que su hijo había perdido la vida. 

“A mi hijo me lo mataron, a mi hijo no le tocaba. Una persona ese día decidió que tenía que matar a alguien y me lo quitó”, sentenció Ericka. 

Delfino, su papá, fue el último en hablar con él. Brando alcanzó a hacerle una llamada donde le dijo que la policía lo perseguía, una policía famosa por hacer detenciones arbitrarias y extorsionar. Él le dijo que lo veía en casa de su abuela de donde estaban cerca. Al llegar, la policía no lo dejó pasar. Cuando se dio la vuelta para entrar por la otra calle, oyó disparos, uno de ellos le quitó la vida a su hijo. 

El motivo por el que lo intentaron detener, es la pregunta que ronda la mente de los papás de Brando. El por qué dispararon es la pregunta que no pueden responder. Qué hubiera pasado si hubiera llegado, es lo que le quita el sueño a Delfino, pero enseguida se responde que quizá fueran dos los muertos. 

Pero no pudo llegar. Hugo Bárcenas, el exdirector de la Policía Municipal se lo impidió. El mismo que en su defensa argumenta que llegó horas después al lugar de los hechos. El mismo que en un video grabado en medio de la confusión, Ericka logró captar mientras intentaban alterar la escena del crimen. 

Hugo está detenido junto con otros tres elementos. Él fue arrestado meses después, luego de muchas vueltas que dio la familia de Brando y luego de haber sido comisionado como policía a otro municipio, tras los hechos. Fue arrestado, cuenta Ericka, drogado mientras portaba el uniforme de la Policía Estatal. 

Los cuatro detenidos estaban con la Policía Municipal de Lerdo de Tejada, pero estaban allí comisionados por la Policía Estatal, es decir eran elementos estatales. Ese es el pretexto que usa ahora el Gobierno municipal para decir que a ellos no les reportaban nada de lo que hacían y que, aunque la gente ya había denunciado sus ilegalidades, nada podían hacer, cuenta Delfino. 

“El día que fuimos a la reunión (con el Cabildo) yo les cuestioné eso, de que porque esos policías hacían esos atropellos, porque como administradores del ayuntamiento le permitían tantos atropellos (…) y que como eran del estado que ellos no podían hacer nada y les dije oigan, pero una llamada a quien los mandó, a su supervisor y me contesta un regidor ‘si yo una vez hasta tuve un altercado con ellos y me dijeron que a nosotros no nos tenían que rendir cuentas, ni obedecer porque ellos venían del estado’”, detalló Ericka. 

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Brando era padre de familia. Foto: especial

 

Reparación del daño, una promesa sin cumplir

La única respuesta del ayuntamiento de Lerdo de Tejada ante el asesinato de Brando ha sido ofrecer un trabajo a su esposa, con miras a que en algún momento le puedan dar una plaza. Pero se niegan a colocar esa promesa por escrito y argumentan que es algo de buena voluntad. 

Ella aún duda si aceptarlo. No solo por la dificultad para la basificación que le prometen, sino también porque su hija requiere de cuidados especiales, ya que no puede quedarse sola o en espacios como guarderías. Las vueltas al médico, las terapias y los problemas para caminar, necesitan atención. 

Brando era el único sustento de su esposa e hijos, por lo que ahora han sido sus papás quienes han tenido que apoyarles. Las becas, ayuda alimentaria o cualquier otro programa al que como víctimas tienen derecho, no les ha llegado. 

Ericka explicó que el único tipo de apoyo con el que cuentan es para asesoría psicológica para ella, su esposo y los niños. Pero este es insuficiente para en realidad cubrirlo y en ocasiones ni siquiera les es entregado por lo que también eso han tenido que pagar ellos. 

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La reparación del daño, les dijeron, la deberán pagar los policías que asesinaron a Brando, pero para eso necesitan que exista justicia, es decir que haya una sentencia en su contra, lo que podría tardar. 

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Foto: Ana Alicia Osorio

 

El Estado no ha dado ninguna respuesta. El hecho de que hayan sido policías quienes le quitaron la vida no le ha llevado a pedir una disculpa, ni a brindar ningún tipo de ayuda a quienes quedaron sufriendo las consecuencias del asesinato. 

Esas ayudas, cuentan Delfino, no les regresarían a su hijo, pero sí ayudarían a que sus nietos pudieran tener mejores condiciones de vida e inclusive esa casa, ese lugar digno que Brando soñaba con darles. Pero nada de eso parece que vaya a suceder y por ahora solo pueden soñar que algún día obtendrán la anhelada justicia. 

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“Que los jueces y los fiscales tomen en cuenta la situación, que analicen antes que nada que estas personas, aunque sean trabajadores del Estado, aunque sean uniformados, que les caiga todo el peso de la ley. Mi hijo apenas tenía 27 años, pudo haber hecho muchísimas cosas. Mis nietos tienen 7 y 2 años, de aquí a que ellos se valgan por sí solos (…) espero que la reparación de daños sea justo, dejaron sin padre a dos pequeños,  los dejaron sin techo que tienen un techo, pero no es un techo digno, dejaron a una madre sin el abrazo del 10 de mayo, sin el obsequio de Navidad”, sentenció Ericka. 

Dejaron dos niños sin papá, ¿quién era Brando?

Hace unas semanas, el hijo de Brando vio a su tío en el supermercado y salió corriendo y gritando “papá”. Lo confundió al verlo de lejos y pensó que por fin había regresado su papá a quien tanto extraña. 

A sus siete años le es difícil entender qué fue lo que sucedió y por qué su papá, con quien solía ver películas y comer palomitas en las noches, ya no regresará más. 

Más difícil le es a la niña de apenas dos años, quien ni siquiera podía ponerse de pie cuando Brando fue asesinado. Ella tiene pie equinovaro y una afección cardiaca que le complica la salud y que provocaba que seguido tuviera que estar en hospitales. 

Para ellos, Brando soñaba comprar una casa. Una en la que tuvieran piso de cemento y que así su hija no tuviera complicaciones por respirar la tierra y la humedad del cuarto en el que vivían. Pero ese sueño no se podrá cumplir. 

A sus 27 años, él había pasado por varios trabajos. Licenciado en contaduría sin titular, había logrado colocarse en algunos puestos como encargado de crédito y cobranza de un banco, por el que se ganó el aprecio del pueblo porque, cuenta su mamá, tras su muerte varias personas se le acercaron a narrarle cómo el ponía de su bolsa para evitar que subieran los intereses de aquellas personas que veía necesitadas y ellas se comprometían a pagarle después.

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Uno de los pasatiempos de Brando era acudir al gimnasio, recuerda su familia. Foto: especial

 

También fue gerente de ventas de una cervecera, pero aspiraba a más. Por eso junto con su esposa a veces colocaban un puesto de hamburguesas y otras comidas rápidas en las noches, para juntar más dinero. 

“El buscaba la manera de progresar, cuantas cosas no pudo haber hecho mi hijo, él era conocido por chambeador, por el gimnasio, por deportista, lo conocían por apoyar”, contó su mamá. 

Las idas y venidas del hospital con su hija y su espíritu hogareño lo llevaron a renunciar a su trabajo formal, porque una tía de su esposa se enfermó gravemente y necesitaba alguien que pudiera trasladarla a los médicos y ayudarla a poner todo en orden antes de partir. Pero quien partió fue él. Unos días después de su renuncia, le quitaron la vida. 

Ahora, en casa de su mamá reposa su fotografía, serio, sentado en el asiento de un coche. Y sus hijos siguen viviendo en aquel cuarto prestado del que él soñaba con sacarlos, para llevarlos a un lugar mejor.