Nueva era para los cubanos: Se le dificulta a muchos recién llegados obtener residencia

Cuando Rachel Domínguez y su esposo, Andy, llegaron a la frontera entre Estados Unidos y México el año pasado, esperaban poder convertirse en residentes permanentes en poco tiempo, como lo han hecho generaciones de cubanos antes que ellos.

Huían de años de persecución y amenazas por su oposición al gobierno cubano, dijo Domínguez. Agentes de seguridad del Estado los vigilaban, los saludaban en las esquinas, se presentaban en las recogidas de los niños en la escuela y se sentaban en el garaje. El acoso se intensificó luego de que históricas protestas del 11 de julio de 2021, y perdieron sus empleos luego de participar en las manifestaciones.

“Te sentaban en un lugar, te quitaban el teléfono, y a veces te decían que te tienes que portar bien, que nosotros te desaparecemos. Tu familia no sabes dónde estás. A veces uno se pasaba el día entero ahí”, dijo.

La pareja vendió sus dos casas y un carro. Diez meses después de las protestas, en mayo de 2022, volaron a Nicaragua. Domínguez dejó a sus hijos, de 6 y 12 años, con sus abuelos, sin querer arriesgar sus vidas.

Durante 13 días la pareja caminó y tomó autobuses y camiones desde Managua, pasando por Honduras y Guatemala. En México, un grupo de hombres vestidos de policías secuestraron a su grupo y los mantuvieron a punta de pistola durante toda una noche hasta que les pagaron. Tras ser liberada, la pareja pasó 28 horas en un contenedor hermético de camión junto con un niño no acompañado, a quien le pisaba el pie una maleta, y una mujer de 80 años que se desmayó de dolor tras lastimarse la cadera al chocar el vehículo contra un bache.

Cuando la pareja cruzó el Río Grande — ayudando a la mujer mayor a navegar por el río —hacia la ciudad tejana de Eagle Pass, habían agentes fronterizos estadounidenses al otro lado.

“Los oficiales nos dijeron que todo iba a estar bien”, dijo Dominguez.

Las autoridades de inmigración separaron a la pareja para las entrevistas, y fue entonces cuando comenzaron los problemas: los agentes fronterizos le otorgaron a su esposo un parole, que permite a las personas ingresar al país por razones humanitarias o de interés público urgentes. Más importante aún, eso lo hizo elegible para solicitar una green card un año después de su llegada bajo la Ley de Ajuste Cubano de 1966.

Pero Domínguez fue liberada con un documento I-220A, un formulario que los funcionarios de inmigración entregan a las personas liberadas de custodia y puestas en proceso de deportación.

Durante casi seis décadas, los inmigrantes cubanos han disfrutado de una vía rápida hacia la residencia permanente en Estados Unidos a través de la Ley de Ajuste Cubano. Ahora, el gobierno federal ha liberado a miles de cubanos recién llegados de la frontera entre Estados Unidos y México con documentos que una junta de apelaciones de inmigración decidió no los hace elegibles para obtener tarjetas de residencia bajo la ley. Es una interrupción del trato preferencial que los cubanos han recibido históricamente. Y está creando un nuevo grupo de inmigrantes cubanos indocumentados que luchan por permanecer en el país.

El Departamento de Seguridad Nacional no respondió a las preguntas del Miami Herald sobre cuántos cubanos recién llegados han sido liberados con documentos I-220A o con parole. Los abogados del sur de la Florida estiman que el número es como mínimo de decenas de miles.

Algunos jueces de inmigración otorgaban tarjetas de residencia a cubanos con I-220A. Pero el Departamento apeló esas decisiones. El mes pasado, la Junta de Apelaciones de Inmigración declaró que los cubanos liberados con un I-220A no califican para la residencia permanente a través de la Ley de Ajuste Cubano, una decisión que sólo puede ser revocada por un tribunal federal o el fiscal general de Estados Unidos.

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Los abogados de Miami dicen que han visto casos en los que familiares que huyeron de la isla y cruzaron la frontera juntos recibieron diferentes documentos de inmigración. Los cubanos recién llegados dijeron que el hecho de obtener parole en la frontera o un formulario I-220a parecía al azar y dependía del criterio del oficial fronterizo que los entrevistó.

Según la ley federal, el parole se concede caso por caso. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, la agencia de Seguridad Nacional que se encarga de la frontera, no respondió a las preguntas del Herald sobre si existe un protocolo oficial para decidir qué cubanos obtienen la I-220A.

Domínguez dijo que el grupo de mujeres cubanas con las que fue procesada recibieron I-220A, mientras que los hombres que fueron procesados con su marido obtuvieron parole.

“El nivel de inconsistencia que tienen en la frontera al decidir si aprueban un parole o no es una práctica que no tiene sentido. Es una lotería”, dijo John de la Vega, un abogado de inmigración de Miami con varios clientes que tienen I-220A.

Los cubanos como Domínguez ahora se limitan principalmente a luchar por asilo para permanecer en el país. Pero el proceso de asilo es complicado y no es una opción segura. El sesenta y uno por ciento de las solicitudes de asilo de ciudadanos cubanos fueron rechazadas entre 2001 y 2021, según un informe del Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse. El proceso también es largo: la próxima audiencia de inmigración de Domínguez está programada para 2026.

El esposo de Domínguez podría eventualmente solicitar una tarjeta de residencia en nombre de su esposa una vez que se convierta en residente permanente. Pero ese es un proceso costoso que dura años y depende de si se aprueba la green card de su marido. Probablemente también tendría que abandonar el país para presentar la solicitud.

“No es tan fácil ganar un asilo”, dijo Dominguez.

Gratitud e incertidumbre

El Herald habló con casi una docena de cubanos que viven en el sur de la Florida liberados con I-220A. Están agradecidos de que Estados Unidos les haya permitido ingresar al país. Pero el reciente fallo ha causado conmoción entre los cubanos recién llegados al sur de la Florida, quienes esperaban poder convertirse rápidamente en residentes permanentes.

Varios usaron la misma expresión en español para describir cómo se sintieron cuando se enteraron por primera vez de la decisión de la junta de inmigración: Cayó como un balde de agua fría.

Pero algunos mantienen la esperanza.

“Perdimos una pequeña batalla. Pero no se perdió la guerra”, dijo Joel Pérez Sa, un cubano con un I-220A que llegó a Estados Unidos hace dos años y medio.

Joel Perez Sa es uno de los muchos miles de cubanos recién llegados. que no podrá obtener la residencia permanente en los Estados Unidos debido a los trámites que le entregaron las autoridades federales
Joel Perez Sa es uno de los muchos miles de cubanos recién llegados. que no podrá obtener la residencia permanente en los Estados Unidos debido a los trámites que le entregaron las autoridades federales

El ex cuentapropista habanero, quien dijo que las autoridades de la isla lo detuvieron repetidamente, lo recibieron familiares que llegaron a Miami en los años 80. Quiere estudiar administración de computadoras y obtener su residencia para poder traer a su esposa e hijos que dejó atrás.

“De esa manera pueden entrar legalmente y no tener que pasar por lo que yo pasé”, dijo.

Un domingo reciente, un pequeño grupo que arbolaba banderas cubanas y carteles protestó por la decisión de la junta de inmigración afuera del restaurante Versailles de Miami. Era el segundo fin de semana consecutivo que lo hacían. Se unieron a otra manifestación que exigía la libertad de los presos políticos de la isla. Los coches que pasaban tocaban la bocina en señal de apoyo.

La decisión dejó a Abdiel Benitez, un hombre de 20 años de la Habana, “devastado totalmente. Porque al tomar esa decisión,mi vida corre peligro por temor a una deportación”, dijo.

Benítez estaba en la protesta con su familia, sosteniendo carteles con letras rojas y verdes que decían “I-220 a Parole” y “Patria y Vida”, el nombre de una canción que se ha convertido en un llamado a la liberación de Cuba. Salieron de Cuba en febrero de 2022 después de protestar en las manifestaciones del 11 de julio.

Las autoridades cubanas condenaron a uno de sus familiares a 15 años de prisión. Los líderes vecinales progubernamentales ordenaron un boicot al negocio de hostelería y cafetería de la familia. Los funcionarios amenazaron con que Benítez no sobreviviría el servicio militar obligatorio para hombres mayores de 17 años.

Los funcionarios cubanos “me secuestraron y me llevaron a la estación de policia. Me dijeron ‘Tú tienes 17 años, tú vas a ir al servicio. En el servicio muchos muchachos se mueren y tú puedes ser uno de ellos si no te pones a pensar cómo tiene que ser”, afirmó Benítez.

Benítez y su familia viajaron a Nicaragua y luego utilizaron coyotes para llevarlos a la frontera entre Estados Unidos y México. La familia fue liberada en los Estados Unidos un día después de que Benítez, que padece una enfermedad sanguínea, sufriera una fuerte caída de oxígeno en la sangre.

“El niño casi se me muere en la frontera”, dijo.Yelaine González, la mamá de Benitez.

Un pequeño grupo de cubanos recién llegados protestan por no poder obtener la residencia permanente en Estados Unidos debido a los documentos que les dieron las autoridades federales
Un pequeño grupo de cubanos recién llegados protestan por no poder obtener la residencia permanente en Estados Unidos debido a los documentos que les dieron las autoridades federales

González vino a Miami con su esposo y su hijo porque tiene un hermano aquí que pudo acogerlos. La familia poco a poco está construyendo una nueva vida en el sur de la Florida. Alquilaron una unidad de eficiencia propia y su hijo está recibiendo atención médica. Su marido consiguió un trabajo en la construcción, mientras que ella empezó a trabajar en una guardería.

Pero todos recibieron la I-220A en las fronteras. La familia está luchando por asilo sin los recursos ni el dinero para hacerlo.

González lleva consigo los recuerdos de cuatro décadas en Cuba, el trauma del viaje de su familia a Estados Unidos y los temores de ser enviada de regreso a la isla.

El estrés la ha dejado con palpitaciones, insomnio y rápida pérdida de peso. En un momento después de mudarse a Estados Unidos, dijo, pensó en “poner fin a la angustia”.

“No lo hice porque mi hijo me dio fuerza para seguir adelante”, dijo.

Pero tiene pesadillas en las que la deportan, dijo. En sus sueños está de regreso en Cuba y llora hasta quedarse sin aliento. Luego se despierta en los Estados Unidos.

Y espera, mañana tras mañana, poder calificar de alguna manera para la Ley de Ajuste Cubano, convertirse en residente permanente y luego ciudadana estadounidense.

“Podría concentrarme en trabajar y salir adelante... y darle a este país todo lo que nos pida”, dijo. “Nos ha brindado muchas oportunidades”. A su hijo le gustaría unirse al ejército estadounidense.

Bendecido de estar aquí

El abogado de inmigración de Miami, Mark Prada, ha argumentado en varios casos que liberar a cubanos con I-220 es ilegal y que el gobierno debería haberlos liberado con un parole humanitaria. Está buscando casos federales para apelar que podrían socavar el fallo de la junta.

“Seguimos argumentandolo incluso si un juez de inmigración no lo acepta... porque la junta no tiene la última palabra en esto”, dijo.

Muchos de los cubanos con I-220A tienen solicitudes de asilo en curso, lo que les permite solicitar permisos de trabajo. Pero sin un estatus migratorio definitivo o sin saber si pueden quedarse a largo plazo, dicen que es difícil construir una carrera o continuar estudios en Estados Unidos.

Jeans Montero, de 41 años, dijo que se sintió “libre” una vez que llegó a la frontera entre Estados Unidos y México. El habanero estudió ingeniería biomédica en Cuba, reparando equipos de diagnóstico y laboratorio en hospitales. Encontró un trabajo en el mismo campo en Miami. Montero actualmente está tomando clases de inglés y espera convertirse en enfermero algún día. Pero no califica para ayuda federal para estudiantes ni para préstamos que puedan solicitar los residentes permanentes o algunas personas en parole.

Jeans Montero es uno de los miles de cubanos recién llegados que no podrá obtener la residencia permanente en Estados Unidos debido a los documentos que le entregaron las autoridades federales
Jeans Montero es uno de los miles de cubanos recién llegados que no podrá obtener la residencia permanente en Estados Unidos debido a los documentos que le entregaron las autoridades federales

A pesar de lo que describe como un “limbo migratorio”, dice que está mejor aquí que en Cuba.

“Me siento bendecido de estar aquí. No dejo de agradecer a este hermoso país”, dijo.

Rachel Domínguez, la mujer que obtuvo una I-220A mientras su esposo obtuvo parole, actualmente pinta casas. Estudió periodismo hace una década y sueña con ser reportera o abogada.

En Cuba, las autoridades la asustaron para que no siguiera una carrera como periodista independiente. Una vez, hace como diez años, fue a recoger a su hija después de la escuela, pero los funcionarios la habían llevado a la oficina de la guardería.

Domínguez dijo que la niña jugaba tranquilamente mientras los agentes de seguridad del Estado le decían: “Tú eres opositora…Un día puedes venir a buscar a la niña y no verla nunca más”.

Domínguez dijo que sus padres estaban cuidando a sus hijos en Cuba hasta que ella pueda enviarlos a buscar. Pero el mes pasado su padre murió tras una embolia. Ahora su madre está sola y los funcionarios cubanos han ido a visitar su casa.

Espera traer legalmente a su madre y a sus dos hijos de la isla. Pero no puede hacerlo sin residencia o ciudadanía.

Domínguez ahora está esperando ver cómo se desarrolla su solicitud de asilo. Si se le concede, puede solicitar la residencia permanente después de un año e intentar que su familia se una a ella. Mientras tanto, si viaja fuera de Estados Unidos para reunirse con sus hijos en otro lugar, su precaria situación migratoria significa que tal vez no pueda regresar.

“Me siento salvada, incluso sin residencia”, dijo. “Pero me falta un pedazo”.