Las cuatro formas de aprender y cómo usarlas en el aula
Avanzar en un aprendizaje de calidad exige considerar la diversidad existente en las aulas. Sabemos que el género, la clase o el origen importan en el aprendizaje: las chicas trabajan más y pueden ser peor valoradas en los trabajos universitarios; las condiciones socioeconómicas de las familias inciden en los resultados escolares; el cruce entre la clase y el origen genera procesos de segregación escolar.
Aprendemos diferente
Esta diversidad también puede ser abordada en forma de estilos de aprendizaje. El pedagogo estadounidense David Kolb examinó la forma en que aprenden los sujetos desde una perspectiva cíclica. Concluyó que hay cuatro estados o fases a la hora de aprender:
La experiencia concreta de una situación de aprendizaje.
La observación reflexiva de un fenómeno.
La conceptualización abstracta sobre el significado de lo observado.
La experimentación activa de las hipótesis planteadas.
Los estilos de aprendizaje
A partir de la preferencia de las personas por una determinada fase de las citadas anteriormente, Kolb define 4 tipos de aprendizaje, que son:
El estilo convergente: pone énfasis en la conceptualización abstracta y la experimentación activa.
El divergente enfatiza la experiencia concreta y la observación reflexiva como formas de aprender.
El asimilador prioriza la conceptualización abstracta y la observación reflexiva.
El acomodador se caracteriza por centrarse más en la experiencia concreta y la experimentación activa.
Gracias las plantillas existentes en internet, cualquiera puede conocer su estilo y sus características.
Un estudio en ciencia política
En el caso específico de la Ciencia Política, un estudio realizado en 1997 mostraba la presencia de esta diversidad de estilos en el alumnado.
Con la intención de actualizar estos datos y repensar la docencia en el grado de Ciencia Política de la UPV/EHU, en 2023 hemos pasado el cuestionario al alumnado. Conocer estos datos puede ser clave para un aprendizaje centrado en el alumnado.
Algunas potencialidades de los estilos
Lo primero que vemos en los resultados de nuestro cuestionario es que el 49 % de las chicas y el 59 % de los chicos presentan rasgos del estilo asimilador. Este estilo, caracterizado por un pensamiento abstracto y especulativo, puede ser ideal para el trabajo de textos teóricos en el aula.
El resto del alumnado se reparte en los otros tres estilos. En el caso de las chicas se observa una mayor presencia del aprendizaje convergente, centrado en la aplicación de ideas para solucionar problemas. Este modelo es ideal cuando hay que realizar un proyecto, resolver un problema o analizar un caso.
El 18 % de las chicas y el 12 % de los chicos son acomodadores, y están interesados en plantear soluciones a los problemas a partir de sus propias experiencias, algo que puede aprovecharse para dinámicas de aprendizaje como los debates en pequeños grupos.
Finalmente, otro 15 % de chicos y chicas presenta un estilo divergente, que despliega formas de análisis complejas y asentadas en miradas eclécticas de la realidad. Su papel puede ser clave en la articulación de ideas en los trabajos en grupo.
Un ejemplo práctico
Considerando esta diversidad, algunos docentes están planteando secuencias docentes que permitan transitar por las 4 fases del aprendizaje.
Por ejemplo, se puede trabajar la asignatura de teoría política comenzando con la experiencia concreta a través de un cuestionario para conocer las opiniones del alumnado sobre la naturaleza humana.
El siguiente paso sería activar la observación reflexiva identificando y definiendo los puntos de vista de la naturaleza humana en un continuo ideológico.
Podemos continuar la secuencia docente introduciendo la conceptualización abstracta con lecturas y comentarios docentes sobre los teóricos políticos y sus concepciones sobre la naturaleza humana.
Y podemos cerrar la secuencia con la experimentación activa, por ejemplo diseñando un juego de rol en los que el alumnado asuma diversas teorías políticas y las someta al juicio de una deliberación sobre la reforma del código penal.
Conocerse uno mismo
Además de ser una potente herramienta para la mejora docente, también nos puede ayudar a autodiagnosticarnos. Conocer nuestro estilo de aprendizaje y conocer sus características puede permitirnos comprender nuestras fortalezas y nuestras debilidades y puede ser clave, por ejemplo, en la elección del enfoque de un trabajo de fin de grado.
De la misma forma, el conocimiento del estilo de aprendizaje puede ser clave para un reparto más equilibrado y eficaz de las diversas tareas que supone la elaboración de un proyecto de investigación en modelos de aprendizaje cooperativos.
En lógicas como el aprendizaje basado en proyectos, el alumnado asimilador puede maximizar sus habilidades abordando los aspectos más abstractos frente a la capacidad del alumnado acomodador para la realización de análisis aplicados del proyecto.
Este autodiagnóstico, además, se puede realizar con perspectiva de género y se puede monitorizar en el desarrollo de los trabajos a través de herramientas como los contratos de grupo o los cuadernos de viaje.