La mayoría de gobiernos no están haciendo caso a los científicos en la pandemia
Cuando a finales del año 2016, algunos medios de comunicación acudieron al comunicador científico Gabriel León para saber cuál había sido el acontecimiento científico más relevante de aquel año, el divulgador chileno respondió que “la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos”. En aquel momento nadie entendió demasiado su respuesta. Cuatro años más tarde, aquella contestación tiene todo el sentido. Se suele pensar que la ciencia es un trabajo independiente, neutral e imparcial, sin vínculos visibles con el resto de actividades humanas. No es cierto. Los investigadores, y su labor de generar conocimiento sobre el mundo que nos rodea, dependen de incontables factores, la mayoría de ellos ajenos al método científico. La financiación insuficiente de un laboratorio, una ley que limite determinados desarrollos o un decreto que prohíba la investigación en determinadas materias, un gobierno que recorte los presupuestos de una agencia espacial o de un sistema nacional de ciencia… en realidad existen cientos de aspectos políticos, históricos, sociológicos o económicos que influyen en la ciencia.
La pandemia de Covid19 ha dejado patente que los asuntos políticos, la legislación o la financiación, son elementos decisivos en el buen desarrollo de la ciencia. Esta delicada y quebradiza relación entre política e investigación se ha visto desafiada, de una manera que pocos podrían imaginar, con la aparición de un simple virus… desafortunadamente, y según la opinión de la mayoría de los investigadores que han trabajado en la pandemia este último año, el estrecho nexo entre ciencia y política no ha sido satisfactorio.
Con el fin de obtener una idea del impacto que la pandemia de COVID-19 ha tenido en la comunidad científica internacional, su trabajo y las implicaciones para la ciencia, la Revista Frontiers in Public Health acaba de publicar una amplia y exhaustiva encuesta a investigadores, revisores y editores, realizada durante los meses de mayo y junio de 2020. Se trata de uno de los principales estudios académicos jamás realizados, con más de 25.300 científicos pertenecientes a diferentes roles y áreas de investigación, en representación de más de 150 países diferentes.
Los resultados son muy interesantes y engloban la respuesta de los científicos alrededor del mundo sobre cómo ha afectado la pandemia a su trabajo, qué gobiernos han prestado más atención a las recomendaciones de sus científicos o cuáles son las preocupaciones generales para el futuro más próximo. Por supuesto, el punto más llamativo es el descontento generalizado de los científicos con sus respectivos gobiernos.
El gráfico superior muestra el nivel de satisfacción de los científicos de cada país con la labor realizada por su propio gobierno, así como su opinión sobre si sus legisladores han tenido en cuenta su asesoramiento científico. Los investigadores que más satisfechos están con las medidas adoptadas por su gobierno son los científicos de Nueva Zelanda (77%), Grecia (76%), China (71%) o Argentina (70%), mientras que los gobiernos que peor parados salen de esta encuesta son Estados Unidos, Chile, Brasil o Reino Unido, con unos porcentajes de aceptación sorprendentemente bajos.
En nuestro país, España, el gobierno también aparece muy perjudicado y solo el 33% de los novecientos investigadores encuestados en este estudio han manifestado su satisfacción por el trabajo realizado y el nivel de atención a las recomendaciones científicas.
Un dato destaca por encima del resto: de los 150 países incluidos en esta gran encuesta, solo 20 gobiernos han conseguido superar el 50% de satisfacción por parte de sus investigadores científicos. La mayoría de los encuestados considera que su país no ha seguido correctamente las recomendaciones de la comunidad científica durante la pandemia.
Por otro lado, el gran estudio de Frontiers arroja también algunas conclusiones:
A pesar de las limitaciones, restricciones e interrupciones que la pandemia ha supuesto en todo el mundo, el trabajo diario de los investigadores no se ha visto afectado significativamente (en el momento de la encuesta) y muchos afirmaron que pudieron continuar con su trabajo profesional a pesar de los confinamientos.
La mayoría de los investigadores piden que los responsables políticos inviertan más en fondos de investigación básica y en mejores formas para que la ciencia asesore en la toma de decisiones. Esta recomendación proviene de una preocupación extendida: casi la mitad de los investigadores temen que la pandemia tenga un efecto negativo en la financiación de la ciencia.
La pandemia ha animado a muchos investigadores a reconsiderar cómo comparten su trabajo con otros científicos y se inclinan por apoyar el acceso abierto, compartiendo sus datos con la comunidad y el uso de servidores de preimpresión.
La mayoría de los investigadores quieren contribuir a los diferentes grupos de trabajo, principalmente con el intercambio de conocimientos entre disciplinas.
Los efectos inmediatos sobre la financiación aún no están muy claros, pero muy pocos científicos informan de un aumento en el presupuesto de su departamento o centro.
El antropólogo francés Claude Levi-Strauss solía decir que un científico no es quien da las respuestas correctas, sino el que hace las preguntas correctas. Conociendo el perpetuo interés de los políticos por obtener respuestas simples a cuestiones complejas, la relación entre política y la ciencia seguirá siendo un tira y afloja en los próximos años. Esperemos que las lecciones que nos ha dejado esta pandemia sirvan de algo para los siguientes problemas. En este mismo trabajo de Frontiers, los investigadores expresan una preocupación generalizada por futuras pandemias pero, les inquieta especialmente el cambio climático y cómo los responsables políticos tampoco están prestando atención a las recomendaciones políticas.
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Referencias científicas y más información:
Rijs, Chantelle, y Frederick Fenter. “The Academic Response to COVID-19”. Frontiers in Public Health, vol. 8, 2020. Frontiers, doi:10.3389/fpubh.2020.621563.
The Economist: “Are governments following the science on covid-19?”