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El asombroso caso de la mujer asintomática que podía contagiar el COVID 70 días después de dar positivo

Microfotografía que muestra 4 virones del SARS-CoV-2 en primer plano. (Crédito imagen: NIAID-RML, vista en Wikipedia).
Microfotografía que muestra 4 virones del SARS-CoV-2 en primer plano. (Crédito imagen: NIAID-RML, vista en Wikipedia).

Con esa pequeña luz al final del túnel que supone el avance de resultados de la vacuna de Pfizer, y mientras algunos comienzan a hacer cuentas de quién será incluido en la lista de los 10 millones de dosis que llegarán a España, el virus sigue empeñándose en amargarnos las navidades y en mostrar su peor cara. Los datos de la segunda ola son escalofriantes, incluso en provincias como Asturias que habían tenido buenas cifras hasta no hace demasiado. Con la mayor parte de los lugares donde socializar cerrados, es de suponer que el número de infectados debería ir bajando poco a poco, a no ser claro que bajemos la guardia en lugares cerrados y poco ventilados. Después de todo. ¿Quién te dice a ti que no puedes cruzarte con un súper contagiador que aparentemente está sano como una manzana?

Estos días atrás, he leído acerca del extrañísimo caso de una mujer asintomática que continuó albergando partículas infecciosas del COVID-19 en su organismo, 70 días después de haber dado positivo por primera vez en un test (lo cual sucedió el pasado 2 de marzo de 2020).

Esta “marca” supone un nuevo récord de actividad infecciosa según puedo leer. Existían casos de personas hospitalizadas que seguían manteniendo la capacidad de infectar 20 días después de su primer positivo, e incluso personas a las que se les detectaba material genético del virus (aunque no contagiaban) hasta 63 días después de que aparecieran los primeros síntomas. Pero el caso de esta mujer es inaudito ya que como digo era asintomática y seguía pudiendo infectar a otros después de casi dos meses y medio.

¿Dónde está la clave? Bien, por desgracia para nuestra protagonista, la grave enfermedad que padecía esta mujer de 71 años desde hacía una década (leucemia), mantenía su sistema inmunológico completamente deprimido, lo que hacía que fuera incapaz de derrotar al virus SARS_CoV_2 (que por otra parte no parecía provocarle sintomatología alguna). De hecho, si se enteró de que era positivo en COVID-19 fue porque requirió hospitalización para ser tratada de una anemia severa relacionada con su cáncer.

El hallazgo, pese a la aparente rareza, debería alertar a los expertos en salud pública, ya que por desgracia existe un buen número de pacientes con sistemas inmunológicos debilitados por otras enfermedades (como el cáncer) o bien por algunas terapias empleadas para combatirlo, como la quimioterapia.

Por hacernos una idea del número hipotético de personas en nuestro país que podrían experimentar un caso de contagiosidad longeva como el citado, baste decir que en 2020 se estima que habrá casi 280.000 nuevos casos de cáncer diagnosticados en España, y que en torno a un 10 o un 12% de los cuales podría requerir tratamiento de quimioterapia (es decir hablamos de casi 30.000 personas). A esa cifra habría que sumar los pacientes de otras enfermedades autoinmunes sistémicas que no se estén tratando debidamente.

Obviamente no conviene caer en el alarmismo, no se puede extrapolar datos a partir de un único caso como este del que hablamos hoy pero a medida que el virus continúe expendiéndose, más y más afectados por trastornos inmunosupresores se verán contagiados con COVID-19, por lo que es importante comprender cómo les afecta.

Estudios anteriores realizados durante el brote de MERS en 2012 ya habían mostrado la capacidad de los enfermos inmunodeprimidos para cobijar carga viral de manera prologada (hasta un mes después de la infección).

La pregunta que los investigadores intentan responder a estas horas es qué porcentaje de estas personas pueden ser asintomáticas. Sea como sea, existe el peligro de que estos portadores del coronavirus puedan expandir la infección inadvertidamente durante largos períodos de tiempo, por lo que como digo habría que prestar especial atención a estas personas.

El trabajo que recoge este caso, realizado por un equipo de virólogos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos, se ha publicado en la revista Cell.

Me enteré leyendo ScienceAlert.

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