Copa de la Liga Profesional: bloopers, canchas en pésimo estado, ovación a bomberos, barrabravas y algún golazo en la fecha 2

A cuál más blooper: la pifia de Mauricio Martínez que obligó a una atajada de su compañero Jorge
A cuál más blooper: la pifia de Mauricio Martínez que obligó a una atajada de su compañero Jorge "Fatura" Broun, y el estado de la cancha de Rosario Central en el 0-0 con Banfield por la Copa de la Liga Profesional.

Goles facilitados por groserías futbolísticas. Una lesión en un festejo. Una aclamación a los que en otra época representaban un insulto. El país del fútbol de potrero, en canchas profesionales que les recuerdan a los jugadores aquellos tiempos de la infancia: parecen potreros. Y siempre, alguno que otro golazo, alguna que otra destreza con la pelota. La Copa de la Liga Profesional es esa fauna de hechos entre insólitos, absurdos, curiosos, graciosos y lucidos que caracteriza a ese fútbol argentino campeón del mundo. Campeón del mundo más por lo que hacen sus representantes en el exterior que por lo que ofrecen los “locales”; simposio de biblias y calefones, de la belleza del talento deportivo al grotesco de barrabravas apaleándose entre sí pese a idolatrar los mismos colores.

El variopinto, curioso, a veces inexplicable fútbol argentino –el doméstico, que antes era de fin de semana y ahora es de todos los santos días–, tiene rarezas como ésta –casi positiva– de las apenas tres victorias de equipos locales en 20 partidos (15% de efectividad, contra 7 empates y 9 triunfos de visitantes). Y también, errores crasos, fallas organizativas, situaciones inadmisibles. Este martes entregó varias de esas escenas, en la fecha 2 por la Copa de la Liga. También la 1 había tenido lo suyo. A continuación, un recorrido por estos albores del campeonato.

Bloopers

Independiente Rivadavia consiguió su primer triunfo en su regreso a la máxima categoría. Venció por 3-2 en La Plata a Gimnasia, que había debutado con un éxito en Córdoba (1-0 sobre Talleres). Con facilidades como la que otorgaron el defensor Felipe Sánchez y el arquero Nelson Insfrán, aprovechada por Mauricio Asenjo, ganar es más factible. El guardameta fue a tomar la pelota en el piso, el ingresado defensor y compañero se anticipó, ambos chocaron y el despeje defectuoso fue a la cabeza del también ingresado delantero contrario. El tanto resultó crucial: la Lepra mendocina ganó por un gol.

Con un favor parecido se topó Newell’s en La Fortaleza, en su 2-0 sobre el anfitrión, Lanús. El zaguero central Nery Domínguez estaba cómodo en una salida; ni bien fue presionado, cedió a un costado, largo, a José Canale. Cuando el paraguayo vio venir a Guillermo May, dudó y frenó la carrera hacia el balón, pero volvió a correr. Error: el uruguayo se le anticipó, encaró hacia el centro y entregó la blanca esfera a Brian Aguirre, que con un lindo remate castigó la indecisión y estableció el 1-0.

Pero no siempre un blooper deriva en un gol en contra. Rosario Central zafó de un tanto de Banfield gracias a una reacción de Jorge “Fatura” Broun. Cuando hay fuego amigo es más difícil responder, por lo inesperado de la acción, y el arquero se tiró a tiempo para evitar que una fuerte pifia de su ingresado compañero Mauricio Martínez, que había intentado rechazar un centro, terminara con la pelota en su arco.

“Prohibido” jugar por abajo...

El verano es la estación en la que, por calor y por mayor tiempo de luz solar en el día, el césped más se luce: crece más y está más verde. Mientras los campos de juego bien tratados aparecen como paños de billar en invierno, varios de la primera categoría argentina están amarillentos, o peor aun, se despedazan.

El caso más ostensible y que más incidencia tuvo en el partido que recibió es el de Rosario Central y Banfield. La cancha canalla tuvo un comportamiento a tono: canallesco. Imprevisible. Fue hundida para permitir la construcción de más plateas, como lo hizo River en el Monumental el año pasado, pero el Gigante de Arroyito presentó un estado calamitoso del pasto.

Con cada patada fuerte a la pelota que raspó el piso se levantó una cantidad sorprendente de césped, de tierra y de arena. Así los yerros que hubo: un córner de Ignacio Rodríguez para el Taladro ni siquiera llegó al área, porque la ejecución mandó la pelota atrás de los carteles de publicidad; un tiro libre de Ignacio Malcorra para Rosario partió hacia la estratósfera por el mismo motivo; un control de pelota de Elías Ocampo terminó en el mero intento, porque el balón era un objeto saltarín que se marchó rebelde del rectángulo de juego; una disputa entre Agustín Sández y Emanuel Coronel hizo parecer que los botines eran palas; un saque de arco de Broun terminó en un montículo instantáneo, en seguida cuestionado con la mirada por el arquero.

Y todo eso, en apenas 20 minutos, los primeros. Más tarde, otro brinco de la pelota le hizo un sorpresivo caño a Malcorra en un pase de Maximiliano Lovera, y hubo saque lateral para el equipo contrario. En fin. Casi no hace falta decir que el encuentro terminó sin goles...

La pirueta de Lautaro Ríos para quitarle el balón a Jaminton Campaz es menos curiosa que el estado del campo de Rosario Central, imposible para jugar bien al fútbol y favorable a lesiones.
La pirueta de Lautaro Ríos para quitarle el balón a Jaminton Campaz es menos curiosa que el estado del campo de Rosario Central, imposible para jugar bien al fútbol y favorable a lesiones. - Créditos: @Sebastián Granata

No se vio semejantes cosas en Avellaneda y en Liniers, pero sí un suelo desparejo en color. Vélez Sarsfield suele tener impecable el campo de juego, cuando no median recitales, claro. Esta vez, no obstante, no había un manchón grande, como los que suelen provocar los escenarios en una cabecera, sino varios desperdigados. Eso sí, la cancha no fue la causa de la derrota del Fortín por 1 a 0 contra Independiente, porque el local jugó correctamente, al punto de ser superior y estrellar dos balones en un poste y el travesaño.

Zonas marrones en el campo de juego del José Amalfitani, que supo ser ejemplar; no incidió de Vélez 0 vs. Independiente 1.
Zonas marrones en el campo de juego del José Amalfitani, que supo ser ejemplar; no incidió de Vélez 0 vs. Independiente 1.

Los espectáculos musicales (cuatro sesiones de La Renga en ocho días) afearon el campo de Racing, que parecía tener platinada buena parte de una de las áreas. Ningún justificativo, de todos modos, para que Gabriel Arias no detuviera el largo remate de Joaquín Mosqueira que se convirtió en un golazo, el único tanto del éxito de Unión en el Cilindro de Avellaneda.

Joaquín Mosqueira ya despachó el misil aéreo que explotará en el arco de Gabriel Arias; el maltratado césped de Racing no determinó el triunfo de Unión.
Joaquín Mosqueira ya despachó el misil aéreo que explotará en el arco de Gabriel Arias; el maltratado césped de Racing no determinó el triunfo de Unión.

Distintas fueron las actitudes de otros clubes ante situaciones parecidas: Boca y Huracán decidieron salir de sus estadios en la segunda estación del certamen porque el césped, resembrado, no se había recuperado a tiempo. El club xeneize se presentará en el Nuevo Gasómetro este jueves, frente a Sarmiento, y el quemero, cuya dirigencia se ufanó del primer reemplazo completo de pasto en los 75 años del Palacio Ducó, hizo de local este martes en el de Argentinos Juniors, ante Talleres.

¿Era mejor no hacer el gol?

Huracán, que había sido el mejor equipo en la fecha inicial de la Copa de la Liga, perdía pro 1-0 en el Diego Maradona a manos de la T. A los 43 minutos Walter Mazzanti consiguió el empate, con una sorpresiva diagonal por la derecha y un control de pecho. Pero el festejo le salió caro: el mediocampista chocó su rodilla izquierda con la del suplente Leandro Garate, el primero en llegar a él en la montonera celebratoria, y no pudo seguir.

Para colmo, a los dos minutos de la salida del titular del Globo, su rival Marcos Portillo se lució con un precioso derechazo y puso el 2-1, que sería definitivo. El gol de Mazzanti no alcanzó para rescatar un punto y no está claro por cuánto tiempo el volante no podrá actuar una de las mejores piezas del plantel.

Antes, “insulto”; ahora, aclamados

En los estadios de Buenos Aires se sintió el fuerte calor de este martes. Huracán vs. Talleres, en La Paternal, fue el encuentro más tempranero (a las 17), y por ende, el de mayor temperatura en el ambiente. Antes del partido estaba brava la cuestión sobre el cemento, y los bomberos tomaron nota: tres de ellos movieron una pesada manguera y regaron la popular longitudinal, donde estaba la mayoría de los simpatizantes quemeros.

Años atrás, el enojo de los hinchas contra un árbitro se expresaba con un “¡referí bombero!”. La frase se perdió en el tiempo –aunque no aquello de “bombear” o “tirar al bombo” a un equipo–, tanto que parte del público del Globo terminó ovacionando a sus benefactores. “Bombeeeros, bombeeeros...”, agradecieron los abrasados espectadores, muchos de los cuales pedían más agua, con los brazos abiertos. Y el refresco pareció energizarlos, porque en seguida gritaron con euforia “¡dale, Globo, dale, Glooo...!”.

Al menos por un rato, los suplicantes agradecidos parecieron olvidar que los bomberos son parte de la policía, acérrima enemiga de tantos hinchas de fútbol...

Referí empático

Tantas veces se detiene un partido por violencia en las tribunas, que se podía pensar que ése era el motivo de la interrupción dispuesta en Central vs. Banfield por el árbitro Jorge Baliño. Antes de la realización de un saque lateral, el arquero Broun le señaló la bandeja alta de la popular que estaba a su espalda, el juez marcó su intercomunicador como origen de la decisión y pausó el juego. Una persona estaba descompensada en las gradas, e hinchas alrededor la apantallaban con sus remeras quitadas. La temperatura en Rosario era muy alta.

Lejos de ser ser bombero, el referí Baliño de algún modo imitó a los de La Paternal y se preocupó por lo que pasaba en las gradas.

La barbarie

Bomberos hacían falta para apagar el fuego de la irracionalidad violenta que se desató al lado del Monumental el domingo entre facciones de la barra brava de River Plate, antes del encuentro con Argentinos Juniors.

Un puñado de la banda de Budge contra una masa de la de Beccar. Los dos bloques avanzaron y los minoritarios hicieron replegar a los rivales con pedradas, pero los mayoritarios luego ganaron posiciones e hicieron recular a los de Budge, que responden a “Caverna” Godoy. Los castigaron como si fueran el peor de los enemigos, bestial y colectivamente.

No hace falta la presencia de los visitantes para que cada partido sea un potencial polvorín.

Al menos queda algo de fútbol

Como para darle un final feliz al recorrido, un poco de gracia de movimientos en la jornada. La estética estuvo presente en aquel golazo decisivo de Talleres, en el que Marcos Portillo recibió, desairó a Andrés Roa con una gambeta, avanzó y produjo un disparo fuerte, cruzado, alto, que pasó por sobre la volada de Hernán Galíndez y descansó en la red, cerca de un poste. De los mejores de los no muchos goles, 31, en los 20 cruces que hubo hasta ahora en el torneo.

La otra joya que ofreció el martes no tuvo influencia en un resultado, pero fue linda de ver. En el Gigante de Arroyito, Maximiliano Lovera recibió un pase fuerte, controló la pelota y la tocó cinco veces seguidas de aire, gambeta incluida y entre dos hombres de Banfield, antes de que el balón volviera a hacer contacto con el suelo.

Un lujo, sobre todo considerando el estado de la cancha de Central. Aun en un pésimo escenario, puede surgir la belleza. Pero seguramente puede brotar más si se cuida “el producto”, ése que según IFFHS ofrece la décima entre las mejores ligas nacionales del mundo. A veces cuesta comprender cómo. Por algo lo dice el presidente de AFA, Claudio Tapia: “No trates de entenderla. Disfrutala”.

Las posiciones de la Copa de la Liga Profesional