Independiente había ganado en Mendoza y ahora se impuso en Liniers a Vélez: de atrás hacia adelante y con una doble dosis de fortuna

Joaquín Laso marcó el gol en Vélez 0 vs. Independiente 1 por la Copa de la Liga, pero no lo gritó porque jugó 36 partidos en el Fortín, en la temporada 2018/2019.
Joaquín Laso marcó el gol en Vélez 0 vs. Independiente 1 por la Copa de la Liga, pero no lo gritó porque jugó 36 partidos en el Fortín, en la temporada 2018/2019.

Nada mal, en un contexto en el que cuestan tanto ganar y jugar más o menos bien. Independiente, al menos, completa doblemente el primer casillero en este amanecer de la Copa de la Liga Profesional. Un rústico 1-0 en Mendoza, sobre Independiente Rivadavia. Un afortunado 1-0 en Liniers y contra Vélez. La fortuna, por ahora, juega en su favor: en el José Amalfitani el Rojo zafó de dos remates, gracias a un palo y al travesaño. Mientras se construye, cambia de destino y gana.

Casi siempre jugó mejor Vélez, con la pelota, el campo y algunas buenas ideas. Un fortísimo disparo de Leonardo Jara chocó con un poste; de terminar en el arco, habría provocado cierta justicia en el marcador. Sin embargo, Independiente aprendió a resistir. Y a jugar con la convicción de un equipo duro, aguerrido, que tiene personalidad. Atributos que caracterizaban a Carlos Tevez, su entrenador. Sin su jerarquía. el Rojo es una obra en construcción, de atrás hacia adelante. Y apoyado en el laboratorio. De esa manera, desde un córner, abrió el marcador con un cabezazo del defensor Joaquín Laso.

Elías Gómez controla el balón
Elías Gómez controla el balón

No lo gritó, porque en la temporada 2018/2019 actuó durante 36 partidos en Liniers. Toda una curiosidad: cuesta tanto conseguir un gol en el fútbol argentino (mucho más, jugar con ciertas destrezas durante un determinado período) que resulta una pena que no se pueda celebrar un gol con respeto. Sin excesos, claro está. El mensaje de Santiago Montiel, de Argentinos Juniors y en el Monumental, tampoco es el camino.

La resistencia, primero. Y la vieja historia del contraataque, más tarde. Así Independiente logra profundidad y peligro. La continuidad del espectáculo se mantuvo en la misma sintonía: Vélez, al ataque; su rival, en la dulce espera. Pero a veces sufriendo: un disparo de Juan Méndez casi rompió el travesaño, previo roce en las seguras manos de Rodrigo Rey.

La presentación de Independiente en el certamen, en Mendoza, había entrego el valor de la victoria, un premio que no consiguió ninguno de los otros grandes en el debut. Pero no mucho más que el triunfo. Porque el Rojo no elaboró aquel día una actuación acorde con su grandeza, con la mística de su historia: fue un puñado de voluntades parecido al de los últimos años, los de este deshilachado tramo de su leyenda. Poquito, verdaderamente, respaldado en Santiago Toloza, uno de los pocos habilidosos del medio local. Un atorrante, al que no le pesa la camiseta número 10.

En Mendoza, Tevez debió cambiar la tónica: la idea de actuar con cinco defensores duró un tiempo, hasta el ingreso de Toloza por Damián Pérez, un lateral. Con Gabriel Ávalos y Alexis Canelo en el ataque, Independiente se impuso por esas cosas del fútbol. Debía mejorar sustancialmente. No lo consiguió en Liniers.

“Me voy contento con el resultado”, comentó este martes Apache, que para el comienzo del choque con Vélez se había inclinado por Toloza y un solo delantero, el paraguayo Ávalos. Su conjunto siguió en la medianía.

Homenaje y lluvia para Bianchi

Agrada al símbolo de Boca crear estructuras sólidas, ordenadas. Sin la prepotencia del ataque. Es toda una señal. A esta altura, no se sabe si es por su preferencia (su recorrido, de Rosario Central a Independiente, es demasiado breve) o por contar con un plantel excesivamente corto. Más allá de que otra vez no actuó en su casa ni frente a su gente, Independiente debería ser más atrevido. Vélez no representa, al menos en los nombres, un peligro mayúsculo. Sin embargo, el Rojo en versión 2024 es una formación apenas, sustentable, que no muestra ínfulas de valentía.

También Vélez está diseñado de atrás hacia adelante, con Tomás Marchiori en el arco y Emanuel Mammana en la defensa como los estandartes de una nueva era. No le sobran figuras y, en el banco, esperan y entran promesas de 19, 20, 21 años, chicos de la fábrica que es la Villa Olímpica, en la que hay poco del brillo de algunos años anteriores. No existe un Thiago Almada: su luz en el Preolímpico debe de generar cierta nostalgia a los hinchas del Fortín, convertido en un club vendedor. Jóvenes como Luca Orellano y Gianluca Prestianni, y veteranos como Lautaro Giannetti, son algunas de las figuras a las que Vélez extraña. De hecho, el equipo logró mantenerse en la primera A recién en la última fecha del torneo pasado.

Compacto de Vélez 0 vs. Independiente 1

Con pibes y algunos experimentados, Vélez debió al menos empatar. No lo consiguió. Independiente es una roca en la que el optimismo se burla de merecimientos. Gana y gana. De atrás hacia adelante, se hace fuerte. Sin fuegos artificiales, pero con la convicción de la humildad.