Congreso indagará cómo agencias de espionaje de EEUU investigaron el Síndrome de La Habana

Tras las quejas de algunos de los funcionarios estadounidenses afectados por lo que se conoció como el Síndrome de La Habana, el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes abrirá una investigación formal sobre cómo las agencias de inteligencia estadounidenses manejaron la investigación sobre los misteriosos incidentes y por qué concluyeron que las dolencias probablemente fueron causadas por estrés y otros factores y no por un ataque de un adversario extranjero.

Sara Robertson, portavoz del representante republicano de Arkansas Rick Crawford, miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara, dijo que el panel ha investigado estos incidentes, reportados por primera vez a finales de 2016 en La Habana, durante bastante tiempo y está “haciendo la transición a un proceso formal de investigación, y esperan que los miembros de la comunidad de inteligencia respondan a sus solicitudes”.

El New York Times informó a principios de esta semana que Crawford envió una carta a la directora de inteligencia nacional, Avril D. Haines, informándole de la investigación. Según el reporte de prensa, la investigación examinaría la “supresión indebida” de información sobre los incidentes entre agencias de inteligencia y entre el poder ejecutivo y el Congreso.

Robertson dijo que la mayor parte del contenido de la carta es clasificado.

Un ex funcionario estadounidense afectado dijo que él y otras víctimas habían brindado testimonios ante el Comité en los últimos dos meses.

La semana pasada, dos miembros del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el republicano de Ohio Brad Wenstrup y la demócrata de Virginia Abigail D. Spanberger, presentaron un proyecto de ley que exige que el Secretario de Defensa informe a los comités de Servicios Armados del Senado y de la Cámara sobre el personal del Departamento de Defensa afectado por los “incidentes anómalos de salud”, término gubernamental para los eventos relacionados con el Síndrome de La Habana.

En marzo del año pasado, siete agencias de espionaje estadounidenses no identificadas publicaron una evaluación en la que concluyeron que “no hay pruebas creíbles de que un adversario extranjero tenga un arma o dispositivo de recolección que esté causando” el síndrome de La Habana. La CIA compensó a algunos de sus funcionarios afectados en La Habana y otros lugares, pese a que la evaluación cuestionó las conclusiones de equipos médicos de que las víctimas sufrieron lesiones similares a una conmoción cerebral.

Los funcionarios estadounidenses y canadienses afectados por estos incidentes en La Habana pero también en Rusia, Europa, China e incluso Washington D.C., dijeron que en ocasiones escucharon ruidos o experimentaron sensaciones de presión provenientes de una dirección específica, También desarrollaron síntomas debilitantes como migraña, pérdida de memoria. , dolor de oído y otros déficits cognitivos.

Las víctimas de los incidentes llevan mucho tiempo instando al Congreso a investigar más a fondo, expresando consternación por la lenta respuesta de algunas agencias estadounidenses para brindar tratamiento médico y por una evaluación que consideran que descarta erróneamente sus dolencias.

Marc Polymeropoulos, ex subjefe de operaciones de la CIA en Europa y Eurasia, quien dijo que se enfermó en Moscú durante uno de esos incidentes, calificó la investigación del Congreso como “muy retrasada”.

“Ya es hora de que el Congreso tome en serio su función de supervisión de la cuestión de la atribución” de quién está detrás de los incidentes, afirmó Polymeropoulos. “Me alegra ver a denunciantes y funcionarios de la comunidad de inteligencia presentarse ante el Congreso, ya que la investigación de la comunidad de inteligencia adoleció de terribles fallas y sesgos. De hecho, la unidad implicada se burló de las víctimas y mostró falta de compasión. Para mí, eso fue una traición por parte de mis colegas.

“¿Cómo puede ser que el gobierno de Estados Unidos nos haya compensado por un daño que, según ellos, nunca ocurrió?” añadió.

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Luego de que las agencias de inteligencia hicieran públicas sus conclusiones, ex funcionarios afectados de la CIA, diplomáticos canadienses que enfermaron en La Habana y científicos en contacto con los pacientes señalaron varias discrepancias y omisiones en los estudios encargados por distintas agencias gubernamentales para comprender la naturaleza de los incidentes y las dolencias que le causaron.

Una revisión del Herald encontró que los estudios siguieron diferentes metodologías y utilizaron datos limitados, lo que haría difícil sacar conclusiones según los estándares académicos. Gran parte de la información está clasificada y fuera del alcance incluso de algunos de los científicos involucrados en descubrir lo que sucedió. La evaluación de las agencias de inteligencia también priorizó los hallazgos de un estudio sobre los demás sin ofrecer explicación. Las agencias tampoco estuvieron de acuerdo entre sí en cuanto a qué tan seguras estaban acerca de algunas de las conclusiones a las que llegaron.

En conversaciones con periodistas, altos funcionarios de inteligencia dijeron que no habían interceptado comunicaciones de Rusia u otros adversarios que los implicarían en los incidentes. El New York Times sugirió que esto pesa mucho contra las sospechas sobre Rusia como posible culpable porque las agencias de espionaje estadounidenses “habían penetrado los servicios militares y de inteligencia rusos tan a fondo que conocían muchos detalles del plan de invasión rusa para Ucrania”.

Pero expertos en inteligencia dijeron al Herald que tal afirmación implicaría que Estados Unidos puede saber todo lo que ocurre en Rusia. Por el contrario, Rusia es lo que se conoce en el mundo del espionaje como un “objetivo difícil”, un lugar hostil donde obtener información es un reto.

En la evaluación de inteligencia publicada el año pasado, dos de las siete agencias no identificadas tenían “poca confianza” en concluir que era poco probable que un adversario fuera responsable de los incidentes, citando “lagunas en la recopilación” y su revisión de la evidencia.

Para aumentar la confusión, un informe desclasificado después de que se hiciera pública la evaluación y escrito por expertos convocados por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional y la CIA concluyó que dispositivos disponibles comercialmente conocidos como altavoces direccionales o láseres acústicos podrían estar detrás de los inexplicables problemas de salud conocidos como el síndrome de La Habana.