El cineasta Schabus cree que, ante la turistificación, hay que hablar sobre decrecimiento

Marta Montojo

Redacción medioambiente, 24 oct (EFE).- “Tenemos que debatir más sobre las limitaciones que necesita toda nuestra sociedad, y hablar sobre decrecimiento”, zanja el cineasta austriaco Robert Schabus, director de la película Alpenland, en la que muestra los desafíos a los que se enfrenta la región de los Alpes, retos como la turistifación o el cambio climático.

El filme, proyectado en el marco del Another Way Film Festival que se celebra estos días en diferentes salas de Madrid, recorre los ocho países que atraviesa la cadena montañosa de los Alpes, donde cerca de 13 millones de habitantes se ven afectados por el encarecimiento del coste de vida, causado en parte por el crecimiento del turismo.

En esta región, pese a las diferencias culturales entre países, “los problemas son más o menos los mismos”, considera el director, pues sus particularidades tienen mucho que ver con la topografía y con el tipo de actividad económica a la que se ha dado prioridad, con independencia de las fronteras políticas.

Schabus, que conoce bien la zona y ha sido testigo de la transformación de la economía de los Alpes en las últimas décadas, detecta que el turismo tiene un impacto cada vez mayor en esta cordillera, que se percibe como “lo que queda de naturaleza intacta”.

Especialmente a partir de la pandemia de la Covid-19, el cineasta alega que “mucha gente está buscando ir a estos espacios donde pueden estar más o menos solos”.

También constata el auge de la tendencia del “turismo lento”, de visitantes a quienes “les parece interesante ir a un sitio de naturaleza intacta, pero donde las estructuras sociales funcionen”.

Sin embargo, en los Alpes hay muchos pueblos donde “las estructuras sociales para los lugareños ya no funcionan” como, por ejemplo, Garmisch-Partenkirchen, un municipio alemán hoy turistificado en el que “uno pensaría que hay mucho dinero pero en realidad la comunidad de allí es pobre”, lamenta el director.

El problema, señala, radica en el modelo de ciudad por el que se ha apostado, uno donde la mayor inversión ha ido a parar al sector inmobiliario y a satisfacer a los turistas a costa de que sus habitantes ya no puedan permitirse vivir allí, y subraya la dificultad de los jóvenes para acceder a una vivienda asequible.

Cuando Schabus habla de los residentes no se refiere sólo a los nativos, sino también a los trabajadores que pueden ser inmigrantes, como los cerca de 2.000 portugueses que trabajan en Zermatt, un paraíso para el esquí en Suiza que se sostiene gracias a estos trabajadores pero donde éstos no se pueden permitir vivir, porque más allá del elevado coste de la vivienda la ciudad no cuenta siquiera con guarderías.

“Me resulta muy extraño que la localidad se centre en viviendas para turistas, en estructuras caras, y que no haya lugar para las personas que están sosteniendo todas esas estructuras”, asevera el cineasta, que ve este fenómeno como algo “bastante crítico” y como la consecuencia del “mundo capitalista en el que vivimos”.

Sí hay un ejemplo positivo del que considera se pueden extraer lecciones: el pueblo de Premana, en Italia, una localidad de cerca de 2.300 habitantes dedicada a la manufactura de tijeras y cuchillos, donde la orografía acota el espacio y dificulta el crecimiento de empresas, rasgos que han hecho que sus residentes “hayan encontrado un equilibrio”.

“El pueblo está limitado en el espacio y por eso sigue existiendo. Si estuviera en algún lugar de las llanuras, ahora la manufactura sólo la haría una familia y sería una gran fábrica, pero allí no es posible que una familia crezca y la otra no, así que son las limitaciones económicas, topológicas, que están creando un equilibrio”, abunda Schabus.

CAMBIO CLIMÁTICO

Por otro lado, se perciben cada vez más los impactos de la crisis climática, que a su vez se agrava mientras continúan ciertas actividades con una alta huella de carbono: entre ellas, el turismo, industria responsable del 8 % de las emisiones globales de efecto invernadero.

Schabus destaca el caso de la estación de esquí de Zermatt, donde “desde hace 20 años cubren el glaciar en verano para preservarlo” y lamenta que “son conscientes de este problema” desde hace más de dos décadas y, aún hoy, "lo único que hacen es cubrirlo”.

La cinta muestra en ese sentido las estaciones donde cada vez hay menos nieve, donde las temporadas de esquí se acortan, y sin embargo la solución que se aplica es generar nieve artificial, con un alto impacto ecológico que agrava la el calentamiento que está acabando con la nieve.

Esta es, a juicio del director, una forma de intentar "alargar" el negocio sólo pensando en "cómo ir más lejos" y no en verdaderas soluciones; un camino que, augura Schabus, llevará a las estaciones de esquí situadas a menos altura que Zermatt a acabar con esta actividad en cuestión de años.

(c) Agencia EFE