Cataluña toma medidas contra la pujante industria de la marihuana

Por Horaci Garcia y Joan Faus

BARCELONA, 28 jun (Reuters) - Agentes de policía fuertemente armados llegaron a un barrio acomodado de Barcelona antes del amanecer para registrar una casa de dos plantas que resultó estar repleta de 800 plantas de marihuana que crecían bajo potentes lámparas.

La reciente redada, en la que Reuters acompañó a los agentes mientras detenían a dos ciudadanos albaneses, forma parte de una rutina policial casi diaria en la región española de Cataluña, en su lucha contra el auge de la producción ilegal de marihuana, a menudo dirigida por bandas de narcotraficantes locales e internacionales.

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Teniendo en cuenta que en los últimos años varios países, sobre todo del continente americano, han legalizado o regulado el consumo de marihuana, que España es legalmente permisiva con el consumo personal y que la propia Barcelona acoge la mayor feria de cannabis de Europa, una medida tan drástica puede parecer contraintuitiva.

Sin embargo, la policía argumenta que la delincuencia organizada que se ha desarrollado en torno al negocio de la marihuana está convirtiendo partes de la región en lugares peligrosos y que es necesario combatirla para evitar que las bandas se consoliden aún más.

Afirman que, por lo general, no se dirigen contra los pequeños cultivadores o consumidores, que frecuentan los llamados clubes de cannabis que disfrutan de vacíos legales, sino contra las bandas de narcotraficantes movidas por la rentabilidad que obtienen al exportar la mayor parte del producto al extranjero.

"Cuando es un negocio que da tanto dinero, las organizaciones se focalizan en venir aquí", afirma Antoni Salleras, jefe del Área Central de Crimen Organizado de los Mossos d'Esquadra, que señala que los extranjeros, procedentes sobre todo de otros lugares de Europa, Marruecos y Latinoamérica, representaron alrededor del 60% de las detenciones el año pasado.

Algunos servicios inmobiliarios o de transporte trabajan ahora casi exclusivamente para los productores, mientras que existe un "elevado índice de violencia" entre las bandas de narcotraficantes para proteger las plantaciones, lo que según Salleras ha provocado un aumento de la tenencia ilegal de armas de fuego "que nos preocupa".

El año pasado, la policía catalana incautó 26 toneladas de cogollos de marihuana, tres veces más que en 2021, y detuvo a 2.130 personas en lo que se ha convertido en una de las principales zonas de cultivo de Europa gracias a sus indulgentes leyes, el clima y otros factores.

Con un valor de unos 156 millones de euros (171 millones de dólares) en Cataluña, donde un gramo de marihuana cuesta hasta seis euros, ese peso se vendería en otros lugares de Europa a un precio entre dos y cuatro veces mayor, dijo la policía.

El consumo de marihuana y derivados de alta potencia también está en auge en la propia Barcelona, incluso en clubes privados.

Barcelona registró la tercera mayor cantidad de cannabis en sus aguas residuales en 2022 entre docenas de ciudades europeas, después de Ginebra y Ámsterdam, según un estudio del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (EMCDDA, por sus siglas en inglés), aunque por debajo de 2021, cuando Barcelona ocupó el primer lugar.

El cannabis —término utilizado para todos los productos derivados de la planta— es la droga más consumida en Europa y la más vinculada a infracciones de las leyes sobre drogas en todo el bloque, según el EMCDDA. Las incautaciones alcanzaron en 2021 el nivel más alto en una década, y España representó el 66% del total.

El director del EMCDDA, Alexis Goosdeel, dijo a Reuters que el cannabis cultivado ilegalmente ha aumentado en zonas con un clima propicio para la producción a gran escala, como Cataluña, una tendencia que "preocupa a todos los Estados miembros de la UE".

Los clubes privados, donde se permite comprar y fumar marihuana gracias a las lagunas legales y a la ausencia de regulación nacional, han crecido en número hasta unos 600 en Cataluña, o casi la mitad del total estimado de 1.500 en España.

Su modelo, sin embargo, se enfrenta a la incertidumbre, ya que el máximo responsable de seguridad de la nueva alcaldía de Barcelona dijo en marzo que quería prohibir los clubes de cannabis.

La oficina del alcalde declinó hacer comentarios.

LA "FRENCH CONNECTION"

Cataluña solía ser una zona de tránsito para la marihuana hasta que la producción comenzó hace unos ocho años y se ha disparado desde entonces, dijo el jefe de policía. Ahora es la principal región productora de España, y la mayor parte de las exportaciones se canalizan por carretera hacia Francia.

Según Salleras, Cataluña es atractiva ya que los productores pueden utilizar las propiedades que quedaron vacías tras el estallido de la burbuja inmobiliaria española en 2008, el proceso para desalojarlos es largo, el robo de electricidad no conlleva penas de cárcel y los delitos relacionados con la marihuana se castigan con penas más leves que en los países vecinos.

En España es ilegal producir marihuana, pero cultivarla para uso personal o fumarla no está penado si se produce en un espacio privado porque está protegido por el derecho a la intimidad, explica el abogado especialista Bernardo Soriano.

La compra de semillas se tolera bajo la premisa de que es para coleccionismo, mientras que los clubes cannábicos están permitidos por el derecho constitucional de asociación y la falta de una doctrina judicial generalizada, aunque portar marihuana es ilegal.

En 2017, Cataluña legalizó por completo los clubes, lo que alimentó su proliferación, pero los tribunales anularon posteriormente la medida por motivos procesales.

Según las normas autoimpuestas, los clubes deben cultivar su propia marihuana, solo dejan entrar a adultos que pueden comprar hasta 60 gramos mensuales y tardan 15 días en aprobar las afiliaciones para ahuyentar a los turistas de corta estancia.

No obstante, muchos clubes, que a menudo apenas son reconocibles desde fuera, no se atienen a las normas porque son voluntarias, se quejó Eric Asensio, responsable de la federación catalana de clubes cannábicos.

"Creemos que la falta de control sobre el sistema es sobre todo lo que está generando muchos problemas", señaló.

(1 dólar = 0,9139 euros)

(Información de Horaci Garcia y Joan Faus en Barcelona, información adicional de Catarina Demony en Lisboa; redacción de Joan Faus; edición de Aislinn Laing, Andrei Khalip y Toby Chopra; editado en español por Flora Gómez)