Carnicero Steakhouse, reflejando la alegría y el sabor de Miami
Como es habitual, acudir a un restaurante es buscar satisfacer el paladar, pero también es conseguir pasar un buen rato de esparcimiento, máxime en estos tiempos de nerviosismo general. Se va a un local gastronómico para agasajarse a uno mismo o a su gente querida. Los dueños de Carnicero Steakhouse lo sabían perfectamente cuando se aliaron para crear este local, inaugurado a mediados de mayo, en una zona populosa, entre el aeropuerto internacional de Miami y Coral Gables. Unieron la sabiduría de Carlos Cruz en el mundo de los restaurantes, donde se ha desempeñado por más de una década, y la experiencia de Ángel Sánchez y Rasiel Reyes, artífices de la compañía Miami Vice Marketing Group, organizadora de las mejores fiestas nocturnas de la ciudad.
Así que el proyecto tenía pocas posibilidades de fallar. Carnicero se ha convertido en punto obligado de artistas, influencers y modelos, muchos de origen cubano ya que sus tres propietarios son nacidos en la Isla. En solo siete meses el lugar se ha convertido en una referencia culinaria. Uno de sus empleados cuenta que los viernes y sábados a la noche no cabe un alfiler en el local. Nosotros acudimos un jueves al mediodía e igualmente percibimos una notable afluencia de público. Antes de pasar a la comida nos detendremos en lo visual. Haciendo contraste con la sencillez del centro comercial en que está enclavado, el ingreso a Carnicero impacta los sentidos al instante. Hay brillo, alegría, un cuerpo de meseros y meseras dinámicos, vestidos de una manera prolija y fresca.
“El estilo decorativo está inspirado en los lofts de Nueva York”, reconoce Carlos Cruz, que se detiene un rato a conversar con el Nuevo Herald. “Tenemos ventanas francesas [que van del piso al techo], cemento expuesto, vigas de madera y ladrillos estilo Chicago brick”, describe. Tras unos minutos de charla queda claro que el empresario y ejecutivo, llegado de Cuba en 2005, comanda la operación diaria del restaurante. No obstante sus dos socios que provienen de Miami Vice Marketing Group, jóvenes y de físico atlético -como Cruz-, frecuentan el lugar constantemente, serios, vestidos con ropa casual y, a veces, deportiva. “Con Ángel y Rasiel desde el principio nos propusimos que aquí la gente debía sentirse como en casa”, señala Cruz.
Carnicero tiene la particularidad de que cuenta con chefs-socios; estos son José Mas y Pedro Sarracino, quienes diseñaron el menú junto al trío de empresarios. Por el nombre del restaurante daría la sensación de que la experiencia Carnicero está monopolizada por el consumo de carnes, pero no es el caso. Hay consignas con juegos de palabras con alusiones carnívoras como “La culpa es de la vaca” (en las camisetas de los meseros) o “Echale leña al fuego” (escrito en neón en la entrada de los baños). No obstante el menú también destaca por la comida española y caribeña. Es decir, tiene una mezcla. Todo sea por, como decíamos al comienzo, pasar un buen rato.
Para empezar probamos un coctel especialmente hecho para nosotros, sin alcohol, de color amarillo, basado en una bebida energizante. Como era de esperarse, demasiado dulce. A manera de entrada paralelamente degustamos dos platillos originales: tamal con pescado, rociado con chimichurri (leyó bien, con la salsa que tradicionalmente se usa para la carne asada); y ceviche de pescado con chips de plátano frito. Como es común en los restaurantes de categoría, las porciones de entradas y platos principales son moderadas. Como plato de fondo nos dejamos tentar por la famosa picanha, que hace unos años en la ciudad estaba disponible en restaurantes brasileños y ahora se ha popularizado. Normalmente la picanha es tapa de cuadril de res. La que comimos en Carnicero es la gloria, tierna y sabrosa, acompañada por una ensalada y unos tropicales tostones.
El local es amplio, no hay aglomeración de mesas, el público y los empleados circulan por pasillos espaciosos. Una inmensa lámpara de araña de luces que cuelga del techo de la sala es la joya de la corona decorativa; también resulta agradable a la vista la barra de bebidas, que detrás tiene los fogones donde se asa la carne.
Carnicero no es un lugar especialmente caro; sus precios están en línea con los de otros locales de buen nivel. El ceviche cuesta $14; en el ítem de entradas, el carpaccio vale $15 y un coctel de camarones, $14. En su variado menú también hay pan con bistec (un clásico popular miamense) a $14, y hamburguesa con queso, a $12. El costo de casi todo se mantiene en esa tónica. Uno de los platos insignia sube un poco la vara: la entraña de cerdo ibérico vale $32. También se sirve pescado y langosta del día.
En la carta de vinos predominan los vinos californianos. Hay cervezas por solamente $5, y los típicos tragos de margaritas, mojitos, daiquiris. Otro toque ibérico: sidra ($12, la copa). Una jarra de sangría cuesta $42. Sugerimos de manera especial un vaso de “pixon”, un cóctel hecho con tequila, agave, jugo de lima y de pomelo.
Para el postre la mesera recomienda helado orgánico, pero nos inclinamos por dos clásicos: flan y tarta de queso, acompañada de una porción de jalea de piña.
En resumidas cuentas, tras la visita queda la sensación de que Carnicero tiene una fama bien ganada y que seguiremos escuchando su nombre, tan es así que corre el rumor de que en el 2024 tendrá más sucursales.
Carnicero Steakhouse, The Shops at Flagler and Douglas, 3805 W Flagler St, Miami, FL 33134, (786) 362-5600, carnicerogroup.com.