Cariló: a un mes de la desaparición de los pescadores, las familias todavía no vieron el kayak y crece el misterio
Se cumple un mes desde la desaparición de Ramón Román (57) y Gabriel Raimann (37), los dos amigos que ingresaron al mar de Cariló en la madrugada del domingo 14 de enero y no regresaron. Familiares conversaron con LA NACION sobre un ya “inexistente” operativo de búsqueda y la no verificación ocular de las pruebas encontrados por Prefectura Naval Argentina (PFA). También hablaron de sus expectativas a futuro y el posible hallazgo de ambos.
El pasado 22 de enero, horas después de dar con el bote en el que se desplazaban Román y Raimann, fuentes de Prefectura Naval de Mar del Plata descartaron poder encontrar a los dos pescadores con vida. En consecuencia, detallaron a este medio, tomaron la determinación de limitar los recursos destinados al operativo. “La búsqueda continuará por medio de la lanchas, motos de agua y gomones. Ya no se emplearán aviones y/o helicópteros”, señalaron.
Más de 20 días después, denuncia la familia, la investigación esta completamente paralizada. “No tenemos mayores novedades de las que había en este entonces. Desde Prefectura no nos comunican nada. El operativo es inexistente”, se queja José Román, hijo de uno de los dos desaparecidos.
La visión de otro de los cuatro hermanos no es diferente, pero suma detalles importantes. “No hay nada de nada. No tenemos precisiones de si los rastrillajes siguen o no. No hay noticias. Y no sabemos cuánto tampoco cuándo las vamos a tener”, reafirma Lucas Román. Y precisa: “La búsqueda quedó en la nada. Y, por su parte, al día de la fecha, no se emitió orden para el peritaje del kayak que habían encontrado. Hay muchas cosas que quedaron pendientes, incógnitas sin resolver”.
Pablo Román, por su parte, tiene otro foco de análisis: “Prefectura nos había dicho que iban a bajar la intensidad de la búsqueda y, en pocas palabras, su intención es la de esperar a que el mar haga su trabajo. Y bueno, toca esperar. Nos dijeron que podían aparecer tanto en una semana como en 30 días”. “Nosotros estamos expectantes, atentos a cada llamado que entra. Las búsqueda continuó tanto vía Prefectura como privada… Pero eso fue hace mucho tiempo…”, sentenció.
Este medio intentó contactarse con el jefe a cargo del operativo, que responde a Prefectura Naval Argentina (PFA), pero no hubo respuesta.
El caso
La desaparición de Ramón Román y Gabriel Raimann, que ocurrió en la madrugada del domingo 14 de enero, tiene en vilo todavía a las familias de ambos, que aprovecharon durante un mes cada minuto de la luz del día para buscarlos. La última información que se tuvo de ellos es que estacionaron una camioneta Toyota Hilux negra cerca de la bajada Robles, del mencionado balneario, y se adentraron en el mar a bordo de un bote naranja con motor, equipo de pesca y salvavidas.
La amistad entre Román y Raimann era reciente. Se habían conocido el año pasado: Román es oriundo de Pinamar, donde se dedica a realizar trabajos de construcción, y Raimann es de la provincia de Misiones. “Ellos [Ramón y Gabriel] se conocieron el año pasado”, contó a LA NACION José. “Gabriel había venido de Misiones porque había conseguido un trabajo importante. Ambos tenían experiencia en pesca. Y bueno, ese domingo en el que coincidieron tomaron la decisión de salir a dar una vuelta y pasó lo que pasó”, reconstruyó en ese entonces el joven de 24 años desde el Muelle de Pinamar.
Al día siguiente, el lunes 15, se dio inicio la exploración en la que trabajaron Prefectura, Policía Bonaerense y la Secretaría General del Municipio. El operativo se desplegó por todo el Partido de la Costa. Inmediatamente después, los familiares denunciaron que las tareas de rastrillaje no eran los suficientemente abarcativas. En tanto, decidieron contratar avionetas y helicópteros privados para sobrevolar las distintas zonas en busca de los dos hombres.
El 18 de enero, desde la Municipalidad de Pinamar, se ofreció un primer vistazo detallado a las tareas que se llevaban adelante para dar con los dos amigos: “El operativo continuaba encabezado por la Subsecretaría de Emergencia de la provincia de Buenos Aires junto a la Prefectura, Armada Argentina, Policía Federal y la municipalidad del Partido de La Costa. Asimismo, autoridades navales uruguayas desplegaron unidades ante la posibilidad de encontrarlos cerca de Punta del Este”.
A la par de aquella comunicación oficial, un descubrimiento furtivo dotó de esperanza a los seres queridos de Román y Raimann, al menos por un par de horas: un aviador privado alegó tener imágenes de lo que parecía ser el kayak de los pescadores. El avistamiento había ocurrido a 50 kilómetros de la costa de San Bernardo. Tras un extenso rastrillaje, se descartó que se tratara del navío en cuestión. “Estamos como el día uno”, decía Gregorio Román, hermano del desaparecido, a LA NACION.
Dos días después de aquel fallido -el 20 de enero, tuvo lugar el primer avance ligado a la búsqueda. Prefectura Naval Argentina (PFA) daba con uno de los flotadores pertenecientes al kayak cerca de la zona del Faro Querandí. En ese contexto, familiares de los pescadores especulaban con dar con el resto de partes del kayak todas juntas, dado que aseguraban que si los chalecos, las cañas de pescar y otros elementos se hubiesen separado, las autoridades ya las hubieran hallado.
24 horas más tarde, la búsqueda alcanzaba su punto máximo cuando autoridades provinciales encontraron el kayak con de los pescadores desaparecidos.
La recuperación del bote tuvo lugar 30 kilómetros mar adentro en Villa Gesell. “Estamos seguros de que es el kayak. Coincide con las características que estábamos buscando. La familia no quiere confirmarlo todavía por miedo”, decían desde PFA a este medio. Por su parte, los allegados a Román y Raimann manifestaban angustia. La búsqueda según dicen siempre estuvo direccionada hacia el lado de San Bernardo, contrario al punto donde ocurrió finalmente el descubrimiento.
También expresaban su temor a que, de revalidar que el kayak era el que habían embarcado los dos amigos, tantos las fuerzas de seguridad como las autoridades estatales dieran por concluida la investigación. Y fue finalmente que aquel miedo terminó por convertirse en realidad.