De Caracas a La Habana, la izquierda regional festeja como propio el triunfo de Lula y apuesta a que fortalezca la “Patria Grande”

Miguel Díaz-Canel publicó en su cuenta de Twitter una foto en la que aparece junto a Lula y Raúl Castro en La Habana
Miguel Díaz-Canel publicó en su cuenta de Twitter una foto en la que aparece junto a Lula y Raúl Castro en La Habana

Líderes y dirigentes de las corrientes izquierdistas, revolucionarias y populistas de América Latina coinciden en la lectura final de la victoria de Luiz Inacio Lula da Silva: también ganaron un faro para la región y para el futuro de la “Patria Grande”.

La fiesta tras la victoria por la mínima diferencia de Lula da Silva fue por todo lo alto y no era para menos: la Patria Grande suma siete países en América del Sur (Brasil, Venezuela, la Argentina, Colombia, Chile, Perú y Bolivia), al gigante mexicano al norte, más Honduras y Nicaragua en Centroamérica, sin olvidar el “ejemplo” cubano en el Caribe. Las cinco mayores economías de la región, lo nunca visto, ni siquiera en los mejores tiempos de Hugo Chávez, Néstor Kirchner y el propio presidente brasileño.

“Ahora que no está Chávez, la lógica diría que Lula podría tratar de asumir el liderazgo regional. Es posible que lo haga, pero los retos internos son tan profundos que me parece que no va a tener el espacio suficiente. Pero no es un escenario que se pueda descartar”, adelanta para LA NACIÓN el internacionalista Mariano de Alba.

La fiesta se vivió especialmente en el caraqueño Palacio de Miraflores, donde dirigentes chavistas coincidieron en “despedir” al Grupo de Lima, el frente internacional antichavista que ha perdido a casi todos sus referentes. “¡Qué vivan los pueblos decididos a ser libres, soberanos e independientes! En Brasil triunfó la democracia”, espetó Maduro tras conocer los resultados.

“Cuba te felicita, querido compañero. Atrasaron tu victoria con métodos atroces, pero no pudieron impedir que vencieras con el voto del pueblo. Regresa Lula, regresa el PT, regresará la justicia social”, disertó Miguel Díaz-Canel, presidente cubano, que ya sueña con nuevas brigadas médicas para Brasil, que fuera uno de sus principales clientes.

“Con cariño y orgullo desde Nicaragua bendita, siempre soberana y libre, el abrazo del Frente Sandinista de Liberación Nacional, de nuestro gobierno y del pueblo. Feliz inicio de una nueva etapa de derechos y realizaciones”, ponderaron por su parte Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo, en carta dirigida a Lula tras su victoria.

Son días de claveles rojos para los mandatarios revolucionarios, que además recibieron el visto bueno del canciller europeo, Josep Borrell, que apostó por su presencia en la cumbre entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), creada precisamente por Lula y Chávez en Caracas en 2010. En paralelo se ha incrementado el acoso y derribo contra la Organización de Estados Americanos (OEA), donde ya son mayoría, aunque todavía insuficiente para expulsar al embajador de la oposición venezolana.

“La victoria de Lula vendría a confirmar el auge de la izquierda en la región, donde restablecerá los lazos con el gobierno de Nicolás Maduro y con La Habana. Con Nicaragua es una incógnita, porque Lula ha evitado criticar al régimen orteguista, pero también porque en Managua no hay apertura alguna para que otros países puedan discutir la crisis de ese país”, vaticina De Alba.

Mohsen Rezai, junto a Daniel Ortega, rodeado de Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel
Mohsen Rezai, junto a Daniel Ortega, rodeado de Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel

“La política internacional de Lula va a tener que ser más pragmática y menos ideológica que en sus primeros mandatos. No se dispondrá de tantos recursos como antes para perseguir sus ambiciones de hegemonía regional y su coalición doméstica sería más centrista, lo cual tiene implicaciones para lo que puede hacer en el ámbito internacional”, precisa el politólogo John Polga-Hecimovich.

De lo que no hay ninguna duda en el seno de las organizaciones internacionales y en los gobiernos de la región es de que Lula se sumará a la estrategia de la “normalización” con el chavismo, del que ya fue en su primera etapa un estrecho aliado. La constructora brasileña Odebrecht, que ha horadado el prestigio de la democracia en toda la región por culpa de su gigantesco esquema de corrupción, encontró en la revolución bolivariana a su principal socio continental.

“De entrada, la política exterior no estará entre sus prioridades, pero empezará un proceso de reinserción de Brasil a nivel internacional, con un Palacio de Itamaraty [cancillería] más activo e institucional, porque allí adentro el descontento con Bolsonaro ha sido muy grande”, explica De Alba.

Más esperanzado se muestra José Miguel Vivanco, exdirector para las Américas de Human Rights Watch (HRW), que espera que Lula, “a diferencia de López Obrador, tome posiciones prodemocracia y derechos humanos frente a las tres dictaduras regionales, Venezuela, Cuba y Nicaragua”. El activista también vislumbra una política exterior promedioambiente, “que acerque a Brasil a las democracias occidentales y lo aleje de una potencial reactivación de los Brics, alianza promovida por Lula entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica”.

Nunca antes se ha vivido en América del Sur un eje izquierdista entre Brasil, Venezuela y Colombia. El presidente colombiano Gustavo Petro, a quien le cuesta sobremanera abandonar las trincheras digitales, se quiso sumar a la celebración por adelantado: “Que Brasil haga brillar la luz de Latinoamérica. Hay quienes dicen que no existe el fascismo. Está en cada uno de nosotros. Si queremos más días para la Humanidad, el fascismo debe ser detenido”.

Las pesadillas del exguerrillero con el fascismo ya le provocaron un tirón de orejas al asegurar en Twitter que “revivió Pinochet” tras el rechazo electoral a la nueva Constitución chilena.

Más allá de las filias y fobias de cada uno, el viento a favor de Lula soplaba de antemano gracias al voto antigubernamental que ha marcado todas las elecciones presidenciales en los últimos tres años, con la excepción del fraude electoral en Nicaragua. Eso sí, Bolsonaro ha defendido con uñas y dientes su reelección, al conseguir el 49% de los votos, tan alejados de oficialistas como en Costa Rica, donde apenas consiguieron el 1% de los apoyos.

No obstante, el reto no acaba para la Patria Grande, ya que en 2023 la región vivirá tres presidenciales, sobre todo las argentinas, donde parten en desventaja frente a la oposición. En Paraguay y Guatemala los oficialismos ya luchan por mantener el poder frente a la adversidad, marcada por la postpandemia y la actual crisis inflacionaria, que tanto daño hacen a las economías nacionales.