Boca - River: volvió el color de las dos hinchadas, en un superclásico especial

Un mar azul y amarillo, con los hinchas de Boca en el estadio Mario Kempes
Un mar azul y amarillo, con los hinchas de Boca en el estadio Mario Kempes - Créditos: @Manuel Cortina

CÓRDOBA (enviado especial).- De un lado, los de Boca. Del otro, los de River. En el medio, el color, el calor, los cantitos, el duelo de hinchadas, el folclore. El “somos locales otra vez”. Los dos. Porque tanto Boca como River agotaron sus entradas en horas. Porque los dos, a su manera, entregaron un espectáculo único en la previa del partido. “El que no salta, se fue a la B”, cantaron los xeneizes, en alusión al descenso de River. “El que no salta, murió en Madrid”, respondieron los millonarios, en relación a la inolvidable gesta del Bernabéu.

Aquella final del 2018 fue, justamente, el último Superclásico con público de las dos parcialidades. Más atrás, la Supercopa Argentina, también en 2018, en Mendoza. Y más atrás aún, el 2 a 2 del Inicial 2012, en el Monumental, el día que los hinchas de Boca remontaron un cerdo gigante en la Centenario Alta al grito de “el chancho no desciende”. Luego, la prohibición de acudir a los estadios de los hinchas visitantes puso fin a una historia de más de 100 años en los que Boca y River jugaban además su partido en las tribunas.

El ingreso de los equipos de Boca Juniors y River Plate en el estadio Mario Alberto Kempes
El ingreso de los equipos de Boca Juniors y River Plate en el estadio Mario Alberto Kempes - Créditos: @Marcelo Manera

Más coordinados, los hinchas de River llegaron y se ubicaron desde temprano en la general Ardiles y la platea Gasparini. Muchos armaron sus parrillas en los alrededores del estadio de hockey, detrás de la popular, de manera pacífica. Por el lado de Boca, el movimiento fuerte arrancó pasado el mediodía, con más de 30 micros que llegaron desde Buenos Aires y combis con hinchas de distintas provincias que se dieron cita en el custodiado Parque Bustos. Salvo una escaramuza entre simpatizantes de Boca y River en las adyacencias de la terminal de ómnibus, rápidamente controlada por la Policía, no hubo cruces en otros puntos de la ciudad.

La tribuna de River en el Kempes
La tribuna de River en el Kempes - Créditos: @Marcelo Manera

La primera explosión de la tarde se dio a las 14.30, una hora antes del comienzo del juego, cuando Franco Armani y Ezequiel Centurión saltaron a la cancha para realizar la entrada en calor. Segundos después, la aparición de Sergio Romero y Leandro Brey encendió a los hinchas de Boca, que cantaron por Chiquito. También hubo aplausos para Marcos Rojo, que encabezó la salida del Xeneize, y para Cavani, figura y goleador del equipo de Martínez. En River, los preferidos de siempre: Armani, Nacho, Echeverri y, un pasito atrás, Paulo Díaz.

A diferencia de otros partidos, hubo un centenar de efectivos de seguridad apostados a metros de la pista de atletismo y más de 2300 agentes afectados a un megaoperativo conjunto entre las Policías de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Federal. Donde sí hubo lío fue en la ruta, en el ingreso de las barras a la provincia, donde se secuestraron elementos cortantes (tijeras, cuchillos, cuchillas), cadenas, bengalas y varios litros de alcohol.

La hinchada de Boca
La hinchada de Boca - Créditos: @Marcelo Manera

Con tirantes, banderas de palo y la cúpula completa de La Doce, que ocupó el centro de la popular, la hinchada boquense armó su propia fiesta en la tribuna. Solo le faltó el telón.

El grueso de la hinchada de River ingresó a los 15 minutos del primer tiempo, un rato después del gol de Miguel Borja. Con bombos y tirantes, copó rápidamente la general, colgó sus banderas y le dio otro marco al Superclásico. Más de 100 barras fueron demorados en el ingreso a la provincia, pero luego siguieron viaje hacia el estadio y vivieron el partido desde adentro.

Los seguidores de River
Los seguidores de River - Créditos: @Marcelo Manera

Las bombas de humo y los fuegos artificiales en la salida de los equipos completaron el marco de la única final que no entrega títulos. De un clásico que rescató, en las tribunas, lo mejor del fútbol argentino.