La insólita “mujer barbuda” de Ribera
No pocos tratados y ensayos sobre pintura barroca han calificado el ‘Retrato de Magdalena Ventura y su marido’ (1631), obra de José de Ribera, como una de las pinturas más extrañas de toda la Historia del Arte. Y, sin duda, basta echar un vistazo al lienzo –conocido también con el explícito título de ‘La mujer barbuda’– para confirmar esta afirmación.
En la época en la que pintó la insólita obra –hoy en el Hospital Tavera de Toledo–, José de Ribera, apodado ‘lo spagnoletto’ (el españolito), trabajaba como pintor de cámara en la corte del entonces virrey de Nápoles –en aquel tiempo posesión española–, don Fernando Afán de Ribera y Enriquez, tercer duque de Alcalá.
Fue precisamente el virrey quien le encomendó el encargo de retratar a Magdalena Ventura, una mujer de la región italiana de los Abruzzos que había alcanzado una notable fama en aquel tiempo, pues se decía que tras cumplir los 37 años había comenzado a crecerle una larga y espesa barba y vello en el pecho.
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El virrey de Nápoles no quiso desaprovechar la oportunidad de dejar constancia de aquel prodigio de la naturaleza que había tenido lugar durante su mandato, así que invitó al palacio a Magdalena, que llegó acompañada por su hijo pequeño –al que había dado a luz recientemente, cuando contaba ya con 52 años–, y su marido, Felici de Amici.
El azar quiso que en aquellas fechas estuviera de visita en la corte napolitana el embajador de Venecia quien, visiblemente emocionado, dejó constancia por escrito de lo que había visto allí en una de sus cartas, fechada el 11 de febrero de 1631:
“En la estancia del virrey estaba un pintor famosísimo haciendo un retrato de una mujer de los Abruzzos, casada y madre de muchos hijos, la cual tiene la cara totalmente viril, con más de un palmo de una barba negra bellísima, y el pecho todo peludo”.
La visión del cuadro de Ribera –realizado al más puro estilo tenebrista, siguiendo el estilo de Caravaggio–, confirma punto por punto la descripción realizada por el asombrado embajador veneciano.
Magdalena aparece en el centro de la composición, amamantando a su bebé –gesto que le sirvió a Ribera para representar uno de los senos de la mujer, oscurecido por el vello–, y con su marido –de rostro adusto y barba menos poblada– en un segundo plano. La obra desprende el gran naturalismo propio de Ribera, que aquí se convierte casi en testimonio científico de una extravagancia de la Creación.
En la parte derecha de la pintura –desde el punto de vista del espectador–, Ribera representó unas piedras en las que el artista dejó por escrito, bajo el título de ‘He aquí un gran milagro de la naturaleza’, la historia de Magdalena, explicando que había pintado a la mujer “del natural”, es decir, con ella posando como modelo.
Seguramente –y aunque sus contemporáneos la considerasen un prodigio casi sobrenatural–, la mujer estaba aquejada de un caso severo de hirsutismo o, con más probabilidad, de hiperplasia suprarrenal congénita, también conocida como pseudohermafroditismo femenino.
Como ya vimos al hablar de Petrus Gonsalvus, a partir del Renacimiento fueron muchos los nobles y monarcas que gustaban de coleccionar rarezas y “maravillas” de la naturaleza, lo que en muchos casos incluía reunir en sus cortes personas aquejadas de enanismo o con diferentes deformidades físicas.
De hecho, el virrey de Nápoles, contaba en su casa sevillana con una nutrida colección de pinturas del mismo estilo, en la que abundaban retratos de enanos, gigantes y otras “rarezas” naturales.
Algunos años antes de que Ribera retratase a Magdalena Ventura, otro pintor español, Juan Sánchez Cotán, había inmortalizado a otra mujer “pilosa” en su ‘Retratado de Brígida del Río, la “barbuda” de Peñaranda’ (1590), obra que se conserva hoy en el Museo del Prado, aunque no está expuesta al público.
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Al igual que Magdalena, Brígida del Río había alcanzado también una gran fama –en este caso en España–, hasta el punto de que aparecía citada en varias obras literarias, y fue requerida desde la corte del mismísimo Felipe II.
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Fuente: Yahoo! España
La insólita “mujer barbuda” de Ribera