Biden recurre al manual de Ucrania para ayudar a la Policía de Haití a combatir a pandillas

Ante los obstáculos para desplegar una misión policial dirigida por Kenia para ayudar a las asediadas fuerzas de seguridad de Haití a erradicar a los grupos armados, el presidente Joe Biden tomó prestada una página de su respuesta a otro conflicto mundial para acudir en auxilio de Haití.

Así como ha recurrido a los arsenales de armas de Estados Unidos para sortear los bloqueos del Congreso a la asistencia de seguridad a Ucrania y hacer llegar rápidamente armas a las tropas que combaten a Rusia, Biden está haciendo lo mismo con Haití en lo que algunos observadores y ex jefes de policía haitianos esperan que sea una señal del cambio en la asociación de seguridad de Estados Unidos con el volátil país caribeño.

“Sería un cambio bienvenido permitir que la [Policía] y el Ejército reciban lo que necesitan para mantener el orden, al tiempo que se restringe la actividad de las pandillas”, dijo Keith Mines, director de Programas Latinoamericanos en el United States Institute for Peace en Washington. “Pero todo tiene que formar parte de un paquete de seguridad más amplio, que incluya la capacitación a gran escala y el equipamiento y asesoramiento de las fuerzas de seguridad, así como una estrategia para desviar a los miembros de las pandillas hacia actividades menos destructivas, al tiempo que no se les permite un papel en el gobierno”.

Durante años, el gobierno de Estados Unidos se ha negado a armar a las fuerzas de seguridad de Haití, limitando su asistencia al suministro de vehículos policiales y otros equipos no letales, incluso mientras los agentes pasaban apuros para defenderse de pandillas que empuñaban fusiles de asalto de alto calibre de fabricación estadounidense.

Una antigua norma invocada por múltiples administraciones estadounidenses dejó a la Policía Nacional de Haití, respaldada por Estados Unidos, desarmada y superada, mientras pandillas despiadadas reforzaban su dominio sobre el país, haciéndose tan poderosas que han invadido estaciones policiales y barrios antaño pacíficos, atacando prisiones y saqueando e incendiando escuelas y hospitales en el último asedio a la capital, Puerto Príncipe.

Dado que la violencia no muestra signos de remitir, que el despliegue de una fuerza internacional liderada por Kenia sigue siendo incierto y que el uso de tropas estadounidenses no está sobre la mesa, Biden está usando una autoridad ejecutiva poco conocida para ayudar a Haití, un país que no está en guerra con otra nación, pero donde un conflicto interno amenaza con destruir lo que queda de un gobierno en ruinas.

Haciendo uso de la Autoridad Presidencial de Repliegue, Biden autorizó al secretario de Estado, Antony Blinken, a proporcionar hasta $10 millones en armas, municiones, chalecos blindados y cascos de “cualquier dependencia del gobierno de Estados Unidos” y educación y entrenamiento militar del Departamento de Defensa para ayudar a Haití. La mayor parte del material se destinará a la Policía Nacional de Haití, cuyas fuerzas especializadas se han visto envueltas en tiroteos casi diarios con una alianza de grupos armados de reciente formación que pretenden apoderarse del Palacio Nacional, el aeropuerto internacional y el puerto marítimo, así como de infraestructura gubernamental crítica.

Un funcionario del Departamento de Estado reconoció que también podría destinarse alguna ayuda a las Fuerzas Armadas de Haití, conocidas como Fad’H, por primera vez desde su disolución.

“Pudiera ofrecerse alguna ayuda no letal a las Fad’H a través de este repliegue previsto, si así se solicita tras la notificación al Congreso”, dijo un funcionario sobre el ejército, que ha estado ayudando a la policía a repeler los ataques contra el aeropuerto. “Nuestra política general hacia las Fad’H no ha cambiado, pero reconocemos su apoyo a la [policía] en la lucha contra la violencia de las pandillas”.

Otro funcionario del Departamento de Estado dijo que la asistencia prevista “apoyaría los objetivos estadounidenses de lucha contra la delincuencia y los estupefacientes y los objetivos de política exterior en Haití, y demostraría nuestro compromiso de proporcionar la asistencia que necesitan urgentemente las fuerzas de seguridad haitianas”.

Estados Unidos, que en su día impulsó la disolución del ejército –que ha tenido un historial de participación en golpes de Estado violentos–, no reconoce a las Fuerzas Armadas de Haití y sigue teniendo prohibido por ley proporcionar armas a sus soldados. Sin embargo, mientras que el Departamento de Estado enfrenta restricciones en su financiación, el Departamento de Defensa no enfrenta las mismas limitaciones.

El senador republicano por la Florida Marco Rubio, durante una audiencia celebrada el jueves sobre la lucha contra las redes criminales transnacionales y la corrupción en la región, dijo que espera que se pueda hacer más para ayudar al ejército haitiano a pesar de la prohibición de enviarle armas y equipamiento.

“Entiendo la historia que han tenido los ejércitos en la historia de Haití. Pero han sido una fuerza bastante capaz en las últimas semanas”, afirmó. “Sin ellos, no sé si la policía podía haber resistido algunos de los retos que ha enfrentado. Espero que reconsideremos eso [la prohibición de armas], porque hay países que creo que están dispuestos a dar un paso al frente y proporcionarles parte del equipamiento que necesitan, pero los ahuyenta la prohibición estadounidense”.

‘Quiero ser solidario’

La preocupación por la falta de una estrategia clara con la misión dirigida por Kenia ha llevado a destacados republicanos en las comisiones de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes y el Senado a bloquear $40 millones en ayuda a la seguridad que busca la administración de Biden. El dinero forma parte de una promesa de $100 millones que el Departamento de Estado ha hecho para ayudar a poner en marcha la misión multinacional de apoyo a la seguridad dirigida por Kenia. Por su parte, el Departamento de Defensa ha prometido $200 millones.

Los bloqueos republicanos y el deterioro de la situación en Haití se plantearon el miércoles durante una audiencia de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara con la administradora de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), Samantha Power. Power, que fue embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas durante los años de la administración de Obama e impulsó la retirada de la última misión de mantenimiento de la paz de la ONU en Haití, admitió que la magnitud de la violencia desatada durante el último mes en Puerto Príncipe no tiene precedentes.

La administración, dijo, necesita que la fuerza dirigida por Kenia pueda desplegarse.

“Eso facilitará la reanudación del entrenamiento de la policía nacional haitiana, que ha sido realmente valiente al tratar de enfrentar a las pandillas en estas últimas semanas de deterioro”, dijo Power a los miembros de la Comisión. “Espero sinceramente que se levanten los bloqueos al apoyo que estamos tratando de proporcionar a los kenianos para que puedan realizar el predespliegue, el entrenamiento y el equipamiento que necesitan para poder hacer el trabajo cuando se desplieguen”.

El representante republicano Michael McCaul de Texas, quien presidió la audiencia, dijo que siente “mucha empatía por el pueblo de Haití” y ha solicitado una sesión informativa al Consejo de Seguridad Nacional.

“Quiero ser solidario, pero hasta que no me informen cuál es el plan y adónde van a ir el dinero y las armas, no puedo, en conciencia, enviar dinero y armas a una sociedad sin ley y sin gobierno”, dijo, en referencia a la renuncia forzada del primer ministro Ariel Henry por instancias de Washington. “Tenemos una larga historia en este país de proporcionar a los países armas y dinero en efectivo y nos sale el tiro por la culata. Quiero asegurarme de que lo que estamos haciendo aquí tiene sentido, no solo para el contribuyente estadounidense, sino también para el pueblo haitiano. Porque si armamos a los señores de la guerra y los financiamos, las víctimas serán ellos, el pueblo de Haití”.

Altos funcionarios de la administración de Biden afirman que han ofrecido más de cinco docenas de sesiones informativas sobre la misión a los republicanos, y que cada día que se retrasa la obtención de fondos, es un día que las pandillas haitianas acercan al país a una catástrofe humanitaria.

“Es fundamental que una fuerza de seguridad multinacional liderada por los kenianos esté sobre el terreno en Haití lo antes posible para ayudar a lograr la estabilidad y la calma, de modo que podamos aliviar el sufrimiento de personas inocentes en Haití”, declaró esta semana el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, al ser preguntado por el financiamiento.

“Nos gustaría contar con el apoyo bipartidista del Congreso para desbloquear esa financiación, que actualmente está siendo bloqueada. Y estamos presionando para ello a diario”.

La lucha presupuestaria partidista en Washington no se limita a Haití. El Congreso ha estado en desacuerdo sobre la financiación para Ucrania, lo que ha llevado a Biden a depender de su autoridad para tomar armas de las reservas estadounidenses en caso de emergencia para brindar asistencia a la nación de Europa del Este.

Mark Cancian, coronel retirado de la Infantería de Marina de Estados Unidos y asesor principal del Center for Strategic and International Studies en Washington, dijo que la llamada autoridad de repliegue ha existido desde que se estableció en virtud de la Ley de Asistencia Exterior de 1961.

“Se limitó a $100 millones al año para este tipo de situaciones: un país que necesita equipamiento pero no tiene dinero para pagarlo y quizá nosotros tengamos un excedente y simplemente se lo demos al país”, dijo.

Con la guerra en Ucrania, el Congreso aumentó la cantidad que el presidente podía autorizar a $26,000 millones, dijo Cancian.

“Es probable que la Casa Blanca use algunos de los elementos restantes de la autoridad para Haití”, añadió.

La administración no ha dado detalles sobre qué tipo de armas de fuego se enviarán a Haití, donde las pandillas armadas han usado rutas de tráfico desde la Florida, Jamaica y la República Dominicana para adquirir ilegalmente armas y municiones.

Desde el 29 de febrero, una alianza de líderes de pandillas armadas ha convertido Puerto Príncipe en un campo de batalla, saqueando y causando destrozos en empresas e instituciones gubernamentales, al tiempo que orquestaba una fuga de las dos prisiones más grandes del país.

Decenas de miles de personas se han visto obligadas a abandonar la capital. Naciones Unidas ha advertido que más de un millón de haitianos hambrientos, muchos de ellos niños, están al borde de la inanición, ya que el puerto marítimo y el aeropuerto permanecen cerrados, los precios de los alimentos se disparan y la distribución de ayuda se ve interrumpida por intensos tiroteos.

A última hora del miércoles, miembros del actual gobierno aceptaron finalmente la publicación de una orden por la que se establece un nuevo marco transitorio para gobernar. El nuevo consejo presidencial de transición, una vez formalizado, tendrá la misión de ayudar a Haití a forjar un camino para salir del caos y llegar a las elecciones mediante el nombramiento de un nuevo primer ministro y un nuevo gobierno.

Si bien el nuevo consejo aportará nuevas caras a los puestos de liderazgo, no está claro que vaya a frenar la violencia.

En un video difundido en las redes sociales el miércoles, el jefe pandillero y ex policía Jimmy “Barbecue” Chérizier profirió amenazas contra los siete miembros con derecho a voto del nuevo consejo y dos observadores sin derecho a voto.

Hablando desde un vehículo, Chérizier acusó a las embajadas de Estados Unidos, Canadá y Francia de “mantener al país en la miseria” y de escudarse en el bloque regional de 15 miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM) para presentar un consejo presidencial de transición formado por “nueve ladrones” y “una pandilla” de partidos políticos. Acusó a los miembros del consejo de “luchar por el poder para poder regenerar el [mismo] sistema”.

“Todos los que van a morir en el país, su muerte estará en su conciencia”, dijo Chérizier. “Todo lo que ocurra en el país recaerá sobre ustedes”.

A las pandillas no les faltan balas

Mines señaló que recientes grabaciones de video muestran a pandilleros con armas muy caras y el aparente entrenamiento para usarlas. No hay indicios de que les falten municiones, dijo.

“Me ha sorprendido que la política estadounidense estuviera armando inadvertidamente a las pandillas mejor que a la policía y el ejército”, dijo. “Las fuerzas de seguridad no pudieron conseguir las armas que necesitaban debido a las limitaciones de exportación de Estados Unidos a los organismos encargados de hacer cumplir la ley, mientras que las pandillas, al no enfrentar ese impedimento, pudieron adquirir armas más pesadas y sofisticadas”.

Esas limitaciones a la exportación no solo obligaban a la policía haitiana a obtener permiso de Estados Unidos para comprar armas, sino que también dictaban los tipos de armas y municiones, los cuales Haití solo podía comprar a países distintos de Estados Unidos.

Esas regulaciones, dicen dos ex jefes de policía haitianos, retrasaron la rapidez con la que podían hacer llegar las armas a manos de los policías y limitaron la capacidad de la fuerza para acabar con las pandillas. Tomemos como ejemplo la 28ª promoción de 800 nuevos reclutas de la policía, de hace tan solo unos años.

Michel-Ange Gédéon, quien fue jefe de Policía entre 2017 y 2020, recordó cómo los agentes no podían graduarse a tiempo de la academia de policía debido a la escasez de armas y municiones.

Gédéon dirigió la policía nacional mientras las últimas tropas de paz de la ONU se preparaban para poner fin a la misión después de 15 años. Pidió vehículos blindados, dos helicópteros, munición y fusiles automáticos para las unidades especializadas de la policía, como parte de un plan estratégico quinquenal de la Policía Nacional de Haití. Nada de ello le fue concedido, ni por el gobierno haitiano de entonces ni por la comunidad internacional.

Reconociendo que las mismas pandillas contra las que luchó hace solo unos años tienen hoy más armas y más munición, Gédéon sigue creyendo que “es algo que podíamos haber resuelto al principio, si hubiéramos tenido suficiente fuerza, suficiente poder para resolver el problema. Pero, por desgracia, no tuvimos el equipo ni las armas que yo pedí”.

En cuanto a las armas de camino a la policía, dijo que “es algo bueno” y espera que sea el comienzo de una nueva política.

El corresponsal en jefe de McClatchy en Washington, Michael Wilner, contribuyó a este artículo.