La batalla por el estado más disputado de EE. UU.
Cuando la vicepresidenta Kamala Harris presentó su programa económico, fue a Pittsburgh. Cuando presentó a su compañero de fórmula, fue a Filadelfia. Y cuando tuvo que elegir un lugar para el primer mitin de otoño de Barack Obama este jueves, eligió de nuevo a Pittsburgh.
El expresidente Donald Trump ha destinado la mayor parte de su presupuesto publicitario a Pensilvania y ha celebrado más mítines en el estado que en ningún otro estado clave desde que Harris se unió a la contienda, incluidos dos el miércoles y tres en la última semana.
Bienvenidos a Estados Unidos de Pensilvania.
Puede que haya siete principales campos de batalla en la contienda por la Casa Blanca en 2024, y todos podrían resultar cruciales. Pero Pensilvania es el estado que los principales estrategas, tanto de Harris como de Trump, han señalado como el que más probabilidades tiene de inclinar la balanza electoral.
Ambos candidatos están invirtiendo más dinero, tiempo y energía en este estado que en ningún otro: Harris, Trump y sus aliados van rumbo a gastar 350 millones de dólares solo en anuncios de televisión en Pensilvania; 142 millones de dólares más que el siguiente estado más cercano y más que Míchigan y Wisconsin juntos.
Parte del papel fundamental de Pensilvania es su gran tamaño: los 19 votos electorales del estado son el premio mayor de cualquier campo de batalla. Otra parte se debe a las encuestas: el estado ha estado prácticamente empatado durante meses. Y en parte son las matemáticas: sin él, resulta muy difícil para Trump o, sobre todo, para Harris, alcanzar los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar.
“Si ganamos Pensilvania”, dijo Trump en un reciente mitin en el estado, “lo ganamos todo”.
Un ‘microcosmos de Estados Unidos’
Lo que hace que Pensilvania sea tan atractivo —y desconcertante— para ambos partidos es la mezcla inusual de fuerzas demográficas y geográficas del estado.
Alberga centros urbanos como Filadelfia, con una gran población de votantes negros a los que los demócratas deben movilizar. Tiene suburbios de rápido crecimiento, altamente educados y mayoritariamente blancos, donde los republicanos perdieron apoyo en los años de Trump. Hay ciudades industriales en apuros donde Trump necesita maximizar su voto, y ciudades más pequeñas con un auge de migrantes latinos donde Harris aspira a ganar. Además hay una población rural significativa, aunque en declive. Los votantes blancos sin título universitario, quienes conforman la base de Trump, siguen representando aproximadamente la mitad de los votos.
“Esto es casi un microcosmos de Estados Unidos”, dijo Austin Davis, vicegobernador demócrata de Pensilvania.
La campaña en Pensilvania es feroz y está en todas partes: la intensidad de una lucha callejera por la alcaldía se percibe en todo el estado, con consecuencias para todo el país. Harris está publicando anuncios en internet dirigidos a los votantes de las zonas más hispanas del este de Pensilvania y anuncios en 130 emisoras de radio rurales en los que aparecen republicanos que votarán por ella. Su equipo dijo que había llamado a 100.000 puertas en el estado el sábado pasado, la primera vez que la campaña había alcanzado ese umbral en un día.
Trump ha enviado a su compañero de fórmula, el senador por Ohio, JD Vance, a hacer más paradas en el estado que en ningún otro, según un funcionario de la campaña, y el estado es también donde Trump celebró su única asamblea pública con Sean Hannity en Fox News.
El miércoles, Trump volverá para dos mítines, en Scranton y Reading, el octavo y el noveno en el estado desde que Harris entró en la contienda. Según la campaña, en Reading, una ciudad de mayoría hispana, Trump ha estado ofreciendo cortes de pelo gratuitos en sus oficinas los domingos durante el Mes de la Herencia Hispana.
Y aunque la ex primera dama Melania Trump aún no ha hecho campaña en ningún sitio, recientemente el esposo de Harris, Doug Emhoff, se tomó una cerveza mientras veía un partido de fútbol americano en un suburbio de Filadelfia y también habló en un gran concierto a favor del voto el pasado viernes, evento en el que se presentó el cantante Jason Isbell, en Pittsburgh.
Las campañas intentan incluso contentar a los principales activistas y funcionarios de Pensilvania. No es casualidad que, tanto en la convención republicana como en la demócrata, solo los delegados de los estados de origen de los candidatos tuvieran mejores asientos que los de Pensilvania.
“Es el centro del universo”, afirmó Cliff Maloney, quien lidera un esfuerzo multimillonario llamado Pennsylvania Chase para conseguir que más republicanos voten por correo en el estado.
Davis, el vicegobernador, dijo que la última vez que vio a Harris, bromeó diciéndole que debería alquilar un apartamento en el estado. Ella se rió, pero en septiembre, Harris estuvo en Pensilvania uno de cada tres días, un porcentaje notable para un solo estado crucial.
El gobernador Josh Shapiro, demócrata, no fue elegido como compañero de fórmula de Harris, pero ha hecho numerosas apariciones para ella, como en su mitin en Wilkes-Barre, al inicio de una gira en autobús en Filadelfia y en otro acto con la escritora Shonda Rhimes en un suburbio de Filadelfia.
Harris tiene actualmente más de 400 empleados en nómina en el estado, repartidos en 50 oficinas, según su campaña. La campaña de Trump declinó hacer comentarios sobre su personal en Pensilvania, pero dijo que tenía más de dos decenas de oficinas en el estado.
Un sábado reciente, la sede de Harris en Pittsburgh bullía de voluntarios que tomaban paquetes de folletos para hacer campaña en los barrios aledaños. Una madre y su hija habían conducido a través de los restos dejados por el huracán Helene desde Illinois para ofrecerse como voluntarias. “Quiero poner mi grano de arena allí donde realmente importa”, dijo Beth Hendrix, de 53 años, sobre su decisión de viajar a Pensilvania.
En la pared detrás de ellos había un afiche del estadio de fútbol americano de los Steelers de Pittsburgh, con capacidad para 65.000 espectadores. Sirve tanto como una meta para llamar a las puertas como para recordar que la diferencia entre ganar y perder el estado en 2016 fue incluso menor que el número de asientos del estadio.
Solo 44.292 votos.
Optimismo en ambos bandos
En ocasiones, la contienda nacional ha lucido sorprendentemente local.
Harris ha comprado especias en Penzeys en Pittsburgh (compró una base cremosa de aderezo de pimienta en grano, entre otros artículos), se detuvo en una librería local en Johnstown y compró Doritos en una gasolinera Sheetz en Moon Township. Trump ha pasado por un mercado de Sprankle en Kittanning (compró palomitas y le regaló 100 dólares a un comprador) y se detuvo a comer cheesesteaks en Tony and Nick’s en Filadelfia.
¿Hasta qué punto está dividida en partes iguales Pensilvania? Actualmente es el único estado del país en el que los demócratas controlan una cámara de la asamblea legislativa y los republicanos la otra. Y el margen en la cámara baja del estado es de un solo escaño. El estado también alberga una de las elecciones al Senado más costosas del país y dos escaños competitivos en la Cámara de Representantes que podrían inclinar la balanza en el control del Congreso.
Los demócratas se muestran optimistas porque el partido ha ganado contiendas clave en la gobernación y el Senado en los últimos años, incluso en 2022. Por su parte, los republicanos se muestran optimistas porque el registro de votantes ha virado bruscamente hacia el Partido Republicano.
El día que Trump ganó Pensilvania en 2016, había aproximadamente 916.000 más demócratas que republicanos en el estado. El lunes, esa cifra se había reducido a 325.485.
A principios de este año, uno de los condados suburbanos más competitivos que rodean Filadelfia, el condado de Bucks, se inclinó hacia la columna republicana en el registro de votantes. Y en septiembre, el condado de Luzerne, a las afueras de Scranton, se convirtió en el más reciente en volverse republicano por registro. Trump ganó el condado en 2016 por 19 puntos porcentuales, solo cuatro años después de que Obama lo tomara por un estrecho margen.
Un factor desconocido es el impacto regional del atentado contra Trump en el condado de Butler. Algunos partidarios locales predijeron en entrevistas que inspiraría a la zona pro-Trump a acudir a las urnas en masa. Trump celebró un gran mitin allí el sábado con invitados que incluyó la presencia del hombre más rico del mundo, Elon Musk.
Abraham Reynolds, un joven de 23 años que dirige un negocio de limpieza en North East, Pensilvania, estaba en el mitin de Butler cuando le dispararon a Trump. “Eso realmente me animó a salir y pasar a la acción”, dijo Reynolds, quien se convirtió en voluntario de la campaña y ahora es capitán de Trump.
Objetivos precisos
Ninguno de los dos bandos ha dejado piedra demográfica sin remover.
En su debate, Harris ahondó en el libro de cuentas demográfico del estado y al mismo tiempo arremetió contra el deseo de Trump de distanciarse de la guerra en Ucrania. “¿Por qué no les dices a los 800.000 estadounidenses de origen polaco que hay aquí mismo, en Pensilvania, lo rápido que te rendirías?”, le espetó.
Trump ha planeado sus propios llamamientos a esa población, incluido un viaje a finales de septiembre para asistir a misa en un santuario católico polaco en el condado de Bucks el mismo día que el presidente polaco, Andrzej Duda. El viaje tuvo que cancelarse por motivos de seguridad.
Las dos campañas también han utilizado las políticas para crear brechas.
Trump ha tratado de utilizar la oposición de Harris al fracking durante su candidatura a las primarias de 2020 para debilitar su apoyo, especialmente en el oeste de Pensilvania, el cual alberga algunos de los mayores depósitos de gas natural subterráneo del mundo. Desde entonces, Harris ha dado marcha atrás en esa postura.
Kenneth Broadbent, gerente de negocios de Steamfitters Local 449 en Pittsburgh, dijo que su sindicato había apoyado a Harris, pero que sus miembros seguían divididos. Aunque en su discurso sobre la economía de Pittsburgh Harris alabó los puestos de trabajo creados por una fábrica local de baterías, Broadbent dijo que sus afiliados querían oír hablar más sobre el empleo.
“Tiene que presentar una política energética”, instó.
Trump incluso ha lanzado algunas propuestas políticas específicas para el estado, a veces torpemente. Como presidente, firmó la ley que eliminó las deducciones por impuestos estatales y locales de las declaraciones federales. Como candidato, ha prometido revertir esa ley.
“Para todos los hogares suburbanos que pagan altos impuestos sobre la propiedad aquí en Pensilvania”, dijo en un reciente mitin en el condado de Indiana, “restauraré la deducción SALT” (sigla en inglés de Impuesto Estatal y Local). La deducción fiscal se aplica principalmente a las personas con ingresos altos, y Trump estaba hablando en una comunidad de clase trabajadora.
Pocas personas aplaudieron.
“Ustedes no saben qué diablos es”, dijo Trump sobre la deducción fiscal. “Es una buena”.
Algunos de los ataques más precisos se han producido en internet. Pensilvania es el primer estado que supera los 50 millones de dólares en gasto publicitario en Google este año.
La campaña de Trump gastó más de 80.000 dólares para mostrar un video más largo en las plataformas de Google, solo en Filadelfia, sobre las deficiencias de Harris a la hora de abordar los problemas de la comunidad negra local.
Harris, por su parte, ha estado publicando anuncios en línea en ciudades de mayoría hispana como Reading utilizando un narrador con acento caribeño para atraer mejor a las poblaciones puertorriqueñas y dominicanas de allí, según su campaña.
“Es un juego de márgenes”, dijo Dan Kanninen, el director de Harris para los estados disputados.
Ama Sarpomaa colaboró con repotería.
Shane Goldmacher es un corresponsal de política nacional y cubre la campaña de 2024 y los principales sucesos, tendencias y fuerzas que moldean la política estadounidense. Se le puede contactar en shane.goldmacher@nytimes.com. Más de Shane Goldmacher
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c. 2024 The New York Times Company
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