Austria levanta el largo veto a la adhesión a Schengen de Rumanía y Bulgaria
Austria ha accedido a levantar el veto que mantenía desde hace tiempo a la adhesión de Rumanía y Bulgaria al espacio Schengen sin pasaportes, que los dos países de Europa del Este llevaban años intentando conseguir sólo para toparse con la resistencia de Viena.
La Presidencia húngara del Consejo de la UE anunció el avance el viernes por la tarde en una reunión en Budapest con los ministros de Interior de Rumanía, Bulgaria y Austria. Los tres ministros firmaron un "acuerdo conjunto" para allanar el camino hacia la plena pertenencia a Schengen, dijo un portavoz húngaro.
En la práctica, esto significará la supresión de los controles en las fronteras terrestres, el último obstáculo pendiente. A principios de este año se suprimieron definitivamente los controles en las fronteras marítimas y aéreas. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, acogió con satisfacción la noticia, afirmando que Rumanía y Bulgaria "pertenecen plenamente" al espacio Schengen.
Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, se mostró igualmente positiva, afirmando que "un Schengen más fuerte significa una Europa más fuerte". Para hacerse realidad, el acuerdo de Budapest debe ser validado por el Consejo. Se espera que los Estados miembros voten antes de que finalice la Presidencia húngara el 31 de diciembre.
Veto levantado, ¿y ahora qué?
Para convertirse en realidad, el acuerdo de Budapest necesita el respaldo unánime de los Estados miembros, un proceso que se espera que transcurra sin sobresaltos. Ylva Johansson, Comisaria Europea de Asuntos de Interior, que participó en la reunión ministerial, dijo que la votación tendría lugar los días 12 y 13 de diciembre y que, "con suerte", el 1 de enero se habrán eliminado por completo los controles en las fronteras terrestres. "Este es un gran momento", dijo Johansson en un mensaje de vídeo. "Hoy estoy muy feliz".
La exclusión de Rumanía y Bulgaria del espacio Schengen, que engloba a 450 millones de personas y a la inmensa mayoría de los Estados miembros, ha sido una fuente recurrente de fricciones entre ambos países y Austria, el principal retenedor.
Según Viena, la continua llegada de inmigrantes irregulares demuestra que Schengen "no funciona" y que no está justificada una nueva ampliación. Bucarest y Sofía rebatieron esta afirmación, alegando que ninguno de los dos formaba parte de la ruta de los Balcanes Occidentales por la que miles de inmigrantes entran irregularmente en el bloque cada año.
Bruselas respaldó firmemente sus candidaturas: desde 2011, la Comisión Europea, encargada de evaluar las candidaturas a Schengen, ha insistido en que Rumanía y Bulgaria estaban "preparadas" para adherirse y rogó a Austria que retirara el veto.
Holanda también se opuso en un principio, pero acabó cediendo. El avance se produce en un momento delicado para Schengen: varios Estados miembros, como Alemania y Francia, han reintroducido los controles fronterizos en un intento de controlar la inmigración irregular, aunque los expertos ponen en duda la eficacia de esta medida unilateral.