Los ataques de Estados Unidos dejan la pelota del lado de Irán: Teherán, ¿escalará o no el conflicto?
WASHINGTON.- Estados Unidos e Irán siguen evaluando los daños causados por los ataques aéreos norteamericanos en Irak y Siria, pero la represalia militar de Washington dejó repentinamente la pelota del lado de Irán, que deberá decidir si responde al ataque o acusa recibo del golpe y desescala el conflicto.
La expectativa en Washington y las capitales aliadas es que los iraníes elijan lo segundo, al no encontrar beneficio alguno en entrar en guerra directa con una potencia que los sobrepasa holgadamente y con todos los riesgos que eso implica. Lo que no es seguro es que las variadas fuerzas delegadas de Irán que han llevado a cabo cientos de ataques contra bases y barcos norteamericanos —y que dependen del dinero, las armas y la información de inteligencia de Irán— llegarán también a la misma conclusión y decidirán retirarse.
Los hutíes, por ejemplo, un grupo rebelde proiraní que controla partes de Yemen, siguieron atacando barcos de carga en el Mar Rojo a pesar de la serie de ataques norteamericanos destinados a disuadirlos, incluido el de este último sábado.
Los ataques del viernes contra objetivos proiraníes en Irak y Siria fueron en represaría por la muerte de tres soldados norteamericanos en Jordania el 28 de enero. Estados Unidos apuntó contra varias milicias proiraníes con 85 ataques aéreos dirigidos. Tras los ataques, los funcionarios norteamericanos insistieron en que no hay canales ni oficiales ni no oficiales de diálogo con Irán, como tampoco un acuerdo secreto por el que Estados Unidos no atacará de forma directa a ese país.
“Desde el ataque no hubo comunicaciones con Irán”, dijo el viernes John Kirby, vocero del Consejo de Seguridad Nacional norteamericano, tras los ataques de represalia.
Pero aunque no haya diálogo directo, hubo profusas señales de ambos lados.
Biden redefine su estrategia
El presidente Joe Biden está metido en un juego militar, diplomático y electoral: apuesta en un primer lugar a restablecer alguna apariencia de disuasión en Medio Oriente, luego a orquestar una “pausa” o cese del fuego en la Franja de Gaza para permitir el intercambio de rehenes entre Israel y Hamas, y finalmente el mayor desafío de todos, intentar redefinir la dinámica de la región.
Pero todo eso está ocurriendo en una zona del mundo que hasta hace apenas cinco meses Biden esperaba poder dejar en suspenso mientras él se enfocaba en la competencia con China y en la guerra en Ucrania, y todo en medio de una campaña electoral donde sus oponentes, liderados por el expresidente Donald Trump, denunciarán casi cualquier movimiento de Biden como una señal de debilidad.
Los iraníes, por su parte, vienen dando muestras públicas de querer bajar un cambio — con sus ataques, porque su programa nuclear sigue a toda marcha—, pero su objetivo final, expulsar definitivamente a Estados Unidos de la región, sigue inalterable.
De hecho, la primera respuesta de Irán a la represalia militar norteamericana del viernes fue notablemente suave.
“El ataque de anoche contra Siria e Irak es una acción temeraria y otro error estratégico del gobierno estadounidense que no tendrá otro resultado que aumentar las tensiones y desestabilizar la región”, dijo el sábado Nasser Kanaani, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán.
Hasta los ataques del viernes por la noche, cada acción militar de Estados Unidos era calibrada y cautelosa, sello distintivo del enfoque de Biden, pero los funcionarios de su gobierno dicen que la muerte de los soldados lo obligó a actuar.
Biden tenía que dejar bien claro que Estados Unidos buscará desmantelar las capacidades bélicas de los grupos que se autodefinen como el “Eje de la Resistencia”, que reúne a un grupo de milicias rebeldes y a menudo indisciplinadas en torno a un concepto en común: la oposición a Israel y a su principal aliado, Estados Unidos.
Los asesores de Biden llegaron rápidamente a la conclusión que la represalia debía apuntar a instalaciones utilizadas por las fuerza de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Pero el presidente tomó la decisión de atacar principalmente instalaciones y centros de mando, sin pretender descabezar a la Guardia Revolucionaria ni amenazar de manera directa a Irán.
En ningún momento se evaluó seriamente atacar dentro de territorio iraní, según reveló un alto funcionario norteamericano después de la primera ronda de ataques. Y el mensaje del ataque dio tiempo a los iraníes y a sus fuerzas delegadas para evacuar de sus bases al personal y a los altos mandos militares y relocalizarlos en casas seguras.
Pero los líderes de Irán han señalado que tomarán represalias por tales ataques, como lo hicieron en 2020 después de que Trump ordenara el asesinato en Bagdad del general Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, la unidad de élite de la Guardia Revolucionaria. “Si una potencia opresiva y prepotente nos quiere prepotear, la respuesta de la República Islámica será contundente”, dijo el viernes el presidente de Irán, Ebrahim Raisi.
La decisión de Biden de llevar a cabo el ataque con bombarderos B-1B que despegaron del territorio continental de Estados Unidos continentales entraña su propio mensaje: si bien los funcionarios del Pentágono dijeron que los B-1B eran los mejores bombarderos disponibles para la complejidad de estos ataques, también son los mismos aviones que se utilizarían en caso de tener que atacar las instalaciones nucleares de Irán si Teherán decidiera emprender la corrida final para construir un arma nuclear. Para Irán no hay mayor recordatorio del alcance del poderío norteamericano que un ataque a su vecino, señaló un funcionario de Biden el sábado por la mañana.
Lo que para algunos en Washington es un exceso de cautela, en la región de Medio Oriente se vive como una muestra de hostilidad. El Ministerio de Defensa sirio calificó el ataque de “agresión aérea flagrante”, sin mención alguna el hecho de que el gobierno de Bashar al-Assad permitió que esas milicias proiraníes operaran en territorio que supuestamente controla. El gobierno de Irak, al que Washington evita desestabilizar, informó que los ataques en su territorio dejaron 16 muertos y 25 heridos, y que representaban “una amenaza que acarreará consecuencias imprevisibles para Irak y toda la región.”
Pero los que más tardaron en responder fueron los propios iraníes, y cuando lo hicieron culpabilizaron a la guerra en Gaza, y no a Estados Unidos. Kanaani dijo a través de un comunicado que “las raíces de la tensión y la crisis regional hay que buscarlas en la ocupación por parte del régimen israelí, en la continuidad de las operaciones militares de este régimen en Gaza y en el genocidio de los palestinos con el apoyo ilimitado de Estados Unidos.”
En cuanto a Kataib Hezbollah, el grupo que según la inteligencia norteamericana estuvo detrás del mortal ataque en Jordania, declaró a principios de esta semana que ya no atacaría a las fuerzas de Estados Unidos y se ocupó de dejar en claro que estaba siendo presionado contra su voluntad por Irán e Irak.
Todo eso es muy esclarecedor sobre las dos estrategias que Irán parece estar aplicando. El primero es un enfoque a corto plazo relacionado con la guerra en Gaza, donde sus milicias delegadas han abierto múltiples frentes contra Israel y han intensificado los ataques a bases estadounidenses para presionar a Washington y lograr que le arranque un alto el fuego a Netanyahu. Hace poco, un alto funcionario norteamericano señaló que en noviembre, cuando se declaró una breve pausa y se intercambiaron rehenes, las milicias delegadas proiraníes cumplieron la tregua y suspendieron sus ataques.
Pero Irán tiene otro objetivo a más largo plazo: expulsar a Estados Unidos de la región con la ayuda de sus fuerzas delegadas en Irak y Siria.
“En este momento Irán no puede jugarse a todo o nada. Esto es sólo un capítulo de la extensa agenda estratégica de Irán para Medio Oriente”, señala Afshon Ostovar, profesor adjunto de asuntos de seguridad nacional en la Escuela Naval de Postgrado en Monterey, California. “Irán puede permitirse tantas bajas iraquíes y sirias como quiera, y no se siente obligado a responder por las muertes de sus milicias delegadas. Pero si matan a iraníes, la cosa cambia.”
“Irán está embarcado en una guerra larga y que no tiene nada que ver con lo que pasa en gaza”, agrega Ostovar. “Esto tiene que ver con la larga y sostenida cruzada de Irán a través de Medio Oriente para expulsar a las fuerzas norteamericanas y debilitar a los países vecinos aliados de Estados Unidos.”
Traducción de Jaime Arrambide