Argentina pone primera en Atlanta, en la cuenta regresiva para la Copa América: primer entrenamiento bajo un calor sofocante
ATLANTA (Enviado especial).- Esta ciudad vio nacer a Martin Luther King, adoptó a Evander Holyfield y fue testigo del último suspiro de James Brown, el padrino del soul. Atlanta fue bastión del ejército confederado en la Guerra Civil, pero también epicentro de la lucha por los derechos civiles en los años 60. Hoy es una superciudad, entre las 40 más populosas de Estados Unidos, con una infraestructura deportiva que se consolidó a partir de la realización de los Juegos Olímpicos en 1996. Tiene, entre muchos escenarios de envergadura, un estadio impactante, el Mercedes Benz Arena, edificado luego de que se demoliera en 2017 el legendario Georgia Dome.
Allí comparten casa los Falcons, el equipo de fútbol americano, con el United, el conjunto que participa de la Major League Soccer y que hace algunos años fue campeón de la mano del rosarino Gerardo Tata Martino, hoy entrenador de Inter Miami. En ese lugar, la selección argentina comenzará el próximo jueves su camino en la 48ª Copa América para defender el título de campeón obtenido en Brasil hace tres años, aquella noche del Maracaná donde se consolidó el aura ganadora de la Scaloneta.
Un calor demoledor, con una temperatura superior a los 35 grados, recibió a la delegación nacional, que situó su base de operaciones en un hotel del downtown, donde hubo que colocar vallados para que las decenas de fanáticos congregados no pudiera generar un caos durante la llegada de Lionel Messi y compañía.
Las altas temperaturas obligan a una calculada logística: todos los entrenamientos están programados para horario vespertino, cuando ya el sol deja de castigar con virulencia. Las noticias climáticas no son alentadoras, pues este domingo comenzó en Atlanta una ola de calor que se extenderá durante toda la estada de la selección.
La cuenta regresiva en Atlanta para el debut frente a Canadá, el jueves a las 21 de la Argentina, se puso en marcha este jueves en el campus de la Kennesaw State University, un predio ubicado al noroeste de Atlanta, a 40 kilómetros del centro (su rival se prepara en Marietta, una localidad un poco más cercana). Son cuatro ensayos para definir a un equipo en el que muchos puestos tienen competencia pareja.
Fueron dos horas de práctica hermética en este lugar donde la llegada de los micros argentinos despertó la histeria de una cincuentena de fanáticos que esperaban sobre la avenida George Busber, pero también el susto de la policía y la seguridad de la universidad. Inmediatamente se le pidió calma a la gente y se armó un vallado.
Una tormenta inesperada espantó a algunos, pero muchos quedaron y otros fueron llegando a medida que la noticia corría: los campeones del mundo estaban en la zona. Estoicos hasta el final de la actividad, gritaron ante cada miembro de la delegación que se dejó ver a la distancia y ovacionaron a Chiqui Tapia, que retribuyó con un saludo. Pero finalmente, el centenar de fanáticos que espero por ver a sus ídolos quedó desencantado: al retirarse del predio de la Universidad, los micros de la selección no pasaron por donde estaba la gente.
Panorama tranquilo
Lionel Scaloni ya se sacó de encima uno de los momentos más incómodos para un entrenador en la previa de un acontecimiento de este tipo: tener que decirles a algunos futbolistas que no formarán parte de la lista definitiva del certamen. Con Valentín Barco, Leonardo Balerdi y Ángel Correa afuera, lo que conllevó la sorpresa de la inclusión del juvenil Valentín Carboni, Scaloni volvió a refrendar algo que es una constante en su ciclo, sobre todo desde que se consagró en Brasil 2021: las listas no generan discusión en la opinión pública. No hay polémicas por futbolistas que no hayan sido citados o debates por alguno que está y es mirado de reojo. Esa tranquilidad vale mucho.
Esta vez, en el final de la temporada para casi todos –los que juegan en Europa, al menos- no hay muchos tocados. Se esperó por algunos, como Germán Pezzella –con una microfisura en un dedo del pie-, y se puso a prueba la respuesta de otros que sufrieron algunos contratiempos, como Lisandro Martínez –de regreso tras un año de lesiones- y Enzo Fernández –operado de una hernia inguinal-. Scaloni ha dado muestras en el pasado de que no le tiembla el pulso a la hora de tomar determinaciones si ve que un futbolista no está a la altura de lo que pretende. Pero el plantel respondió de muy buena manera en los últimos amistosos –el 1 a 0 ante Ecuador en Chicago y el 4 a 1 frente a Guatemala en Washington-.
Es un grupo que en cada aparición transmite la misma sensación: la ambición se mantiene, la voracidad se conserva, la alegría por vestir la camiseta celeste y blanca está intacta. El ejemplo viene de arriba, claro: Lionel Messi ha diseñado toda su temporada en Inter Miami pensando en llegar en óptimas condiciones a la Copa América. Sin dejar de lado su apetito de competidor nato, graduó sus energías para seguir alimentando el mito en la selección.
Será en Atlanta donde comience un nuevo sueño de la Scaloneta, los héroes de varias generaciones que esperaron años para celebrar con la selección. En Atlanta, una ciudad que a más de uno le trae un recuerdo amargo cuando se la vincula con la Argentina. Claro, fue la sede de los Juegos Olímpicos de 1996, cuando el equipo dirigido por Daniel Passarella perdió la final por el oro frente a Nigeria. Sin embargo, aquel encuentro, disputado el 3 de agosto y que terminó en triunfo por 3 a 2 de los africanos, no se jugó en esta ciudad, sino en Athens, a 130 kilómetros.
Aquí, bajo el calor sofocante del sur estadounidense, en tierra de luchadores y soñadores, la selección nacional puede emprender otro viaje a la gloria.