Aprendimos demasiado tarde a luchar contra las estafas dirigidas a adultos mayores; $25,000 demasiado tarde | Opinión

Mi suegra, de 78 años, entregó un sobre con $25,000 en efectivo a un conductor de Lyft de la Florida que se presentó una mañana en su puerta durante los primeros días de la pandemia.

El dinero estaba destinado a pagar la fianza de su querido sobrino, que estaba en la cárcel tras haber atropellado y matado a una mujer embarazada. O al menos eso le dijo a mi suegra el hombre que llamó por teléfono haciéndose pasar por el abogado de su sobrino.

El hombre le ordenó que no se lo dijera a nadie o él se pudriría en la cárcel. En dos días consecutivos, ella hizo grandes retiros de efectivo en su banco y el “abogado” envió al conductor de Lyft a recoger el botín.

Pero no hubo accidente ni estancia en la cárcel. Mi suegra, que reaccionó con el corazón y no con la cabeza, estaba demasiado asustada para llamar a su sobrino o a otros familiares para verificar la historia. Días después, le dijo a mi esposo que había pagado la fianza para sacar al sobrino de la cárcel, sin saber que la habían estafado.

Así fue como mi familia conoció los perniciosos delitos que despojan a las personas mayores de su dinero y su dignidad. Fue una llamada de atención para mi marido. Diseñó una estrategia para protegerla mejor, que incluyó supervisar sus finanzas.

Las estafas se han disparado, según el FBI y la Comisión Federal de Comercio (FTC), alimentadas por una pandemia que aisló aún más a los ciudadanos mayores. Cuando los adultos mayores intentaron navegar por el mundo virtual para mantenerse en contacto con sus seres queridos o hacer compras, se volvieron aún más vulnerables al fraude. La pandemia ha remitido, pero la amenaza no.

La Florida es un objetivo obvio: ocupa el segundo lugar en el ranking de víctimas de fraude a personas mayores, por detrás de California, según el FBI. La población anciana del estado, en gran parte adinerada, sigue en auge.

A nivel nacional, según la FTC, las pérdidas por fraude aumentaron más del 70% desde 2020. Las personas mayores de 60 años fueron defraudadas en casi $1,700 millones en 2021, un alucinante aumento del 74% desde 2020, según el FBI. Y los mayores de 80 años fueron los blancos más fáciles, perdiendo la mayor cantidad de dinero.

El abanico de estafas es impresionante: Está la estafa “romántica”, en la que la víctima es cortejada por internet y accede a enviarle dinero a la persona para cubrir sus necesidades y para futuros planes “juntos”. El timo de la “suplantación de identidad”, como el que estafó a mi suegra. Los impostores también se hacen pasar por empleados de Medicare, el IRS u otros empleados gubernamentales para exigir pagos. La asistencia “de apoyo técnico” en línea permite a los estafadores acceder a las computadoras y causar estragos, una categoría que ha aumentado vertiginosamente.

Las estafas románticas costaron a los consumidores la cifra récord de $304 millones, ya que durante la pandemia aumentó el número de personas que buscaban el amor en internet.

Luego está la estafa de los “sorteos”. Hace tres meses, la madre de un amigo en la Florida recibió un cheque de $100,000 y felicitaciones por ganar el concurso. El único inconveniente: Para cobrar el cheque, tenía que enviar $40,000 para pagar los impuestos. Transfirió el dinero y, zas, se esfumó. El cheque, por supuesto, era falso.

El pasado mes de octubre, el Departamento de Justicia amplió la Fuerza Transnacional de Lucha contra el Fraude a Ancianos, aumentando a 20 sus fiscalías federales. El año pasado, el presidente Biden promulgó la Ley de Prevención del Fraude a los Adultos Mayores, una oficina de asesoramiento especial dependiente de la FTC para tratar de frenar la epidemia.

A nivel local, los legisladores estatales y las fuerzas de seguridad están intensificando sus esfuerzos. La Florida endureció las leyes sobre tutela para frenar los fraudes cometidos por familiares o supuestos amigos.

Algunas soluciones serían sencillas, me dijo Andrew van Sickle, fiscal estatal en Sarasota, quien se ocupa de muchos de estos delitos, como permitirle perseguir el dinero si cruza las fronteras del condado. (El dinero de mi suegra fue entregado al ladrón a 90 millas de distancia, en otro condado, según le dijo la policía a mi esposo). “No le costaría ni un centavo al poder legislativo”, dijo.

Sin duda, el número de adultos mayores estafados es mayor porque es menos probable que denuncien el timo. A menudo temen que sus seres queridos les restrinjan su independencia si se enteran. Para algunos, las pérdidas económicas pueden ser catastróficas.

¿Qué hacer? Aconseje a sus parientes mayores, describiéndoles específicamente las formas de aproximación de los estafadores. Dígales que no divulguen información personal a desconocidos que contacten con ellos por internet o por teléfono, aunque parezca que ya conocen datos personales de la familia, que a menudo pueden obtenerse de las redes sociales.

Hágales hincapié en que siempre consulten con usted antes de enviar dinero a nadie. Y, si es necesario, obtenga un poder notarial y vigile sus finanzas.

Si tiene alguna pregunta o quiere denunciar una estafa, llame a la Línea Nacional de Lucha contra el Fraude a Personas Mayores: 1-833-372-8311.

Lizette Álvarez es columnista colaboradora del Washington Post y escribe sobre temas relacionados con la Florida, inmigración y política.

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