El amor propio es importante, pero los mamíferos estamos condenados a tener sexo

Un cóndor de California. (Alianza para la vida salvaje del zoo de San Diego vía The New York Times)
Un cóndor de California. (Alianza para la vida salvaje del zoo de San Diego vía The New York Times)

Si el Día de San Galentín, la celebración no romántica de la amistad entre mujeres, tuviera una mascota animal, tendría que ser una de las especies cuyas hembras pueden reproducirse sin pareja. Casi todos los animales se reproducen de la manera tradicional, combinando óvulos y espermatozoides. Pero algunos tienen una alternativa llamada partenogénesis, es decir, no necesitan machos.

Sin embargo, no importa cuántos mamíferos románticamente frustrados hayan deseado poder reproducirse solos, una peculiaridad genética hace que sigamos necesitando la reproducción sexual. Por ahora, la partenogénesis es para los pájaros (y las abejas), los peces y los reptiles.

Uno de los casos recientes más sonados de partenogénesis lo protagonizaron los cóndores de California, una especie en peligro de extinción. En 2013, Leona Chemnick, quien en ese entonces era investigadora de la Alianza para la Vida Silvestre del Zoológico de San Diego, descubrió que dos polluelos macho del programa de cría de cóndores tenían un ADN que no coincidía con el de los padres de sus jaulas, ni con el de ningún otro macho. El ADN de los polluelos solo coincidía con el de sus madres.

Chemnick habló con Oliver Ryder, director de genética de la conservación del zoológico, de camino a su automóvil y le preguntó por los extraños datos que estaba viendo. Él le explicó a Chemnick que esos polluelos de cóndor debían proceder de óvulos no fecundados por espermatozoides.

“Estábamos literalmente caminando hacia el estacionamiento y tuvimos este momento eureka”, dijo Ryder. “No tuvimos tiempo de bailar ni nada”.

Para cuando los dos científicos y otros colegas publicaron su hallazgo sobre la partenogénesis en 2021, los dos inusuales polluelos, o partenotes, hacía tiempo que habían desaparecido. Ambos murieron jóvenes, aproximadamente a los 2 años y a los 8 años. Sin embargo, sus madres tuvieron muchas otras crías, concebidas con sus parejas de la manera habitual (a pesar de los titulares que declaraban nacimientos vírgenes).

Un cocodrilo americano bajo el agua en el Parque Nacional de los Everglades en Florida. (Servicio de Parques Nacionales vía The New York Times)
Un cocodrilo americano bajo el agua en el Parque Nacional de los Everglades en Florida. (Servicio de Parques Nacionales vía The New York Times)

Cada concepción de un cóndor es un milagro de otro tipo. En 1982, cuando solo quedaban 22 cóndores de California en el planeta, los conservacionistas empezaron a atrapar a todas las aves y a llevarlas a cautiverio en un intento desesperado por salvar la especie. En 2022, ya había 561 aves y, la mayoría de ellas, vivían en libertad.

Una parte crucial del crecimiento de esa población de cóndores sanos ha sido el seguimiento genético de las aves, que permitió descubrir los polluelos partenotes. Desde el hallazgo de los dos primeros, explicó Ryder, su equipo ha descubierto dos más, aunque murieron antes de eclosionar.

Cómo los hicieron sus madres está poco claro.

Los cóndores, como la mayoría de los animales, tienen dos copias de cada gen, una de cada progenitor. Para crear un espermatozoide o un óvulo, el animal debe dividir su material genético por la mitad. Cuando el óvulo y el espermatozoide se encuentran durante la reproducción sexual, combinan sus genes para crear un nuevo genoma completo.

Para crear polluelos sin esperma, las madres cóndor deben haber duplicado el ADN de un óvulo. Hay varias maneras en que esto pudo haber ocurrido, dijo Ryder, y su equipo está realizando un análisis más profundo que debería resolver el misterio.

Otras aves, como las gallinas y los pavos, también han logrado esta hazaña. Luego están los reptiles, incluidos los dragones de Komodo y otras chicas listas, que se ha descubierto que se reproducen de esta manera. El año pasado, los científicos informaron de la existencia de partenogénesis en un cocodrilo americano. Incluso hay algunas especies de serpientes y lagartos que se reproducen únicamente por partenogénesis y han renunciado por completo al sexo.

Muchos insectos y otros invertebrados pueden reproducirse sin machos. También algunos tiburones y otros peces. Un tiburón bambú de manchas blancas en cautiverio tuvo varios partenotes, y uno de ellos creció y tuvo su propia descendencia sin padre.

En el acuario Shedd de Chicago, una hembra de tiburón cebra llamada Bubbles tuvo dos crías partenote en 2016, aunque ambas murieron poco después de nacer. Al igual que los cóndores de California, Bubbles sorprendió a los científicos con un nacimiento prácticamente virginal porque no estaba sola en ese momento. Vivía con dos tiburones machos, a los que seguramente no les habría molestado compartir un poco de su esperma.

Nadie sabe si una hembra puede elegir reproducirse por su cuenta —por ejemplo, en caso de que sus opciones de reproducción actuales no sean satisfactorias— o si la partenogénesis ocurre fuera de su control.

“Sería fascinante si pudieran hacerlo por decisión propia”, afirmó Ryder.

Los humanos solo han observado la partenogénesis cuando las hembras solitarias tenían crías o cuando los investigadores controlaban los genes de una población. Sin embargo, debido el gran número de ramas de la vida que han demostrado esta capacidad, es posible que haya muchos más tipos de hembras que se reproduzcan por su cuenta sin que lo sepamos.

“Es probable que esté mucho más extendida de lo que pensamos”, comentó Ryder.

c.2024 The New York Times Company