Un amistoso contra El Salvador que desnuda el destrato que sufre el campeón mundial

Lionel Scaloni
Lionel Scaloni - Créditos: @Prensa AFA

¿Por qué no creerle a Lionel Scaloni si siempre se ha mostrado sensato, cercano al sentido común en un mundillo de histerias? “Lo que dije fue pensado, meditado, era un momento de reflexión después de un año difícil, y es una locura decirlo después de haber ganado el Mundial. Fue complejo a nivel deportivo y personal, la vida se trastoca un poco cuando lográs algo así. La verdad que fue pensar qué quería hacer. Se vienen cosas importantes y hay que estar bien, lúcido. Después de pensarlo, de tener reuniones con la gente que necesitaba hablar, entendimos que estábamos en condiciones de continuar”, explicó ayer desde Filadelfia sobre el tsunami que él mismo creó la mágica noche del 21 de noviembre de 2013, cuando la Argentina le ganó a Brasil en el Maracaná. Y Scaloni amagó con alejarse del cargo.

¿Entonces no hubo culpables ni diferencias con la AFA? Scaloni cuenta que sólo se trató de una cuestión interior. “La vida del futbolista es estar lejos de la familia. Cuando tenés hijos chiquitos que van creciendo, sumado a los problemas de mis viejos, son cosas que influyen en tu vida personal”. Compresible. Sus padres en Pujato, sus hijos y señora en España, él de acá para allá. Aun suponiendo que aquella noche las emociones lo traicionaron, se equivocó. La estrategia o la confesión. Sucede, desde estas líneas también nos equivocamos. No se trata de amenazar con renunciar, sino alinear las pautas de progreso. Pero después del terremoto, algunos puntos de la disidencia y fastidio de Scaloni para con la AFA –nunca admitidos por el técnico, siempre filtrados por satélites– no han cambiado. Y el amistoso de esta noche lo corrobora. Peor, lo expone.

La selección de El Salvador perdió los dos partidos que disputó ante la Argentina en el historial
La selección de El Salvador perdió los dos partidos que disputó ante la Argentina en el historial - Créditos: @La Selecta

En diálogo con @AFAestudio en la mañana, y luego en conferencia de prensa, Scaloni remarcó que lo trascendente es el crecimiento de la selección. Y aquí el discurso se agrieta. “Hay que tratar de no bajar el pistón. El objetivo es hacer siempre lo mejor para la selección”. Ya había resumido en Río, cuando paralizó los corazones futboleros de un país, que “esta selección necesita un entrenador con todas las energías”. ¿Las tiene? “Sigo y punto. Eso está más que claro. Los plazos nunca se saben en el fútbol. Necesitábamos parar la pelota y pensar. Este lugar no te permite estar al 90%. Todos estamos fuertes y con ganas de seguir. Tenemos claro cuál es el camino”, subrayó. Pero el camino no es jugar con El Salvador. Y el primero que lo sabe es Scaloni, porque es competitivo y ambicioso. Porque se crió con entrenadores de selección que al advertir que el proyecto no avanzaba, o incluso era torpedeado, se marcharon. Si se encuentra fuerte y lúcido, como reclamó, es imprescindible imponer condiciones. Nadie como él –y Lionel Messi, claro– tiene más consenso para exigir una vara altísima.

Lionel Scaloni durante uno de los ensayos del seleccionado en Filadelfia
Lionel Scaloni durante uno de los ensayos del seleccionado en Filadelfia - Créditos: @Twitter

El campeón del mundo afrontará una doble fecha FIFA manoseada. Que iba a ser en China contra Nigeria y Costa de Marfil –tampoco categoría premium–, y se devaluó a El Salvador y Costa Rica. El Salvador, que hace menos de 48 horas empató 1-1 con Bonaire y encadena 20 partidos sin ganar. Que cuenta con 25 futbolistas para absorber tres juegos en seis días. Y Costa Rica, que sólo está ocupada en su repechaje de mañana con Honduras para intentar acceder a la Copa América. “Nos vienen bien [los rivales], tienen sus dificultades”, señaló Scaloni. No. “Hay que estar lúcidos”, él mismo interpeló. Podría aceptarse si se tratara de un paso accidental, pero no, este calibre de ensayos son la normalidad para el campeón mundial. Desde la consagración en Qatar, se enfrentó en amistosos con Panamá, Curazao, Australia e Indonesia. Y después de esta ‘ventana FIFA’, en junio, en la antesala de la Copa América, los examinadores serán Ecuador y Guatemala. Un exceso.

Scaloni:
Scaloni: "Sigo y punto. Eso está más que claro. Los plazos nunca se saben en el fútbol" - Créditos: @AFA

¿Quiénes fueron los rivales de la Argentina después del título en 1978? Bulgaria (2-1), Holanda (0-0; 8-7), Italia (2-2), República de Irlanda (0-0), Escocia (1-3), el amistoso contra el combinado FIFA y llegó la Copa América 1979. ¿Y luego del 86? Italia (1-3), Paraguay (0-1), la Copa América de 1987, Alemania Federal dos veces (1-0 y 0-1) y Unión Soviética (2-4). Cambió el contexto global y el mercado, es cierto, tan cierto como que en estos días Brasil se probará con Inglaterra y España; Chile jugará con Francia; Colombia con España y hasta Estados Unidos con Italia.

“Salimos campeones del mundo casi sin competir contra ningún rival europeo. El fútbol muchas veces no te dice la verdad: si competís contra los mejores no te garantiza que llegues bien a las competiciones y si jugás con rivales de otra entidad, tampoco te garantiza nada”, analizó ayer Scaloni. Una verdad de Perogrullo. Mentirse al solitario es contraproducente. Afrentoso con la historia de la selección. No se condice con la exigencia íntima de que la selección cuente con un entrenador “con todas las energías”.

A Scaloni, como un empleado jerarquizado, le corresponde elevar la voz. Si fue capaz de sembrar un tembladeral por un aparente tema personal que él mismo se fue encargando de decolorar, cómo no ser enérgico hasta que se sacudan los cimientos en aspectos que impactan en el crecimiento de la selección. Si participar de la inauguración de las flamantes oficinas de la AFA en Miami o concurrir a la presentación de nuevos sponsors lo asume con protocolar tolerancia, en los temas vitales del campo deportivo no puede ser comprensivo ni indulgente. Porque hace años que la selección deambula contra adversarios de clase B y C. Y concluir que igual se puede salir campeón del mundo es un reduccionismo que retrata.