La amenaza oculta de la subida de las aguas subterráneas costeras

Cuando la gente piensa en la elevación del nivel del mar, muchos se imaginan costas inundadas en Florida o Bangladesh y casas frente a la playa en los Bancos Externos de Carolina del Norte que sucumben a la erosión. Pero algunas de las amenazas más importantes para nuestras comunidades están pasando desapercibidas, bajo tierra.

El océano está en contacto directo con las aguas subterráneas costeras. Si alguna vez ha construido un castillo de arena en la playa, cavando un foso que se llena de agua desde abajo, habrá experimentado esto de primera mano. A medida que sube el nivel del mar, aumentan también los niveles de las aguas subterráneas costeras.

Las ciudades cuentan con una red crucial de infraestructuras subterráneas, como tuberías de agua, sistemas de alcantarillado, desagües de aguas pluviales, líneas eléctricas y de fibra óptica y estructuras de soporte para carreteras y edificios. La subida de las aguas subterráneas costeras en nuestras zonas urbanas puede inundar esta red subterránea. A menudo, esa agua es salada y corrosiva.

En muchos lugares ya se están produciendo fallos en las infraestructuras causados por la elevación de las aguas subterráneas, que requieren atención y una gestión oportuna. En las zonas afectadas se inundan los sótanos, se producen daños estructurales en los cimientos, se corroen las barras de refuerzo, aumentan las rupturas de tuberías y se saturan las plantas de tratamiento de aguas residuales. También sufren un exceso de baches y huecos en las calles al saturarse las capas de soporte del subsuelo. Lo más preocupante es que los contaminantes enterrados salen a la superficie al interactuar la subida de las aguas con la infraestructura de alcantarillado, antiguos vertidos industriales y otros.

Soy modeladora de inundaciones por subida del nivel del mar en Honolulu, donde se encuentra uno de los mareómetros más antiguos de Estados Unidos, junto con una red de pozos de control dedicados a observar la subida y el aumento de la concentración de sal en las aguas subterráneas costeras. El mareógrafo ha registrado un aumento de más de 20 centímetros del nivel del mar desde antes de la Primera Guerra Mundial. Las aguas subterráneas han ido subiendo de nivel.

En 2017, por ejemplo, los fenómenos relacionados con el patrón climático conocido como El Niño elevaron temporalmente el nivel del mar hasta 30 cm por encima de las predicciones de la tabla de mareas en todas las islas hawaianas. Las aguas subterráneas de Honolulu también subieron casi 30 cm. Aunque esto no sorprendió a los hidrólogos, sí lo hizo a los lugareños, ya que el agua se filtró hasta la superficie a más de un kilómetro de la costa. A escala mundial, se prevé que el nivel del mar aumente alrededor de un metro de aquí a 2100.

Honolulu es pionera en la investigación de la influencia de la subida del nivel del mar en las aguas subterráneas; investigadores locales publicaron uno de los primeros estudios sobre el tema, en 2012. Hoy, nuestra Junta de Abastecimiento de Agua utiliza simulaciones de aguas subterráneas para ayudar a mantener y mejorar las infraestructuras. Y el Departamento de Salud del Estado de Hawái hace un seguimiento de la contaminación.

Una investigación publicada en 2020 sugiere que casi el 90 % de los pozos negros activos de Honolulu ya están en peligro durante las mareas más altas. Al departamento de salud también le preocupa la filtración ascendente de plomo e hidrocarburos, así como la posibilidad de explosiones subterráneas inducidas por metano. Aunque esto último pueda sonar alarmista, es una preocupación legítima. Cuando la contaminación por petróleo procedente de vertidos anteriores se sumerge en aguas subterráneas ascendentes, las bacterias anaerobias la descomponen, dando lugar a la producción de metano. El departamento de sanidad realiza un seguimiento activo de las explosiones subterráneas inexplicables en Honolulu que se cree que están relacionadas con este fenómeno.

Honolulu es especialmente susceptible a la subida de las aguas subterráneas porque algunas partes de la ciudad se construyeron sobre un humedal: durante los proyectos de recuperación de tierras a principios y mediados del siglo XX, la zona se rellenó con una fina capa de tierra para su desarrollo. Las infraestructuras subterráneas de Honolulu se encuentran dentro de esta fina y porosa capa. Pero Honolulu no es única; muchas grandes ciudades costeras también se expandieron sobre terrenos ganados al mar, como San Francisco, Boston, Nueva York, Los Ángeles, Tokio, Osaka, Bombay, Hong Kong, Singapur, Ámsterdam y muchas otras.

En un estudio sobre este tema, mis colegas y yo identificamos 1.546 zonas urbanas costeras de todo el mundo que probablemente tienen aguas subterráneas “críticamente poco profundas”, a 1,5 metros o menos de la superficie —una profundidad conocida por causar daños a las infraestructuras enterradas—. Aproximadamente 1.420 millones de personas viven en estas zonas.

Honolulu adopta un enfoque proactivo para identificar los problemas relacionados con las aguas subterráneas, especialmente en zonas como Waikiki, que cuenta con recursos financieros e incentivos económicos para gestionar los daños. Tres grupos de investigación están elaborando planes de adaptación para Waikiki, todos considerando las inundaciones de aguas subterráneas. Pretenden elevar las infraestructuras y detectar los problemas a tiempo, sabiendo que bombear las aguas subterráneas hacia abajo (una primera respuesta habitual) solo puede causar más intrusión de agua salada y hundimiento.

A pesar de esta labor, una encuesta reciente entre los responsables de Hawái mostró que, aunque la mayoría está preocupada por el aumento del nivel del mar y de las aguas subterráneas, solo el 9 % lo considera su máxima prioridad. En EE.UU., los sectores que supervisan las infraestructuras de tránsito y gestión de aguas residuales carecen de los recursos necesarios para el mantenimiento básico, por no hablar de abordar los retos del futuro. Muchas ciudades costeras de baja altitud de todo el mundo tienen aún menos recursos y, a su vez, se enfrentan a un deterioro crónico y creciente de las infraestructuras críticas.

La inundación de las aguas subterráneas puede causar daños abrumadores y agravar las desigualdades sociales. Tenemos que abordar de forma proactiva la actual e inminente avalancha de problemas.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

This article originally appeared in Knowable Magazine, an independent journalistic endeavor from Annual Reviews. Sign up for the newsletter.