Alemania vuelve a ser potencia y toma la cabecera del fútbol de Europa: “Recuperamos la capacidad de soñar”
Alemania superó a la Argentina por 1 a 0 y se consagró campeón del mundo el 13 de julio de 2014, en el estadio Maracaná. El tanto convertido por Mario Gotze a siete minutos del cierre del suplementario (¡cómo olvidarlo!) derivó en la cuarta estrella mundial de la Mannschaft (1954, 1974, 1990 y 2014), solo superado por Brasil, con un trofeo más.
El eterno poderío, del que alguna vez Jorge Valdano sugirió “el fútbol es un deporte en el que juegan 11 contra 11, en el que siempre gana Alemania”, se desplomó en las siguientes competencias: quedó eliminado en la primera rueda de las copas de Rusia y Qatar, algo que no había ocurrido jamás. Joachim Low, el entrenador, se despidió después de 15 años. “La decepción es brutal para mí”, aceptó el DT.
La planificación alemana fue uno de los tantos secretos de su éxito. El fin de los tanques, esas corpulentas figuras que marcaron las vueltas olímpicas durante varias décadas (Oliver Kahn, Jürgen Klinsmann y tantos otros) derivó en propuestas más ágiles, ofensivas y matizadas de un crisol de culturas, bienvenidas puertas adentro y afuera. En el mientras tanto, Bayern Munich consiguió 11 títulos locales seguidos y, al menos desde 2000 a hoy, conquistó tres Champions League. En 2001, 2013 y 2020.
Sin embargo, el aura de uno de los cinco clubes más grandes del mundo parecía un oasis. La última vez que el seleccionado consiguió la Eurocopa fue en 1996, los equipos de la Bundesliga (compuesta por 18 integrantes) no dan en la talla en el plano internacional y ese competitivo certamen, sufre del mal del ganador repetido y hasta trastabilla hasta el quinto lugar en las preferencias, detrás de la Premier League, la Liga de España, la Serie A y en lucha mano a mano con la competencia francesa. Sobre todo, durante la explosión de Messi, Neymar, Mbappé y los millones de los cataríes en PSG.
En la antesala de la Eurocopa que va a cobijar entre el 14 de junio y el 14 de julio (la 17° edición, con 24 participantes) y con el estadio olímpico de Berlín como sede de la final, el orgullo volvió al cuerpo del país. Julian Nagelsmann, el joven entrenador de 36 años, parece que encontró la fórmula luego de una serie de tropiezos, con triunfos sobre Francia por 2 a 0 y Países Bajos por 2 a 1, con el respaldo de Toni Kross después de tres años de ausencia. Pero sobre todo, las victorias y los impactos recientes de clubes así lo certifican.
Borussia Dortmund, contra todos los pronósticos, alcanzó la final de la Champions League. Bayern Munich estuvo a dos minutos de conseguirlo (y repetir la finalísima de 2013), al perder con polémica frente a Real Madrid. El club más grande del mundo tiene dos alemanes en su formación titular, Antonio Rüdiger y Toni Kross. La cita será el 1° de junio, en la Catedral.
Y Bayer Leverkusen, el campeón de la Bundesliga que acabó con la supremacía de Bayern, con Xabi Alonso en el banco y Exequiel Palacios en modo mariscal, jugará la final de la Europa League, el segundo torneo europeo. La cita será el próximo 22, en Dublín, frente a Atalanta.
El club de las aspirinas es la sensación del Viejo Continente: no perdió en 2024 durante 49 partidos y en 16 de ellos, salvó el invicto en el descuento. No hay dudas: se despertó el gigante, con el envión de los jugadores y entrenadores extranjeros.
Edin Terzic, el entrenador de Dortmund, un auténtico desconocido para el gran público, sin historia futbolera y de 41 años, lo explica muy bien. “Es genial, es muy difícil explicarlo en palabras. Es un logro increíble, especialmente después de una dura temporada la campaña pasada. Tuvimos momentos muy difíciles, pero ahora les dimos algo grande a nuestros aficionados. Recuperamos la capacidad de soñar, por eso estoy tan feliz”, declaró el conductor de un equipo que suele ser un fuego en su estadio. La conexión con sus hinchas en el Signal Iduna Park solo es comparable a la relación entre Liverpool y Anfield.
El recuerdo del trauma es inequívoco: Dortmund perdió el título de la temporada pasada en la última función. “Le devolvimos a la gente un poco de fe, dejar que el sueño siga vivo. Ahora iremos todos juntos a Londres y luego haremos todo lo posible para traer el trofeo a casa”.
Sus palabras identifican a todo un país, tantos años atrapados en el orgullo herido. Con jóvenes como Jamal Musiala, de 21 años, un crack con detalles sudamericanos. Vale la extensión de la historia del joven nacido en Stuttgart para comprender los nuevos tiempos: es el hijo mayor de Daniel Richard, británico de raíces nigerianas, y Carolin Musiala, alemana, aunque con ascendencia polaca.
El gigante amarillo se sostiene en Mats Hummels, autor del gol decisivo ante PSG y Marco Reus, que se irá a final de temporada. Sobrevivientes de la final de 2013 y con historial exclusivo en la Bundesliga, juegan como hinchas. Ese plus que había perdido el fútbol alemán. Y lo consigue sin dos estrellas mundiales, hasta ayer nomás en casa: Erling Haaland y Jude Bellingham. Todo un mensaje.
“Este alto nivel de la Bundesliga demuestra que lo que conseguimos esta temporada no fue fácil. Lo nuestro, lo del Dortmund y también lo de Bayern habla muy bien de nuestra liga”, apunta Xabi Alonso, cumplida 32 fechas (26 triunfos y 6 empates). A la pregunta de si la Premier League sigue siendo la mejor liga del mundo, como se suele afirmar, Alonso responde entre risas: “¡Se pueden decir muchas cosas!. Pero los resultados son un hecho, no se pueden discutir”. No hay equipos ingleses en ninguna definición de las tres principales competiciones.
Ese espíritu es la sal de la historia alemana. Lo representa el Bayer invencible, que rescató el invicto en el minuto 97 en un 2-2 imposible contra Roma. “Es difícil de explicar. Es increíble que suceda una y otra vez. Normalmente hay una derrota... El 1-2 era suficiente, pero los jugadores querían más. ¡Y ya no podía controlarlos!”, reconoce Alonso. El gen alemán está de vuelta.