Los alborotadores del 6 de enero, 4 años después

Partidarios de Donald Trump afuera del Capitolio el 6 de enero de 2021. (Kenny Holston/The New York Times)
Partidarios de Donald Trump afuera del Capitolio el 6 de enero de 2021. (Kenny Holston/The New York Times)

En los últimos cuatro años, casi 1600 personas han sido procesadas en relación con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Algunas fueron acusadas de delitos graves como agresión o conspiración sediciosa y siguen en prisión. Pero cientos acusados de delitos menores han concluido sus casos y han regresado a sus vidas.

El 6 de enero fue un momento decisivo para todos los implicados. Al irrumpir en el Capitolio, una turba de leales a Trump causó millones de dólares en daños, hirió a más de 140 policías y, por primera vez en la historia de Estados Unidos, ahuyentó a los legisladores de su deber de certificar unas elecciones presidenciales.

El atentado provocó también la mayor investigación jamás emprendida por el Departamento de Justicia, que condujo a detenciones en los 50 estados. Desde entonces, los acusados han tenido que rendir cuentas en el tribunal federal de Washington, a pocas manzanas del propio Capitolio, por su papel en el menoscabo de un pilar de la democracia, el traspaso pacífico del poder.

Aunque algunos han llegado a arrepentirse de sus acciones de aquel día, otros no. En el mejor de los casos, dicen que han visto las realidades del sistema de justicia penal y se han vuelto más comprensivos con las dificultades de otras personas que se enfrentan a procesos judiciales. En el peor de los casos, siguen convencidos de que el sistema los trató injustamente, endurecidos por sus roces con la ley.

PUBLICIDAD

Los jueces que han supervisado los casos de disturbios del Capitolio han rechazado sistemáticamente esa idea.

“Me ha conmocionado ver cómo algunos personajes públicos intentan reescribir la historia, afirmando que los alborotadores se comportaron ‘de forma ordenada’ como turistas normales, o haciendo mártires a los acusados condenados por el 6 de Enero como ‘presos políticos’ o incluso, increíblemente, como ‘rehenes’”, dijo el juez Royce C. Lamberth, nombrado por Reagan, en un juicio el año pasado. “Todo eso es absurdo”.

Chansley en el Capitolio el 6 de enero. (Erin Schaff/The New York Times)
Chansley en el Capitolio el 6 de enero. (Erin Schaff/The New York Times)

Aun así, el presidente electo Donald Trump ha prometido indultar a muchos, quizá a la mayoría, de los alborotadores en cuanto asuma el cargo y podría cerrar la amplia investigación sobre el ataque al Capitolio. He aquí las experiencias de algunos acusados de delitos relativamente menores cuatro años después del 6 de enero.

Eric Clark

PUBLICIDAD

El 6 de enero, Eric Clark llevaba tres años sobrio y se había asentado más o menos en una vida de clase media como maquinista en Louisville, Kentucky, tras años de lucha contra la falta de vivienda y la drogadicción.

Pero la creencia de que Trump ganó las elecciones de 2020 lo llevó a entrar ilegalmente en el Capitolio con una máscara de Guy Fawkes y negarse a salir durante casi 30 minutos. Clark fue condenado a cinco meses de prisión. Ahora, con 48 años, trabaja en un equipo de limpieza de paneles de yeso, intentando rehacer su vida.

Su único gran éxito, dijo, es la relación que ha reconstruido con su hija, a pesar de que fue ella quien lo entregó a las autoridades.

“En lugar de enfadarme con ella”, dijo, “he decidido aceptar que ella tiene su punto de vista y yo el mío”.

Jacob Chansley

Pocas personas están más visiblemente asociadas con el ataque al Capitolio que Jacob Chansley, el llamado Chamán QAnon, quien entró en el edificio con la cara pintada y un tocado con cuernos mientras blandía una bandera estadounidense en un asta con punta de lanza.

PUBLICIDAD

Cuando se movía con la primera oleada de alborotadores, dejó una nota amenazadora en el suelo del Senado para el vicepresidente Mike Pence, quien tuvo que ser llevado a un lugar seguro mientras la turba desbordaba el Capitolio.

Sin embargo, al igual que otros que interrumpieron la certificación de las elecciones aquel día, Chansley trata de hacer ver la condena de 41 meses que recibió como una “experiencia directa de la tiranía”. Incluso después de ser puesto en libertad, mantiene que el 6 de enero fue “una trampa” del gobierno y que los funcionarios públicos y los medios de comunicación lo han pintado como “villano y terrorista”.

Aun así, Chansley, de 37 años, dijo que su vida cotidiana en Phoenix creando arte sigue siendo prácticamente igual que antes de aquel día, “aparte de que ahora me hacen más entrevistas”.

Daniel Christmann

Daniel Christmann tenía 38 años cuando fue detenido por un delito menor tras entrar en el Capitolio el 6 de enero a través de una ventana rota. En aquel momento, Christmann, quien vive en Nueva York, había trabajado como fontanero y periodista activista y se había presentado como candidato a un cargo público en Nueva York.

PUBLICIDAD

Trabajar con sus abogados defensores durante su procesamiento lo inspiró de tal manera que regresó a la escuela tras cumplir su condena de 25 días. Espera graduarse en mayo en el St. Joseph’s College de Brooklyn. Y ahora, a sus 42 años, va a solicitar su ingreso para estudiar derecho y quiere ser un abogado que pueda luchar contra lo que considera excesos del gobierno, no muy distinto de la defensora federal que acudió en su ayuda en un principio, dijo.

“Sentí que lo que ocurría en mi caso era tan extraño e injusto que supe que necesitábamos más luchadoras como ella”, dijo Christmann.

Casey Cusick

Casey Cusick no sabía mucho sobre el sistema de justicia penal federal antes de ser condenado en un juicio por cuatro delitos menores por entrar ilegalmente en el Capitolio. Pero Cusick, un vendedor de coches de 39 años de Tulsa, Oklahoma, dice que ahora comprende un poco mejor el costo de rendir cuentas por su papel en un ataque que, según los fiscales, “amenazó el traspaso pacífico del poder”.

Perdió su pequeño negocio de mantenimiento después de que su caso apareciera en las noticias locales. Y, según dice, gastó cientos de miles de dólares en honorarios de abogados.

Cusick dijo también que seguía conmocionado por las duras realidades que acompañan a los cargos federales: desde renunciar a su arma de fuego y a su pasaporte cuando se inició su caso hasta las condiciones de la prisión donde cumplió su condena de 10 días.

“Cambió para siempre mi opinión sobre el sistema de justicia penal”, dijo. “Nunca volveré a ver el término ‘preso’ de la misma manera”.

Couy Griffin

No hay mucho en la vida de Couy Griffin que sea lo mismo que era antes de ser declarado culpable de escalar ilegalmente los muros del recinto restringido del Capitolio y condenado a 14 días de prisión.

Antes tenía un restaurante. Ahora, dice, repara carritos de golf. En su día fue comisionado del condado de Otero, Nuevo México, pero hace dos años fue destituido en virtud de la Decimocuarta Enmienda. Eso le convirtió en el primer funcionario público en más de un siglo al que se le prohíbe ejercer en virtud de la prohibición constitucional de que los insurrectos ocupen cargos públicos.

Sin embargo, su entusiasmo por Trump sigue intacto.

“Ha sido difícil”, dijo. “Pero creo que la gente que me apoya y me conoce, su apoyo solo ha aumentado”.

Jenna Ryan

Jenna Ryan era agente inmobiliaria e influente en las redes sociales en la zona de Dallas cuando entró en el Capitolio el 6 de enero, rezando y coreando “¡Lucha por Trump!” con una multitud en la Rotonda.

Al día siguiente, publicó un mensaje en Twitter, diciendo: “Acabamos de asaltar el Capitolio. Ha sido uno de los mejores días de mi vida”.

Todo ello la llevó finalmente a una pena de 60 días de prisión. Afirma que fue tratada con dureza debido a su “perfil público” como acusada del 6 de enero. Pero ser condenada por manifestarse ilegalmente en el Capitolio también le permitió cumplir lo que ella describe como su “objetivo de toda la vida de ser escritora y oradora”.

Ryan, de 54 años, ha escrito un libro titulado Storming the Capitol: My Truth About January 6th, que, según ella, “muestra lo que se siente verse atrapada en medio de un clima político polarizado, cancelada por la sociedad, vigilada por el FBI y encarcelada por un tuit”.

Treniss Evans

Treniss Evans dijo que no estaba muy interesado en la política antes de las elecciones de 2020. Pero se ha empapado del tema desde el 6 de enero, cuando atravesó una ventana rota del Capitolio y utilizó un megáfono para dirigir a otros alborotadores en el Juramento a la Bandera y “The Star-Spangled Banner”.

Evans, quien tiene 50 años y vive cerca de San Antonio, fue condenado a 20 días de prisión tras declararse culpable de entrar en el recinto restringido del Capitolio. Al igual que otros alborotadores, salió de la experiencia más centrado en los grandes problemas de ser objeto de un proceso penal que en su propia culpabilidad.

En los últimos cuatro años, ha dedicado gran parte de su tiempo a un grupo que fundó, Condemned USA, que proporciona apoyo jurídico y defensa pública a cientos de personas más que participaron en el ataque al Capitolio.

“Solía creer en nuestro sistema judicial”, dijo, “pero ahora veo de lo que se han estado quejando generaciones y generaciones de minorías y personas de bajos ingresos”.

James Beeks

Cuando James Beeks fue a Washington el 6 de enero con la milicia Oath Keepers (Guardianes del Juramento), la profesión que había elegido le distinguía de muchos de sus compatriotas de la organización de extrema derecha, que desempeñó un papel central en la irrupción en el Capitolio. Beeks había actuado cinco veces en Broadway interpretando el papel de Judas en la producción del 50 aniversario de Jesucristo Súper Estrella.

Tras ser señalado en una acusación de conspiración de entrar por la fuerza en el Capitolio en una “columna compacta” de estilo militar con otros Oath Keepers, Beeks fue declarado inocente por un juez que dictaminó que las pruebas no respaldaban los cargos.

Fue uno de solo dos de las decenas de acusados del 6 de enero que han ido a juicio y han sido totalmente absueltos. Pero a pesar de haber sido absuelto del caso, dijo, su vida no ha vuelto a la normalidad.

Está viviendo en la furgoneta de un amigo en Florida, terminando un libro sobre su experiencia, I Am Judas Redeemed. Y no ha vuelto a los escenarios desde su detención.

“Todavía tengo esta letra escarlata del J6 en el pecho”, dijo.


Alan Feuer
cubre extremismo y violencia política para el Times, centrándose en los casos penales relacionados con el ataque del 6 de enero al Capitolio y contra el expresidente Donald Trump. Más de Alan Feuer

c. 2025 The New York Times Company