Alberto Fernández y un gesto de autonomía en medio de la tensión con el kirchnerismo duro
Lo que estaba pensado como un día de celebración para el kirchnerismo duro, terminó eclipsado por la decisión de la Casa Rosada de enviar el proyecto de ley para legalizar el aborto. Desde hace semanas que ninguno de los dos espacios disimula más las diferencias ni la tensión. Alberto Fernández y Cristina Kirchner avanzan por andariveles diferentes.
La sorpresa no cambió la hoja de ruta del presidente Fernández. La decisión inconsulta del jefe de la bancada en Diputados, Máximo Kirchner, de tratar el impuesto a las grandes fortunas el mismo día en que el jefe del Estado tenía preparado cumplir con una de sus promesas de campaña lo hizo dudar. Ayer, en la quinta presidencial de Olivos, hubo una larga discusión sobre esto, pero finalmente resolvió seguir adelante con su plan.
Recién hoy, al mediodía, allegados al Presidente les confirmaron a los movimientos sociales que encabezaron el acto por el Día de la Militancia frente al Congreso que Alberto Fernández participaría con un mensaje tras enviar al Parlamento el proyecto de ley para legalizar el aborto.
¿Devolución de gentileza? Algunos miran para otro lado, mientras que otros ensayan respuestas para tratar de explicar la situación. "Todo fue acordado con Máximo hace un mes, incluso que todo se presente hoy", resaltaron fuentes oficiales.
"Hoy, allí en el Congreso, no se está debatiendo un aporte a las grandes fortunas. Se está debatiendo si los que más tienen pueden ser en la emergencia solidarios con el resto de los argentinos. Ese es el debate, aquí nadie se salva solo", concedió el Presidente ante la militancia que lo escuchaba atentamente sobre la avenida Entre Ríos. "Somos más fuertes que nunca porque estamos unidos", resaltó el jefe del Estado, un claro gesto de que el malestar y la tensión no implican un rompimiento.
Lo cierto es que en la Casa Rosada tienen un registro de los últimos desplantes, que ya suman cuatro en el último mes. En esta oportunidad, a diferencia de las tres anteriores, el Presidente no se dejó marcar la cancha y privilegió su decisión por sobre los intereses de la expresidenta.
Entre los hechos que se fueron acumulando en los últimos 30 días hubo cuatro que dejaron expuesta la tensión que atraviesa al Frente de Todos. El 17 de octubre, Día de la Lealtad, Máximo Kirchner llegó al acto en la CGT tarde y sin confirmar.
En medio del malestar de los organizadores, además, tuvo una actitud que cayó muy mal. Es que le habían reservado una silla en la primera fila entre Héctor Daer y Sergio Massa, pero apenas entró cambió su lugar con la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. Mientras casi todos los invitados se reunieron después de las palabras del Presidente en el cuarto piso de Azopardo, el jefe del bloque del FdT cerró su participación con una salida fugaz.
La ceremonia se había pensado para escenificar a un Presidente con el respaldo de los gobernadores del peronismo y la CGT. Algunos incluso imaginaron que podría transformarse en una buena oportunidad para convertirlo en el mandamás del movimiento. Nada de eso ocurrió.
Nueve días después llegó la primera carta de la vicepresidenta Cristina Kirchner, donde se refirió a la crisis económica, a la suba del dólar, pero volvió a marcar diferencias con el Presidente al decir que hay "funcionarios o funcionarias que no funcionan". Una de las consecuencias directas de esas palabras se materializó hace seis días cuando el Presidente echó a la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, y designó en su lugar a Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, muy cercano a Cristina Kirchner.
Al día siguiente, en el homenaje a Néstor Kirchner, Máximo sumó un nuevo desplante y pegó el faltazo en el Centro Cultural Kirchner, donde se homenajeó a su padre. Un rato antes, el Presidente envió un mensaje al Instituto Patria al salir de la Casa Rosada escoltado por la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, dos de los apuntados por la expresidenta.
El último sucedió el domingo. El bloque de senadores nacionales del Frente de Todos, que conduce Cristina Kirchner, le envió una dura carta a la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, para que "se abstenga de exigir o condicionar las políticas económicas de la Argentina para los próximos años".
En medio de las negociaciones del organismo con el Gobierno por la deuda, la presentación de los senadores "generó ruidos" en la negociación con los representantes del organismo multilateral de crédito que se encuentran en el país.
A diferencia de lo que ocurrió en las últimas semanas, en medio de la implementación de medidas restrictivas que generan incomodidad y tirantez en algunos sectores del Frente de Todos, el Presidente priorizó su agenda a reforzar la coalición con un discurso más cercano al Instituto Patria.