Agua potable, "un lujo" para miles de familias en la región de Valparaíso
Valparaíso (Chile), 12 abr (EFE).- Cuando Carmen Gloria Guerra llegó hace 27 años a vivir al campamento Comité Sagrado Corazón de Jesús, en Villa La Cruz de Reñaca Alto, en la ciudad chilena de Viña del Mar, las pocas casas que habían en el barrio no contaban con los servicios básicos como gas, agua o electricidad
Debía usar fuego y velas y bajar a las casas vecinas para poder llenar baldes de agua y cargarlos cerro arriba y llevarlos al campamento o "gran toma", barrios irregulares que en los últimos años se han multiplicado de manera exponencial en terrenos vacíos en el exterior e interior de las ciudades ante el creciente problema nacional de vivienda.
Según distintas estadísticas, existen más de un millar de campamentos o tomas con un acceso precario al agua en Chile, un problema al que la organización no gubernamental WATERisLIFE (WIL) trata de poner remedio en lugares como Reñaca Alto con filtras que ayudan a mejorar la calidad del líquido elemento.
El agua llega ahora al cerro en camiones aljibes que entrega la municipalidad, pero aunque es potable, existe el riesgo de contaminación con microbacterias tanto durante el transporte como durante el almacenamiento en los contenedores de las viviendas, pudiendo generar enfermedades a quienes la consumen.
Un sistema muy sencillo: un balde donde se vierte el agua, pasa por una manguera y llega a un tubo con distintos tipos de filtros certificados científicamente.
“El agua sale completamente limpia y el filtro puede durar entre 5 y 7 años si se mantiene adecuadamente”, aseguró a EFE sobre el terreno María Paz Valdivia, coordinadora ejecutiva de WATERisLIFE.
MILES DE PERSONAS SIN ACCESO AL AGUA
De acuerdo con el último informe de la reconocida ONG chilena "Un techo para Chile", Viña del mar, en la región costera de Valparaíso, es la ciudad con más campamentos o tomas del país, un total de 99, de los que un 94 % tiene un acceso informal al agua potable.
Solo en el campamento Comité Sagrado Corazón de Jesús, Villa la Cruz, de Reñaca Alto, se fundó en 1997 y en la actualidad habitan aproximadamente un millar de familias, cuenta a EFE Emilia Venegas, dirigente social del comité.
Allí, los camiones aljibes llegan dos veces por semana y reparten entre 1000 y 2000 litros de agua por hogar, aunque no toda "es buena".
“A veces el agua viene con mal olor, por eso nosotros hervimos el agua antes de tomarla. Lo ideal es que tengamos ya el agua potable y el alcantarillado normal”, explica Carmen Gloria Guerra.
Además, en la época de lluvias, los camiones tienen dificultades para subir por los empinados caminos de tierra que llevan a las casas, provocando que las familias tengan que dosificar el agua y almacenarla por más tiempo para no quedarse desabastecidas.
“En invierno los camiones no pueden subir por los caminos y tenemos que guardar mucho tiempo el agua en el contenedor y se expone al polvo, a las hojas, a los pelos de los animales. La verdad que es que el agua se contamina mucho”, afirma a EFE Nelda Mancilla, vecina del sector.
Luisa Díaz, presidenta del comité y vecina del sector desde hace veinticinco años, recuerda cuando su familia llegó al barrio y se enfermó a causa del agua que consumían.
“Pensábamos que era algo natural, que algo nos había sentado mal, nos dio una gastritis, y después nos empezamos a dar cuenta que era el agua porque en ese tiempo salía amarilla”, señaló.
UN AHORRO SIGNIFICATIVO
Ante estas dificultades, muchos vecinos empezaron a contemplar la compra de agua embotellada en bidones, una opción que para muchas familias supone un gran esfuerzo económico.
“Tuvimos la obligación de comprar bidones de 25 litros, y nos sale a un precio bien alto, gastamos alrededor de 17.000 pesos semanales. Con esto vamos a ahorrar bastante y va a ser bien necesario para todos” confirma Luisa Díaz sobre los filtros entregados.
Para Nelda Mancilla, la ayuda de la ONG ha supuesto un ahorro y un cambio importante en su consumo de agua.
“La verdad es que este filtro nos va ayudar muchísimo, la confianza de poder tomar el agua ya nos cambió la vida. Yo no me atrevía a beber agua del grifo. Es un cambio muy grande para toda la población”, destaca.
El objetivo es seguir entregando esta ayuda a vecinos de Viña del Mar, priorizando comunidades donde habiten más menores y ancianos, así como poder llegar a comunidades del norte y del sur del país, ya que por desgracia es problema más común de lo que se piensa en todo Chile, concluye la coordinadora de la organización no gubernamental.
Adriana Thomassa
(c) Agencia EFE