Adolescencia: el peligroso abismo generacional que exhibe la serie

La producción británica abre una infinidad de interrogantes que interpelan al mundo adulto sobre el malestar adolescente
La producción británica abre una infinidad de interrogantes que interpelan al mundo adulto sobre el malestar adolescente - Créditos: @Netflix

“Papá, no avanzás porque no entendés. No interpretás lo que está pasando”, le explica al investigador su hijo. “¿Qué creés que significa dinamita?”, continúa, mientras muestra un emoji en la pantalla de su celular. “No sé”, responde el policía encargado de esclarecer un crimen atroz, que tiene como principal acusado a un chico de 13 años. Tal vez ese sea el diálogo más revelador de Adolescencia, la serie que entró en los hogares con una fuerza brutal para evidenciar que el abismo generacional puede resultar dramático. No se trata de que padres e hijos miran el mundo de forma diferente. Habitan mundos distintos.

Desde que el malestar adolescente se empezó a visibilizar hace algunos años, las pantallas quedaron en el centro del debate. Y el camino parece ser el correcto: nadie discute hoy que el entorno virtual puede hacer estragos en los más jóvenes. Sin embargo, la serie creada por Jack Thorne y Stephen Graham va un paso más allá y ubica a la tecnología solo como la punta del iceberg. La fantasía del adulto es que conoce el universo en el que se desenvuelven los chicos, de hecho chatean, usan redes sociales y hasta pueden ser expertos digitales. Pero hay una dimensión desconocida para los padres, absolutamente inaccesible, indescifrable. Se trata del lenguaje que solo los adolescentes dominan, con códigos tan encriptados como devastadores.

En ese submundo está inmerso el protagonista de la miniserie británica, acusado de apuñalar a una compañera, que lo había llamado en Instagram “incel”, célibe involuntario (involuntary celibate es el término en inglés), en referencia a hombres incapaces de establecer una relación romántica o sexual con mujeres debido a la falta de éxito en ese ámbito. Entre otros emojis, a priori inofensivos para el investigador, aparecía el número 100, que esconde una teoría cruel: el 80% de las mujeres se sienten atraídas solo por el 20% de los hombres.

Del acompañamiento físico al emocional

Décadas atrás, una carta bien guardada en el fondo de un cajón de la habitación de un adolescente podía ser comprendida por los padres si llegaba a sus manos. Aun con palabras propias del lenguaje de cada generación, había una semántica compartida.

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Hoy, en cambio, se levanta un muro que parece difícil de derribar. ¿Se puede empezar a demoler? ¿Es posible al menos acercar significados para traducir las palabras o los códigos perturbadores? El problema es urgente, pero a la vez tan actual que las respuestas están en construcción. Las pautas de expertos apuntan a un acercamiento con escucha empática, respetando la privacidad que necesitan los jóvenes, sin dejar de ser figuras protectoras. Habilitar los espacios individuales no equivale a dejarlos en soledad. Del acompañamiento físico durante la niñez, se propone un pasaje al acompañamiento emocional.

Adolescencia no juzga ni pretende conclusiones o verdades definitivas, abre una infinidad de interrogantes que interpelan a sociedades de todo el mundo. Un primer efecto ya es palpable: despertó una consternación colectiva y simultánea que puede marcar un punto de quiebre.

El investigador de la serie Adolescencia busca reconstruir un complejo rompecabezas alrededor de un crimen escalofriante
El investigador de la serie Adolescencia busca reconstruir un complejo rompecabezas alrededor de un crimen escalofriante

“Podríamos haber hecho un drama sobre pandillas y crímenes con cuchillo, o sobre un niño cuya madre es alcohólica o cuyo padre es un abusador violento. En cambio, queríamos que mires a esta familia y pienses: ‘Dios mío. Esto podría pasarnos a nosotros’”, señaló Graham en una entrevista con Netflix. Ya nadie puede sentirse exento ni ajeno: los hijos no están a salvo en su habitación. Esa idea se cristaliza de manera descarnada en el capítulo final de Adolescencia, vista por casi 25 millones de personas en la última semana.

Probablemente sea un avance poner la mirada en el lenguaje, en su poder simbólico, capaz de atravesar vulnerabilidades adolescentes sin piedad. Más aún si esas palabras circulan en un submundo en el que no hay amparo ni mediación de los adultos, sin padres ni docentes en condiciones de interpretar un idioma paralelo.

El investigador de la serie entiende que la pista no es solo el cuchillo con el que se cometió el asesinato. Que los indicios esclarecedores se encuentran en ese universo vedado para él, pero al que está expuesto su propio hijo. Intenta procesar la información, la angustia lo captura y decide hacer una pausa en su ritmo de trabajo frenético. “Tengo tiempo libre y quiero pasarlo con vos”, le dice a su hijo. Es un instante esperanzador y reparador en el que parece posible empezar a acortar el abismo.