El abrumador trabajo de verificar datos en Medio Oriente

Achiya Schatz, a la izquierda, director de FakeReporter, la organización de verificación de datos y monitoreo de la desinformación, con su equipo en su oficina de Tel Aviv. (Amit Elkayam/The New York Times)
Achiya Schatz, a la izquierda, director de FakeReporter, la organización de verificación de datos y monitoreo de la desinformación, con su equipo en su oficina de Tel Aviv. (Amit Elkayam/The New York Times)

En las frenéticas primeras horas del 7 de octubre, entre el llanto de las sirenas y noticias de tiroteos a lo largo de la frontera sur de Israel, Achiya Schatz se apresuró con su niño pequeño y su esposa, que estaba embarazada, a resguardarse en un refugio antibombas cerca de Tel Aviv.

No se quedó mucho tiempo.

Los primeros informes del ataque de Hamás ya se estaban mezclando con rumores, inundando las redes sociales y grupos de chat privados, convirtiéndose en una masa cargada de emoción y en gran medida no verificada. Schatz, uno de los investigadores de desinformación y verificadores de datos más conocidos en Israel, se apresuró a volver a su computadora en casa, sabiendo que tenía poco tiempo para detener la propagación de las falsas afirmaciones.

De alguna manera, ya era demasiado tarde.

Desde el ataque inicial, los vigilantes de desinformación en la región han sido abrumados por narrativas infundadas, medios manipulados y teorías de conspiración. El contenido se ha difundido en enormes volúmenes a gran velocidad: fragmentos de videojuegos y reportajes antiguos haciéndose pasar por imágenes actuales, intentos de desacreditar fotos auténticas como generadas artificialmente, traducciones inexactas y acusaciones falsas distribuidas en múltiples idiomas.

En la niebla de la guerra, los rumores y las mentiras son especialmente peligrosos, pues son capaces de adoptar la apariencia de hechos y afectar decisiones. Los verificadores de datos y analistas de la desinformación están destinados a ser parte de la defensa, y ofrecer una evaluación clara de la evidencia disponible.

Baker Mohammad Abdulhaq, periodista, fundó la iniciativa de verificación de datos Observatorio Tahaqaq. (Samar Hazboun/The New York Times)
Baker Mohammad Abdulhaq, periodista, fundó la iniciativa de verificación de datos Observatorio Tahaqaq. (Samar Hazboun/The New York Times)

Sin embargo, el trabajo es difícil incluso para los profesionales experimentados, quienes enfrentaron resistencia mientras luchaban contra narrativas falsas y engañosas a través de múltiples elecciones y una pandemia. En Medio Oriente, donde los sitios web de verificación de datos y la investigación de la desinformación son relativamente recientes y a menudo están mal financiados, los desafíos se han multiplicado.

“No tienes muchas organizaciones de verificación de datos establecidas con larga trayectoria en la región, y eso lo hace más difícil”, dijo Angie Drobnic Holan, directora de la Red Internacional de Verificación de Datos, que apoya a los verificadores en todo el mundo. “En el campo, es un área nueva que necesita desarrollo”.

Muchos verificadores de datos israelíes y palestinos han apenas ingresado en este campo en los últimos años. En los últimos meses han realizado un trabajo valioso, a veces sin pago, intentando extraer los datos de una zona de combate, dijo Holan. Su proximidad al conflicto los hace estar profundamente comprometidos con la verdad y mejor equipados para entender las sutilezas culturales que la moldean.

También los expone a ser acusados de tener un sesgo. La neutralidad puede ser difícil en una región donde las diferencias políticas y religiosas han sido acaloradamente disputadas durante generaciones, y aún más durante una guerra tan polarizadora como esta.

Otra dificultad es que el acceso a información confiable es irregular, especialmente en Gaza, donde los bombardeos intensos y los cortes de energía interrumpen los esfuerzos para verificar las afirmaciones. El acoso y las amenazas han aumentado. Su salud mental se encuentra en un estado muy frágil: los verificadores de datos enfrentan trastorno de estrés postraumático causado por la exposición continua a imágenes violentas y gráficas; algunos están de luto por colegas y familiares que han sido asesinados.

La carga emocional pesa fuertemente sobre Baker Mohammad Abdulhaq, periodista y verificador de datos en Nablus, una ciudad palestina en Cisjordania a menos de 80 kilómetros de Jerusalén. Hace ocho años, fundó una iniciativa de verificación de datos llamada Observatorio Tahaqaq, que se traduce como “verificación”. Entre el 7 de octubre y el 25 de diciembre, él y su equipo de nueve verificadores de datos publicaron un promedio de casi dos informes al día, casi cuatro veces más que su tasa en septiembre.

Llevar a cabo su investigación ha sido un proceso arduo, a veces requiriéndoles “presenciar escenas duras en Gaza de niños y mujeres asesinados como resultado de ataques aéreos israelíes”, dijo Abdulhaq por correo electrónico.

“También nos comunicamos directamente con sus familias, y recolectamos testimonios desgarradores de aquellos que sufren, lo que genera una presión psicológica significativa”, dijo.

La principal audiencia del Observatorio Tahaqaq es palestina, y la mayoría de sus informes están escritos en árabe. Muchos no son favorecedores para Israel: Abdulhaq y su equipo han evaluado afirmaciones inexactas sobre intercambios de prisioneros y preocupaciones de que Israel usó fósforo blanco contra civiles. Tahaqaq, dijo, fue objeto de 179 ciberataques que intentaron desactivar el sitio web el 23 de octubre después de escribir sobre la mortal explosión en el Hospital Árabe al-Ahli en Ciudad de Gaza.

Abdulhaq afirmó que tuvo interacciones angustiantes con las autoridades israelíes antes del 7 de octubre, incluyendo una detención de varias semanas en 2018 en una cárcel israelí tras regresar de una conferencia sobre asuntos palestinos en Líbano y recibir un premio de medios en El Cairo. Dijo que fue interrogado sobre sus actividades periodísticas, y luego fue liberado sin cargos.

Sin embargo, tales experiencias han tenido un efecto limitado en su verificación de datos, dijo.

Tahaqaq también ha examinado afirmaciones falsas y engañosas de cuentas palestinas y de otros países árabes, incluyendo un video mal traducido para sugerir que un oficial israelí se lamentaba de la dificultad de luchar contra Hamás cuando en realidad estaba discutiendo la precisión y profesionalismo de sus tropas. Otro video que pretendía mostrar a un niño palestino cuya familia entera había sido asesinada por ataques aéreos israelíes documentaba en realidad a un chico que había sobrevivido a inundaciones en Tayikistán durante el verano.

El Observatorio Tahaqaq comenzó en 2015 como parte de la tesis de maestría de Abdulhaq sobre la verificación de datos. Se quedó sin dinero dos años después, y luego resurgió en 2020 para informar sobre afirmaciones acerca de la COVID-19. Ahora, el grupo depende del tiempo donado por sus verificadores y de la asistencia financiera ocasional a través de la Red Árabe de Verificadores de Datos.

La red, un proyecto de tres años dirigido por la organización de medios Reporteros Árabes de Periodismo de Investigación, incluye a más de 250 verificadores de datos de Egipto, Irak, Yemen y otros lugares. Saja Mortada, la periodista libanesa a cargo de la organización, dijo que la guerra entre Israel y Hamás ha sido la crisis más complicada de monitorear en un año que también incluyó afirmaciones relacionadas con la guerra en Sudán, los terremotos en Siria y Marruecos y las tormentas en Libia.

“El miedo y la incertidumbre pueden hacer que la información falsa se propague con rapidez, ya que la gente podría creer y compartir fácilmente cosas que coinciden con lo que temen o ya piensan”, dijo.

Las señales de advertencia de tal oleada de desinformación fueron evidentes de inmediato para Schatz, el investigador israelí, el 7 de octubre.

“Estaba en shock, como todos los demás, pero me di cuenta de que es precisamente en ese estado de shock que las peores cosas se materializan y se vuelven virales en internet”, dijo.

Su organización, FakeReporter, depende de un equipo de 14 personas para investigar y verificar conspiraciones y rumores que circulan en las redes sociales. Es conocido por descubrir una campaña de desinformación iraní en 2021 que utilizó grupos de WhatsApp para sembrar confusión entre los israelíes. Ese otoño, la organización también descubrió grupos de WhatsApp formados por extremistas israelíes para intentar ataques contra ciudadanos palestinos. Los hallazgos de FakeReporter han sido citados en publicaciones israelíes de izquierda y de derecha.

Schatz llegó a la investigación de la desinformación a través del activismo político. Se unió a otros reservistas israelíes en un grupo que protestaba por la ocupación militar del país de los territorios palestinos y, en 2020, participó junto con miles de otros israelíes en manifestaciones contra la corrupción gubernamental.

Comenzó a notar afirmaciones extrañas sobre los manifestantes que aparecían en los grupos de WhatsApp que se usaban para planificar y llevar a cabo las protestas. Vio como cuentas que usaban una sintaxis extraña se unían al grupo y rápidamente difundían afirmaciones falsas de que los manifestantes estaban siendo pagados o reunidos intencionalmente en grandes multitudes para propagar la COVID-19. Los rumores de que el gobierno israelí estaba desplegando bots en línea para plantar desinformación habían circulado durante mucho tiempo, dijo, pero no se habían estudiado mucho.

“Las tácticas eran tan manipuladoras, que parecía que algo más grande estaba sucediendo”, afirmó. Con el tiempo, rastreó algunos de los mensajes engañosos sobre los manifestantes hasta llegar a cuentas de bots.

Más tarde ese año, Schatz inició FakeReporter con cinco amigos. El proyecto pidió a los activistas israelíes que reportaran cuentas extrañas o engañosas de redes sociales y mensajes de WhatsApp; miles de mensajes inundaron el sistema. Después de un año de trabajo a tiempo completo sin paga, el grupo comenzó a recurrir a subvenciones y donaciones para ayudar a financiar sus esfuerzos.

Schatz dijo que reportar sobre la desinformación requiere que las personas dejen de lado su postura política. Su equipo recibe afirmaciones para analizar de israelíes de todo el espectro político, y el grupo recientemente comenzó también a aceptar informes en árabe. Durante el primer mes de la guerra, el grupo desmintió imágenes que pretendían mostrar niños israelíes encerrados en jaulas en Gaza. (Las imágenes eran de años atrás, y no se sabía con certeza cuál era su origen). También desmintieron afirmaciones de que Israel había fabricado, o utilizado inteligencia artificial, para fingir las muertes de sus propios civiles en el festival de música Nova.

“Trabajamos arduamente para adherirnos a lo que sabemos o no sabemos y dejar de lado nuestras opiniones políticas”, dijo Schatz. “Especialmente ahora, en tiempos de guerra, tenemos que trabajar con cuidado para no dejar que nuestras opiniones nublen lo que es fáctico y lo que no lo es”.

Tiffany Hsu cubre casos de información errónea y desinformación y sus orígenes, movimientos y consecuencias. Ha sido periodista por más de dos décadas. Más de Tiffany Hsu


Sheera Frenkel
es una reportera afincada en la bahía de San Francisco que cubre el impacto de la tecnología en la vida cotidiana, centrándose en las redes sociales, como Facebook, Instagram, Twitter, TikTok, YouTube, Telegram y WhatsApp. Más de Sheera Frenkel

c. 2024 The New York Times Company