Abogados advierten a fabricantes de plásticos que se preparen para las demandas ‘astronómicas’ relacionadas con las PFAS

Vista aérea de la planta de Chemours, en Fayetteville, Carolina del Norte, el 15 de julio de 2021. (Ed Kashi/The New York Times)
Vista aérea de la planta de Chemours, en Fayetteville, Carolina del Norte, el 15 de julio de 2021. (Ed Kashi/The New York Times)

El abogado defensor no escatimó palabras cuando se dirigió a una sala llena de ejecutivos de la industria del plástico. Prepárense para una ola de demandas que posiblemente impliquen costos “astronómicos”. Cuando este año habló en una conferencia, Brian Gross, mencionó que la siguiente demanda podría “eclipsar cualquiera relacionada con el asbesto”, una de las batallas de responsabilidad empresarial más vastas en la historia de Estados Unidos.

Gross se refería a las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por su sigla en inglés), las “sustancias químicas eternas” que se han convertido en uno de los problemas principales de contaminación de nuestra era. Usadas durante décadas en una infinidad de objetos de uso cotidiano (cosméticos, recipientes de comida para llevar, sartenes), las PFAS se han asociado con importantes riesgos para la salud, como el cáncer. El mes pasado, el gobierno federal señaló que deben eliminarse varios tipos de PFAS del agua potable de cientos de millones de estadounidenses.

De acuerdo con una grabación del evento que realizó uno de los participantes y que fue analizada por The New York Times, Gross advirtió en la sesión de febrero: “Hagan lo que puedan mientras puedan, antes de que los demanden. Revisen los materiales de mercadotecnia o cualquier otro tipo de comunicación que hayan tenido con sus clientes y con sus proveedores para ver si hay algo en esos documentos que pueda representar un problema para su defensa”, recomendó. “Excluyan a algunas personas y encuentren al testigo ideal que represente a su empresa”.

Un portavoz del empleador de Gross, MG+M The Law Firm, que defiende a las empresas en litigios de alto riesgo, se rehusó a responder a las preguntas relacionadas con las observaciones de Gross y dijo que no estaba disponible para hablar sobre ellas.

Una gran variedad de las industrias de plásticos, sustancias químicas y afines se está preparando para enfrentar un aumento de las demandas relacionadas con las PFAS, o sustancias polifluoroalquiladas, una categoría de casi 15.000 sustancias químicas sintéticas versátiles que están asociadas con problemas de salud muy graves.

Las PFAS han sido detectadas en casi todos los lugares donde los científicos han buscado: en el agua potable, en la lluvia que cae sobre los Grandes Lagos, incluso en la nieve de la Antártida. Se cree que están presentes en la sangre de casi todos los estadounidenses. Los investigadores han asociado la exposición a las PFAS con cáncer de testículo y de riñón, retraso en el desarrollo infantil, una disminución de la fertilidad, daño hepático y trastornos de la tiroides. Las sustancias químicas desarrolladas por el ser humano tienen una duración tan prolongada, que los científicos no han podido determinar con certeza cuánto tiempo podrían tardar en degradarse.

Las demandas relacionadas con las PFAS ya han llegado a los fabricantes de Estados Unidos, entre ellos DuPont, su subsidiaria Chemours, y 3M. El año pasado, 3M aceptó pagar al menos 10.000 millones de dólares a las empresas de abastecimiento de agua en todo Estados Unidos que habían exigido una compensación por los costos de limpieza. Treinta fiscales generales estatales también han demandado a los fabricantes de PFAS, acusándolos de ocasionar una contaminación generalizada.

Pero los especialistas afirman que la batalla judicial apenas comienza. Un amplio universo de empresas que usan PFAS en sus productos se encuentra bajo un escrutinio cada vez mayor. Este mes, los denunciantes presentaron una demanda judicial colectiva contra Bic, acusando a esta empresa fabricante de maquinillas para afeitar de no informar que algunas de sus maquinillas contenían PFAS.

Bic señaló que no hace comentarios sobre litigios pendientes y que tenía un compromiso de larga data con la seguridad.

El gobierno de Biden se ha propuesto regularizar las sustancias químicas y, por primera vez, está exigiendo que los sistemas municipales de aguas eliminen seis tipos de PFAS. El mes pasado la Agencia de Protección Ambiental también catalogó dos de esas PFAS como sustancias peligrosas según la Ley de Respuesta Ambiental Exhaustiva, Compensación y Responsabilidad Pública de 1980 y trasladó la responsabilidad de la limpieza en sitios contaminados de los contribuyentes a los contaminadores.

Se espera que ambas normas propicien una ronda nueva de demandas por parte de las empresas de aguas, las comunidades locales y otras entidades que demanden por costos de limpieza.

“Es un eufemismo decir que las cosas se van a poner serias”, comentó Emily Lamond, una abogada que se especializa en litigios relacionados con el medioambiente en el bufete Cole Schotz. “Creo que veremos más demandas contra las PFAS que contra el tabaco, el asbesto y el MTBE juntos”, afirmó, refiriéndose al metil terbutil éter, un nocivo aditivo que se le añadía a la gasolina y que contaminaba el agua potable. Estos tres juntos propiciaron demandas por cientos de miles de millones de dólares.

Las PFAS fueron algo asombroso en la industria cuando, en la década de 1940, los químicos de DuPont sintetizaron el material, un compuesto muy durable resistente al agua, las manchas, el calor y la grasa. Con mucha rapidez se convirtió en un elemento fundamental de los sartenes de teflón antiadherente de DuPont y del protector de telas Scotchgard de 3M. Al ser un poderoso supresor del fuego, ayudó a que los bomberos combatieran los incendios. En la actualidad se usa en artículos de uso cotidiano tan variados como las bolsas de palomitas para el microondas, los champús, los impermeables y la espuma contra incendios.

Pero las mismas cualidades que han hecho tan valiosas a las PFAS también han evitado que se degraden de manera natural en el medioambiente. Cuando las PFAS entraron al medioambiente procedentes de las fábricas, los productos y los basureros, las sustancias químicas comenzaron a acumularse en el agua, el aire y el suelo.

Los documentos de la industria publicados en los litigios muestran que desde 1961 los fabricantes descubrieron efectos adversos para la salud por la exposición a las PFAS. Pero no fue sino hasta principios de la década de 2000 que surgieron cada vez más preguntas en la población acerca de su seguridad. En 2005, la Agencia de Protección Ambiental sancionó a DuPont con diez millones de dólares (que en ese momento era la multa administrativa más grande jamás impuesta por esta agencia) por no revelar los efectos adversos de las PFAS.

Todo eso ha preparado el terreno para una posible tormenta judicial. A diferencia del tabaco, que solo usaba un subgrupo de la población, “casi todos nosotros en Estados Unidos andamos caminando con PFAS en el cuerpo”, señaló Erik Olson, director estratégico sénior de salud ambiental en el Consejo para la Defensa de Recursos Naturales. “Y estamos expuestos sin nuestro conocimiento ni autorización, en general por las industrias que sabían lo peligrosas que eran estas sustancias químicas y no lo dieron a conocer”, aseveró. “Es una fórmula para atribuir una responsabilidad en verdad importante”.

Gran parte del curso de las demandas futuras depende de las pruebas sobre los riesgos a la salud que plantean las PFAS. Hay un amplio consenso científico de que ciertas PFAS son perjudiciales. “Tenemos muchas pruebas”, señaló Linda Birnbaum, directora del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental. “Hay muchos estudios de diferentes investigadores realizados en diferentes poblaciones”.

Un desafío que enfrenta la investigación médica radica en la enorme cantidad de diferentes PFAS que ya han entrado al medioambiente, cada una de las cuales tiene efectos un poco diferentes sobre la salud, explicó Steph Tai, vicedecana en el Instituto Nelson para Estudios Ambientales de la Universidad de Wisconsin y especialista en el uso de la ciencia en las demandas y protección del medioambiente.

“La otra cosa también es que los efectos a la salud tardan mucho en aparecer”, señaló Tai, así que la única manera en que los científicos han podido evaluar esos efectos es mediante estudios a largo plazo. Los investigadores deben buscar principalmente lo que se le da el nombre de “experimentos naturales”, comentó, y comparar a las personas que de manera natural están menos expuestas a las PFAS con quienes están más expuestos. Eso genera inevitablemente algunas imprecisiones.

La industria ha tenido algunas victorias importantes. En noviembre pasado, la Corte de Apelaciones del Sexto Circuito de Estados Unidos desechó una demanda que habría contemplado a todos los ciudadanos de Ohio en un importante caso de exceso de exposición a las PFAS, y dictaminó que el bombero que presentó la demanda no probó que las PFAS halladas en su cuerpo procedían concretamente de las empresas que demandó.

A principios de la década de 2000, 3M eliminó de manera gradual la mayor parte de los usos que le daba a dos de las sustancias químicas PFAS más usadas, el ácido perfluorooctanosulfónico (PFOS, por su sigla en inglés) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA, por su sigla en inglés) y DuPont dejó de usar el PFOA en 2015. La empresa 3M ha dicho que eliminará de modo gradual las PFAS para fines del próximo año, aunque eso está supeditado a que la empresa encuentre sustitutos.

“Conforme han evolucionado la ciencia y la tecnología de las PFAS, las expectativas regulatorias y de la sociedad, así como nuestra expectativas de nosotros mismos, también lo ha hecho la manera en que manejamos las PFAS”, afirmó 3M.

DuPont remitió las preguntas a Chemours, la empresa subsidiaria desde 2015, pero Chemours se rehusó a hacer comentarios.

Está comenzando una remediación larga y difícil. La ley de infraestructura de 2021 del presidente Joe Biden otorga nueve mil millones de dólares como ayuda para que las comunidades enfrenten la contaminación por PFAS y la Agencia de Protección Ambiental ha dicho que mil millones de dólares de ese dinero se reservarían para ayudar a los estados con las pruebas y los tratamientos iniciales. Mientras tanto, hay categorías nuevas de PFAS que se siguen liberando en el medioambiente. Los científicos se encuentran trabajando para saber más acerca de ellas.

c.2024 The New York Times Company