Un año de Gabriel Boric como presidente de Chile: de la promesa de un cambio radical a los errores no forzados

El presidente chileno, Gabriel Boric, en la ceremonia en la que juró el nuevo gabinete, en Santiago. (AP/Esteban Felix)
El presidente chileno, Gabriel Boric, en la ceremonia en la que juró el nuevo gabinete, en Santiago. (AP/Esteban Felix) - Créditos: @Esteban Felix

SANTIAGO, Chile.- En un país en que el término hiperpresidencialismo se repite de manera recurrente, el transitar oscilante de un mandatario condiciona cualquier despliegue programático. Y si a eso se le suma una presencia disminuida en el Parlamento, una instalación tormentosa, el rechazo al icónico proyecto de nueva Constitución, y la imposibilidad de sacar adelante una de las reformas más emblemáticas como la tributaria –que buscaba recaudar un 3,6 % del PBI en cuatro años–, el balance tiene un alto grado de frustración.

Gabriel Boric llegó como el presidente electo más joven de la historia de Chile y con la promesa de profundos cambios bajo el brazo, pero en su primer año de gobierno, y considerando las expectativas que su propio sector creó, no ha podido encauzar esa tarea. Su mandato lo inició con cifras de aprobación en torno al 48% y hoy, pese a que repuntó gracias a su gestión en los incendios forestales, alcanza el 35%, según datos de la encuestadora Cadem.

“Es un presidente con minoría en el Congreso, institución que, además, tiene mayores niveles de fragmentación en comparación con el pasado”, señala Mario Herrera, académico del Centro de Análisis Político (CAP) de la Universidad de Talca.

Gabriel Boric, con simpatizantes fuera del palacio de La Moneda. (Martin BERNETTI / AFP)
Gabriel Boric, con simpatizantes fuera del palacio de La Moneda. (Martin BERNETTI / AFP) - Créditos: @MARTIN BERNETTI

“Fue un año de adaptación, caracterizado por el ensayo y error”, apunta Raúl Burgos, académico del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

“En los primeros meses del gobierno, en cuanto a la coordinación del equipo político, hubo errores que reflejaron la inexperiencia y también el deseo de avanzar sin considerar que se necesita mucho diálogo para construir una relación con diferentes actores de la sociedad y avanzar en la agenda legislativa”, añade Burgos, experto en historia política chilena.

Para el profesor del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Tarapacá, Cristián Ovando, la serie de traspiés no forzados de la administración fortalecieron la idea de un gobierno “inexperto” y “demasiado joven”.

“En materia de relaciones exteriores, la cancillería chilena siempre tuvo un perfil muy bajo, sin mucha repercusión pública, pero ahora se vio expuesta a situaciones como la filtración de un audio en que se criticaba al embajador argentino, Rafael Bielsa, o la fallida designación de funcionarios, entre otros episodios más”, manifiesta el también cientista político.

El académico Mario Herrera complementa en ese aspecto. “Y aunque la canciller Antonia Urrejola tuvo inconvenientes diplomáticos –como la situación con el embajador de Israel o la polémica con el Rey de España–, la propia agenda de política exterior del presidente priorizó los temas regionales por sobre la atracción de inversión extranjera”.

Con todo, y según los analistas, la lista de temas sensibles fue en aumento y el gobierno aún no fue capaz de resolverlos.

Constituyente fallida

“La fallida elección constituyente golpeó muy fuerte a la izquierda y eso llevó a morigerar las expectativas y el alcance de las reformas. Y con respecto a otros temas complejos para el gobierno, el conflicto mapuche estuvo muy presente en La Araucanía, al igual que la crisis migratoria en el norte de Chile. Todo eso se relaciona con la temática de la inseguridad, otra problemática que tuvo momentos complejos con la llegada de nuevo delitos de connotación social, lo que monopolizó la agenda pública y puso a prueba el talante de un gobierno de centro izquierda”, manifiesta el profesor Cristián Ovando.

Ataques incendiarios en la región de La Araucanía, en el sur de Chile.
Ataques incendiarios en la región de La Araucanía, en el sur de Chile.

“A eso también hay que sumar el aspecto económico con el encarecimiento de la vida para los chilenos”, opina el académico.

Consciente de los flancos débiles de su administración, el propio jefe de Estado realizó ajustes en sus equipos y en los últimos meses viene apostando por el ingreso al equipo político de personas con mayor experiencia, liderazgo y conocimiento del aparato del Estado, encarnados en rostros de la exConcertación de la época de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.

“El presidente tiene dos caminos. El primero es continuar tensionando su coalición y la relación con la oposición, que lo llevará por un camino similar al del primer año. Un segundo camino es transformar a su gobierno en una agencia solucionadora de los problemas de la ciudadanía, priorizando la agenda sectorial por sobre la política. En este rol es clave que continúe demostrando sus atributos personales –por sobre los de gestión– y que esté acompañado por un equipo de ministros que vinculen la experiencia técnica, pero que también sean rostros conocidos para la ciudadanía”, advierte el profesor Mario Herrera.

“Hasta ahora, el primer camino lo llevó a una baja aprobación presidencial con una disminución nunca antes vista en la historia de las encuestas desde el retorno a la democracia. El segundo camino, en cambio, lo llevó a recuperar su aprobación presidencial en las últimas semanas”, agrega el experto chileno.

En efecto, la mejor versión de Boric se expresó en las últimas semanas a nivel de adhesión tras su rápido despliegue en terreno durante los incendios y la mejoría en cifras económicas que comienzan a avizorarse, pese al contexto internacional y la inflación.

Además, otros aspectos que le dieron réditos tuvieron que ver con medidas concretas hacia la ciudadanía como el aumento del salario mínimo o la disminución de la incertidumbre con respecto a su manejo económico, donde el ministro de Hacienda Mario Marcel tuvo un rol clave en la implementación de una adecuada política fiscal para bajar la inflación. Todos estos avances, además, enterraron la idea que Boric podría ser un sucedáneo de regímenes de izquierda más dura como Nicaragua o Venezuela.