A 25 años de la masacre de Acteal, víctimas mantienen exigencia de informe de fondo de la CIDH: “Queremos justicia verdadera”

25 años de Acteal
25 años de Acteal

La sociedad civil Las Abejas se forma ordenadamente detrás de una redila. Sus integrantes cargan cruces de madera con los nombres de las 45 personas que fueron asesinadas por un grupo paramilitar en el poblado de Acteal, municipio de Chenalhó, el 22 de diciembre de 1997, hace exactamente 25 años. 

“Nuestra peregrinación es para revivir la vida de los 45 en nuestros corazones”, dijo un integrante de la mesa directiva de la organización tzotzil al micrófono desde la redila, antes de empezar la marcha de la tijera de Majomut hasta el Centro Ceremonial de Acteal. Allí, los asistentes visitaron a sus mártires y, “con las montañas sagradas como testigas”, celebraron el 30 aniversario del nacimiento de su organización y conmemoraron el 25 de la masacre. Rezaron, leyeron comunicados y, una vez más, pidieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que emita un informe de fondo para dar seguimiento al caso que presentaron hace 17 años. 

Justo debajo de los pies de los miembros de Las Abejas, de las personas solidarias y de los sacerdotes y monseñores que participaron en las conmemoraciones están sepultadas las 45 personas —nueve eran menores de edad y dos eran bebés— que el 22 de diciembre de 1997 fueron asesinadas en la capilla de la comunidad. En aquel momento estaban orando por la paz en la región, donde en los siete meses anteriores unas 6 mil personas habían sido desplazadas por la guerra de contrainsurgencia que la Sedena y grupos paramilitares libraron en contra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). 

La masacre de Las Abejas, organización que comparte las demandas zapatistas pero es contraria a la lucha armada, se dio a plena luz del día y duró siete horas. La mayoría de sus víctimas fueron asesinadas con armas blancas, a corta distancia y con ensañamiento. Los elementos de Seguridad Pública que se encontraban a dos kilómetros de distancia no llegaron, ni intervinieron los agentes estatales posicionados a menos de 400 metros de la capilla donde se dio la matanza. Además, una patrulla que pasó por la comunidad cuando la masacre ya había empezado regresó sin reportar incidentes.

Mujeres de Las Abejas de Acteal durante la peregrinación que se llevó a cabo en ocasión del aniversario de la masacre.

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Las instituciones creadas en las décadas pasadas para hacer luz sobre la masacre —la Fiscalía Especial para la Atención de los delitos cometidos en Chenalhó, la Unidad Especializada para la atención de delitos cometidos por probables grupos armados y la Fiscalía Especial para la Atención de los Delitos Cometidos en Acteal— no han entregado a los culpables a la justicia y siguen existiendo 29 órdenes de aprehensión sin ejecutar

Los tribunales mexicanos sí abrieron 11 causas penales donde 88 civiles, 14 funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública estatal y el expresidente municipal de Chenalhó fueron procesados y condenados a penas de entre 25 y 40 años; sin embargo, todos fueron poco a poco liberados y regresaron a sus comunidades, donde conviven con los sobrevivientes y familiares de las víctimas. 

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La excarcelación de los sentenciados se concedió por fallas al debido proceso, es decir, no se probó su inocencia sino el hecho de que las investigaciones no se hicieron de forma rigurosa. De hecho, el día de la masacre, las autoridades entraron a Acteal cuando la matanza ya se había acabado, no protegieron la escena del crimen, no recogieron pruebas ni hicieron un examen fotográfico de los cuerpos en el lugar del deceso. Además, movieron los cadáveres antes de que llegaran los periodistas, amontonándolos para que los forenses no pudieran recoger las evidencias.

A causa de la impunidad que tuvieron que enfrentar en los tribunales mexicanos, en 2005 Las Abejas presentaron una petición a la CIDH, que fue admitida cinco años después. En ella se afirma que el Estado es responsable por acción y por omisión: “Por acción, porque alegan que la masacre se habría consumado en el contexto de una política de Estado encaminada a cometer ataques generalizados y sistemáticos contra la población civil. Por omisión, por la presunta deliberada falta de intervención de la policía de Seguridad Pública durante la consumación de los hechos denunciados”. 

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Desde 2010, el caso de Acteal no avanza en la CIDH, que todavía no ha emitido un informe de fondo. “Una justicia tardía puede ya no ser justicia y la dilación procesal en el marco internacional es una violación a los derechos humanos”, afirma Mario Alberto Ortega Gutiérrez, del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), representante legal de Las Abejas. 

“Las recomendaciones del informe de fondo solicitan al Estado una serie de medidas amplias, por ejemplo, reabrir carpetas de investigación y establecer medidas de reparación integral para víctimas y sobrevivientes. Es una herramienta que te permite tener una gran fortaleza política para reabrir el proceso a nivel local, pues detrás tienes a la CIDH que está supervisando su cumplimiento. Y en caso de que no se haga, el Estado tiene que presentarse frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), cuya sentencia es vinculante”.

“A nombre del Estado mexicano asumimos la responsabilidad de los lamentables hechos contra la comunidad de Acteal. Estamos en este acto para ofrecer una disculpa pública a las víctimas, a familiares, a la comunidad de Acteal y al pueblo tzotzil por este profundo agravio”, declaró Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, durante un evento que se celebró el 3 de septiembre de 2020 en la sede de la Secretaría de Gobernación (Segob).

Integrantes de la mesa directiva de Las Abejas de Acteal durante la peregrinación.

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Frente a Encinas se encontraba un grupo de víctimas de la masacre de Acteal, ninguna de ellas pertenecientes a Las Abejas, que firmaron un acuerdo de solución amistosa con el Estado mexicano. En total, son 43 las personas que suscribieron el documento, del que se obtuvo una copia a través de una solicitud de información, donde se establecen medidas de reparación simbólicas —como las disculpas públicas por parte del Estado y la instalación de una placa de metal en San Cristóbal de Las Casas— y económicas: se promete la entrega de 20 mil dólares para cada víctima sobreviviente y de 35 mil dólares para la familia de cada víctima fallecida, además de una vivienda para cada una de ellas. 

El acuerdo de solución amistosa ofrece también becas educativas, atención médica y psicológica y obras: electrificación de comunidades, ampliación de su red hidráulica, rehabilitación de planteles educativos, pavimentación de caminos y el mantenimiento del Centro de Salud de Chenalhó.

El día de la firma del convenio, los integrantes de Las Abejas se reunieron en su sede para ver el evento a través de una pantalla. Su decisión fue de no firmar, pero entienden a quienes lo hicieron. “En un principio sentimos como si los demás sobrevivientes estuvieran pactando con el mismo asesino y nos afectó emocionalmente. Luego hemos entendido que su decisión se debe al cansancio que implica esta lucha, la exigencia de una justicia que no llega”, dice Guadalupe Vázquez Luna, sobreviviente de la masacre. 

La militante de Las Abejas afirma que su determinación de no adherirse al convenio se debe a que ven las disculpas públicas como “palabras al aire”, que no señalan responsabilidades claras y no traen verdad ni justicia. 

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“Pedimos castigo para el expresidente Zedillo, los demás autores intelectuales y los responsables materiales. Si no hay castigo, los crímenes se pueden repetir, los paramilitares viven en nuestras comunidades y presumen que el gobierno los protege”, dice Vázquez Luna. “Hay mucha inseguridad aquí en Chenalhó y pensamos que en parte sea a causa de toda esta impunidad. Lo que exigimos sobre todo son garantías de no repetición: que haya seguridad, que vivamos tranquilos en nuestro territorio”.

De acuerdo con Ortega Gutiérrez, del Frayba, en muchos casos con las soluciones amistosas el Estado pone el enfoque en las reparaciones económicas, metiendo a un lado las exigencias de verdad y justicia de las víctimas. Según el abogado, este tipo de convenio no “fija la verdad”, ni marca una postura clara por parte del Estado. 

“Por ejemplo, Encinas pidió disculpas públicas por el caso Antonio González Méndez (un zapatista desaparecido por los paramilitares de Desarrollo, Paz y Justicia en 1999), que en enero de 2022 la CIDH presentó ante la Corte IDH. Una vez que el caso llegó a la Corte, la Secretaría de Relaciones Exteriores negó que Antonio había sido desaparecido por este grupo paramilitar y la relación que este tenía con el Estado. A casi tres décadas del comienzo de la guerra de contrainsurgencia, como sociedad necesitamos saber la verdad”, afirma Ortega Gutiérrez.

En numerosas intervenciones que se dieron durante la conmemoración del 25 aniversario de la masacre —que se desarrolló alrededor de un altar maya rodeado por las fotos de monseñor Romero, Samuel Ruiz y Simón Pedro Pérez, expresidente de Las Abejas asesinado en julio de 2021—, se habló del lekil chapanel. En tzotzil significa “justicia verdadera”: una justicia capaz de construir memoria del pasado y una vida en paz para el presente, y que dignifique a las víctimas de Acteal.

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