África, epicentro de los conflictos entre potencias
Inder Bugarin, corresponsal
BRUSELAS, Bélgica, septiembre 1(EL UNIVERSAL).- África es un continente que arrastra múltiples problemas y desafíos, pero al mismo tiempo transita por grandes cambios y por un contexto que ofrece múltiples oportunidades al haberse convertido en un nuevo escenario de competencia entre grandes potencias.
La aparición de múltiples actores internacionales ha diversificado el abanico de socios entre los que pueden elegir los países africanos. Reino Unido y la Unión Europea (UE) siguen siendo socios importantes, pero no necesariamente los únicos ni los preferidos.
En las dos últimas décadas, China se ha convertido en un actor económico importante en África, mientras que Rusia tiene una presencia cada vez mayor en ámbitos militares y de seguridad, ha suscrito 36 acuerdos de cooperación bélica en la región. También ha crecido la influencia económica y política de los Estados del Golfo, Turquía, India y Japón, estos dos últimos, junto con China, son los destinos asiáticos con mayor número de representaciones extranjeras africanas.
África es aproximadamente tres veces el tamaño del continente europeo, los desiertos y las tierras áridas cubren casi dos tercios de su superficie y es hogar de alrededor de mil 400 millones de personas, es decir, 17% de la población mundial. Comúnmente se le conoce como el continente olvidado, se dice que fue abandonado a su suerte frente a los múltiples desafíos endémicos que arrastra, aunque en el fondo, la corrupción, el mal gobierno, la fragmentación política, la manipulación electoral, los conflictos armados y las divisiones étnicas han sido los mayores obstáculos para el crecimiento, el desarrollo y la estabilidad.
De acuerdo con el "Atlas sobre África" elaborado por Giovanni Faleg, Marleen de Haan y Christian Dietrich, expertos del Institute for Security Studies de la Unión Europea (EUISS, por sus siglas en inglés), la democracia ha retrocedido desde 2019 como consecuencia de una serie de golpes de Estado, como es el caso de Malí, Burkina Faso, Niger, Gabón y Guinea; la fallida transición en Sudán y la perpetuidad de líderes totalitarios.
Por ejemplo, Guinea Ecuatorial está en manos de Teodoro Obiang desde 1982 y Eritrea sólo ha conocido un presidente desde su independencia en 1993, Isaías Afewerki.
De manera paralela, los conflictos armados internos continúan deteriorándose y las tendencias dificultan las perspectivas de estabilidad y crecimiento.
"En la última década, los conflictos estatales y no estatales, las guerras civiles, el extremismo violento y, por último, los golpes militares han aumentado en comparación con otros continentes".
Los acontecimientos violentos perpetrados por milicias se triplicaron de 2012 a 2022, mientras que el número de víctimas mortales creció de 8 mil 918 a 21 mil 419.
La criminalidad en África ha crecido sin freno desde 2019, aprovechando los desafíos geopolíticos, económicos y sociales, sostiene el último informe en la materia elaborado por Interpol y el Institute for Security Studies (ISS), con sede en Pretoria, Sudáfrica. El mercado delictivo más extendido en África es la trata de seres humanos, seguido por los delitos financieros, el contrabando de armas, los crímenes relacionados con la biodiversidad y el cannabis.
Aunque en comparación con otros mercados de la droga, la cocaína es el de mayor crecimiento desde hace cinco años. Guinea-Bisáu desempeña un papel prominente en el tráfico de cocaína, aunque los puertos de África oriental y meridional son cada vez más populares, concretamente Sudáfrica, Mozambique, Tanzania y Kenia. "La intensidad del extremismo violento ha aumentado en la última década. Los grupos extremistas, que en un principio se localizaban principalmente en el Sahel y el Cuerno de África, han ampliado su radio de acción a la costa de África occidental y al África meridional. Esto plantea amenazas existenciales a las estructuras políticas y la seguridad de los ciudadanos", alerta el EUISS.
A estas dinámicas se añaden fenómenos meteorológicos extremos que provocan escasez de alimentos y agua, así como los retos asociados a la educación, la salud, la expansión descontrolada de la mancha urbana y el endeudamiento del Estado. La deuda pública de África se duplicó entre 2010 y 2022 de 32.7% a 65%.
En el rubro sanitario, si bien lograron superar las pandemias de ébola y el Covid-19, los países africanos continúan batallando a distintos niveles. Cada año, cientos de miles de personas mueren de enfermedades curables y prevenibles como la malaria, causante de 594 mil muertes en 2021. Pero el rompecabezas africano no sólo está compuesto por desafíos, también por oportunidades. Está experimentando una profunda transformación social, económica y demográfica, al tiempo que adquiere un protagonismo cada vez mayor en la geopolítica mundial. Si bien su participación en la economía global es de sólo 3%, hospeda algunas de las economías de más rápido crecimiento a escala planetaria; 12 de las 20 economías que más crecerán este año, según el Fondo Monetario Internacional, son africanas, entre ellas, Níger, que proyecta una expansión de 11.1%, y Senegal, con 8.8%.
Además, es el continente más joven, según algunas proyecciones, uno de cada cuatro habitantes en el mundo será africano en 2050; y dispone de enormes recursos naturales y minerales. El FMI calcula que África subsahariana alberga cerca de 30% de las reservas minerales críticas probadas. La forma cómo los africanos se ven en el contexto internacional también ha ido evolucionando, ya no depositan sus esperanzas en el asistencialismo, ni culpan de todos los males a las antiguas naciones colonizadoras. "Los datos del Afrobarómetro muestran que quieren satisfacer sus necesidades físicas y económicas básicas, pero sus aspiraciones van mucho más allá. La autosuficiencia y la autonomía, así como una gobernanza democrática, responsable y receptiva, forman parte de la agenda popular", indica un reporte del EUISS sobre el futuro que los africanos.
"Los africanos no buscan limosnas; quieren alcanzar el desarrollo económico y político con sus propios recursos y en sus propios términos. Esto no significa que los africanos rechacen la ayuda internacional, sino que prefieren mantener el control", señala el documento en el que participa Gyimah Boadi, presidente del Consejo del Afrobarómetro.
El tercer continente más extenso también ha sabido posicionarse en el reajuste del orden internacional en curso. "África se ha reposicionado en este cambiante contexto mundial. Este reposicionamiento es positivo para África porque el continente ha sido capaz de diversificar sus socios y labrarse un nuevo papel en este mundo multipolar teniendo mayor representación", sostienen Lidet Tadesse Shiferaw y Mariella Di Ciommo, en un reporte publicado el año pasado por el European Centre for Development Policy Management (ECDPM), con sede en Maastricht, Holanda.
Entre los actores externos que se disputan la plaza está China, que se ha convertido en los últimos años en el mayor socio comercial, así como en el principal acreedor. La base de datos de la Universidad de Boston calcula que los prestamistas chinos proporcionaron 170 mil millones de dólares entre 2000 y 2022. Las ambiciones globales de Rusia tras la anexión unilateral de la península ucraniana de Crimea en 2014 renovaron el interés de Moscú por el continente, indican documentos del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo. Más allá del suministro de armas, Rusia está implicada militarmente a través de instructores, firmas bélicas como el grupo Wagner, y operaciones navales y aéreas.
La principal motivación de Turquía, como potencia media emergente, para estrechar sus relaciones con los países africanos es económica. África posee recursos naturales que Turquía necesita para la industria y el sector manufacturero.
De acuerdo con el EUISS, "dada la creciente multipolaridad del mundo y ante la proliferación de amenazas, África se verá en el epicentro de las guerras de poder entre diferentes jugadores que buscan expandir su presencia en el continente o intentar debilitar a sus adversarios".
La Unión Europea, como actor que exige respeto al Estado de derecho y las garantías individuales, "debería contribuir a reforzar la responsabilidad, el liderazgo y los procesos democráticos. Más allá del valor normativo de este enfoque, resulta estratégicamente importante, puesto que las elecciones y los procesos de transición son primordiales para que la región avance y mitigue la injerencia".