Las preguntas sin respuesta de Ferguson

El 9 de agosto un policía blanco mata a un joven afroamericano en una calle secundaria de Ferguson, Misuri. "Un policía blanco mata a un joven negro" no es una noticia rara en Estados Unidos. Pero en Ferguson dos tercios de los ciudadanos son negros y el nivel de pobreza es del 22 por ciento. La sensibilidad es distinta.

Ferguson empezó a protestar. Los ánimos se calmaron al cabo de unas semanas, a la espera de justicia. El fiscal general del distrito de St. Louis, que incluye Ferguson, anunció la noche del 24 de noviembre el veredicto. Los doce miembros del jurado optaron por no presentar cargos -y por tanto evitar el juicio- para el agente Darren Wilson, autor de los disparos que acabaron con la vida de Michael Brown.

Estas son las preguntas que siguen sin respuesta después de estas semanas.

1. Qué pasó en realidad aquel mediodía de agosto. Los hechos ahora se basan en el relato de Wilson y la autopsia de Brown. El fiscal del distrito, Robert McCulloch, menospreció la memoria de otros testigos. Tiene algo de razón: la memoria de los testigos es una parte poco fiable en un juicio. Pero a falta de Brown, la versión contraria a la memoria de Wilson era la de Dorian Johnson, que iba con Brown por la calle aquel día.

Así ocurrieron, según parece, los hechos. Wilson iba solo en su patrulla y vio a dos jóvenes andar por el centro de una calle. Mientras los miraba, habían impedido la circulación normal de dos autos: "Lo siguiente que vi fue el tamaño de los individuos", dice Wilson, "porque o el primero era muy pequeño o el segundo era muy grande".

Lesley McSpadden, madre del joven negro Michael Brown, se cubre el rostro este 24 de noviembre de 2014, luego de que un gran jurado concluyera que no hay pruebas suficientes para imputar a Darren Wilson, el policía blanco que mató al joven este agosto en Ferguson (EE.UU.), y seguirá libre y sin cargos. EFE
Lesley McSpadden, madre del joven negro Michael Brown, se cubre el rostro este 24 de noviembre de 2014, luego de que un gran jurado concluyera que no hay pruebas suficientes para imputar a Darren Wilson, el policía blanco que mató al joven este agosto en Ferguson (EE.UU.), y seguirá libre y sin cargos. EFE

Antes de acercarse, Wilson vio otro detalle al que dio importancia:

Brown llevaba unos calcetines amarillo brillante con un estampado en forma de hojas de marihuana. Eran de esos calcetines altos que llegan a la mitad de la espinilla.

Wilson se acercó a decirles desde la ventanilla que fueran por la acera. Brown respondió: "Ya casi hemos llegado a nuestro destino". Wilson respondió: "¿Y qué tiene de malo la acera?" Aquí empezó, según Wilson, el lío: "A la mierda con lo que me digas" ("Fuck what you have to say", para ser exactos), le respondió Brown.

El policía se fijó entonces en Brown y vio que llevaba cigarrillos en la mano derecha. Hacía unos minutos por la radio habían denunciado un robo en un estanco cercano. Wilson pidió ayuda por radio, movió el auto marcha atrás y lo colocó de modo que les impidiera el paso.

Aquí empiezan los hechos que es probable que nunca se aclaren. Wilson llamó a Brown, fue a abrir la puerta, pero Brown se la cerró en las narices y le dijo: "¿Qué c#$% vas a hacer?” Por la ventana empezó la trifulca. Brown le dio, según Wilson, dos puñetazos. Esta es la herida principal de Wilson a las horas del suceso:

Fotografía de Darren Wilson mientras era examinado por un médico tras el trágico hecho. (AP Photo/St. Louis County Prosecuting Attorney's Office) 
Fotografía de Darren Wilson mientras era examinado por un médico tras el trágico hecho. (AP Photo/St. Louis County Prosecuting Attorney's Office)

Un miembro del jurado preguntó a Wilson con qué mano le había pegado Brown. Con la derecha, dijo. Después dijo que se había cambiado los cigarrillos de mano. Tenía por tanto hasta aquí una mano ocupada. Entonces se los pasó a Johnson.

En su declaración, Wilson dijo aquí una de las frases más citadas:

En ese momento traté de cogerle su brazo derecho y usar mi mano izquierda para tener algún tipo de control y no sentirme atrapado en el auto. Cuando le agarré, el único modo de describir cómo me sentí es como si un niño de 5 años se resistiera contra Hulk Hogan [un luchador famoso].

Brown pesaba 130 kilos y medía 1,98 metros. Wilson pesaba 95 kilos y medía 1,95 metros. Según el amigo de Brown, Dorian Johnson, Wilson estaba fornido -lo suficiente al menos como para no sentirse como un niño de 5 años- y fue el que empezó a agredir. En estas viñetas del Washington Post se ven las escenas.

Wilson tenía entonces cuatro opciones para alejar a Brown: porra, gas pimienta, porra eléctrica o pistola. No llevaba porra. El gas pimienta le hubiera afectado a él también porque llevaba lentillas. No tenía a mano la porra eléctrica -al parecer, por estar sentado. Solo lo quedaba la pistola.

"Eres demasiado ma$%& para dispararme", habría dicho Brown según la versión del policía. Tras un forcejeo con Brown, dice que pretendía quitársela -Wilson incluso dice que visualizó cómo le disparaba-, el agente logró disparar dos veces a través de la puerta e hirió al joven en la mano. Entre los dos tiros, Wilson hace otra de sus descripciones raras:

Entonces me miró con una de las caras de agresividad más intensas posibles. El único modo que tengo de describirlo es que era como un demonio, así de enfadado parecía.

Tras el segundo disparo, el joven empezó a correr. Wilson lo persiguió. A partir de aquí, el policía podía disparar solo en dos circunstancias: una, para proteger su vida o la de un inocente o, dos, para prevenir la huida de un presunto delincuente sospechoso. Wilson, según dice en su declaración, temía por su vida o la de otros agentes y, sobre todo, ya sabía que Brown era el sospechoso del robo con intimidación. Debía detenerle y dejarle escapar no era una opción.

La pistola que el policía Darren Wilson usó durante el altercado con el afroamericano de 18 años Michael Brown. EFE
La pistola que el policía Darren Wilson usó durante el altercado con el afroamericano de 18 años Michael Brown. EFE

Tras una carrera de algo más de cien metros, Brown paró. Wilson también paró. Le pidió que se tirara al suelo. Brown en cambio empezó a andar hacia el policía, luego a correr, puño derecho en alto y mano izquierda bajo la camiseta. Wilson disparó una y otra vez.

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Cinco de esas balas alcanzaron a Brown; una, la definitiva, en plena cabeza. Aquí llega la tercera descripción extraña de la batalla entre Wilson y Brown:

En ese momento parecía que emergía más poderoso de los disparos, como si le enfureciera que yo le estuviera disparando. Y su cara miraba a través de mí, como si yo ni siquiera estuviera allí, ni hubiera nada en su camino. Cuando llegó a unos 3 metros de mí, miré abajo, recuerdo mirar a mi mirilla y disparar, todo lo que veía era su cabeza y eso es a lo que disparé.

Dos manifestantes se toman fotos frente a un comercio incendiado en St. Louis, Missouri. (AP Foto/St. Louis Post-Dispatch, Robert Cohen)
Dos manifestantes se toman fotos frente a un comercio incendiado en St. Louis, Missouri. (AP Foto/St. Louis Post-Dispatch, Robert Cohen)

Johnson y otros testigos dicen que la amenaza de Brown ni fue así, que solo se giró con las manos en alto. De ahí el lema de Ferguson: "Manos arriba, no disparen".

Es probable sin embargo que nunca se sepa qué ocurrió. El problema para la policía de Ferguson y otros estados es que la comunidad negra ya no confía en nada. Los motivos están en las otras preguntas sin respuesta.

2. ¿Hizo trampa el jurado? El fiscal del distrito de St. Louis, Robert McCulloch, era el encargado de reunir la evidencia, decidir -si la había- una causa probable de algún delito en la muerte de Michael Brown y llevarlo a juicio. En su lugar optó por algo perfectamente legal: ofrecer toda la evidencia y hacer que un jurado decidiera si había motivos para la acusación.

Pero ahí está la trampa. Los fiscales ofrecen a los jurados las pruebas que prevén que sean causa probable de delito. No todo. En 2010, los fiscales federales presentaron 162.000 casos a jurados. Los jurados declinaron presentar cargos -lo que ha ocurrido en Ferguson- en solo 11. Si un fiscal quiere llevar a alguien a juicio, el jurado es un instrumento manejable. 

La trampa de McCulloch es evidente. En lugar de decidir él solo que no había caso, ha dejado que fuera un jurado de 12 personas en las que 9 deben estar de acuerdo en que hay causa probable de algún crimen. El jurado estaba formado por 9 blancos y 3 negros, pero su identidad es secreta.

Un ex fiscal federal, Alex Little, describe así lo que hizo McCulloch:

Cuando un fiscal de distrito, dice que “presentaremos la evidencia y dejaremos que el jurado decida”, es una bobada. Si toma ese camino, ya ha decidido abdicar su rol en el proceso como defensor de la justicia. En ese momento, ya no es un fiscal que guía al jurado y -más importante- ningún funcionario estatal actúa en nombre de la víctima, Michael Brown.

3. Por qué los policías se salvan más. Por si la trampa legal fuera poco, es el mejor momento de la historia reciente en Estados Unidos para que un policía mate a un civil. En 2013 hubo más homicidios justificables de delincuentes que en ningún año desde 1994.

Los jurados tienden a confiar en la versión de la policía por tres posibles motivos: uno, la policía es más fiable. Dos, los fiscales confían en la policía para su trabajo cotidiano y presentan casos más ligeros en contra de agentes. Tres, los fiscales solo presentan casos a los jurados que saben que van a conseguir los cargos; en casos más notorios quizá lo hacen solo para responder a la opinión pública y con pruebas menos concluyentes. Sea como sea, ahora es más fácil ser policía ante un posible juicio.

4. ¿Servirá para algo? El caso Michael Brown dará para, quizá, más protestas. Puede dejar una novedad: la obligación para los policías de llevar cámaras, en lo que se conoce ya como ley Michael Brown.

Los departamentos de policía estaban armados cada vez más como un ejército. Sirven incluso mejor para conquistar ciudades que para servir a los miembros de la comunidad. El gobierno quería revisar estas compras de material militar. Parece que la iniciativa se diluye.

Pero el eterno tema que seguirá ahí es la discriminación racial en Estados Unidos. De poco ha servido un presidente negro que diga que la ley es la ley, que las quejas de la comunidad negra son razonables y que la calma debe imperar. Esta era la imagen en la televisión mientras Obama pedía tranquilidad.

El problema de Michael Brown para muchos americanos es que venía de robar, que quizá había tomado marihuana. Eso le hace una víctima más razonable, más normal. ¿Es por ser negro? Así acaba el periodista Touré un artículo sobre Brown:

Pero no importa si Brown era un ángel. Era joven y humano y crecía y cometía errores. Está bien. La pregunta de verdad no es: ¿era Brown un buen chico? La pregunta de verdad es: ¿cómo se supone que debe tratar la policía a los ciudadanos?

La respuesta no puede depender del color de la piel. Por eso protestan. Historia original: Yahoo España