Ferguson: la tragedia que no cesa

Ferguson: la tragedia que no cesa

Los nombres de Michael Brown y Ferguson, Missouri, son referencias a un drama que ha sacudido a la sociedad de Estados Unidos y cuestionado severamente muchos aspectos de su sistema de justicia y seguridad pública y, también, la vigencia de derechos civiles e igualdad racial. Un drama que no cesa.

El adolescente Michael Brown, de 18 años, murió en Ferguson a causa de los disparos de arma de fuego que recibió del agente de policía Darren Wilson, de 28. Es un hecho por todos aceptado que Wilson mató a Brown, que iba desarmado, y que lo hizo de modo consciente.

El debate, y el tema sobre lo que el Gran Jurado del caso deliberó, es si Wilson cometió un acto de brutalidad policiaca o si actúo de modo legítimo al percibir, en su calidad de agente del orden público, que Brown representaba una amenaza mortal para él o para otras personas en el momento y lugar en el que acontecieron los hechos, el pasado 9 de agosto. Es decir, si lo asesinó o si como policía hizo un uso justificado de fuerza letal. Un Gran Jurado decidió el 24 de noviembre que no había encontrado causa probable para enjuiciarlo por lo primero, y de eso modo en la práctica lo exoneró legalmente al decidir no presentarle cargos, al menos en el fuero estatal. Queda aún por determinar si Wilson será sujeto a un proceso en el ámbito federal.

Pero hay otras controversias y problemáticas paralelas, otras cuestiones punzantes en la palestra en el caso de Brown y Ferguson que se refuerzan e interfieren una a la otra.

PREJUICIO RACIAL Y PERCEPCIÓN TORCIDA

La más importante de todas las consideraciones es el asunto de la percepción y la actitud del personal de las fuerzas de seguridad, sobre todo de las policías, sobre los jóvenes afroamericanos. Ha habido un amplio clamor social en el sentido de que existe un prejuicio mayúsculo que en ocasiones llega a situaciones fatales.

Esta noción señala que ciertos policías, sobre todo entre los anglos, tienden a considerar de antemano a los jóvenes afroamericanos como una amenaza patente, como un individuo que pretende agredir, vulnerar la ley o que incluso ya lo ha hecho, aunque no haya prueba de ello y aunque en muchas ocasiones no haya razón para suponerlo así. Una categorización a priori que los convierte de entrada en sospechosos, en amenazas, y en grado extremo en ‘culpables’ sin, siquiera, haber sido juzgados.

Esta situación sería una de las causas de que muchos oficiales de policía y otras agencias de seguridad tiendan a reaccionar de modo más duro, excesivamente violento, cuando sucede algún tipo de incidente con jóvenes afroamericanos, incluso cuando éstos se encuentran desarmados, como en el caso de Brown. Ese prejuicio les lleva a suponer que si se encuentran en una situación de tensión o confrontación con un joven afroamericano, éste es de entrada un individuo peligroso, incluso potencialmente letal, que debe ser neutralizado. Y, en contrapartida, algunos jóvenes afroamericanos, alienados por esa circunstancia tendrían, en consecuencia, reacciones contestatarias, agresivas, ante la autoridad que cerrarían y perpetuarían ese círculo vicioso.

Eso sucedió, en cierta medida, en el caso de Brown y Wilson. Los testimonios de testigos difundidos por los medios de comunicación y el relato que el fiscal del caso, Robert McCulloch, hizo al dar a conocer el fallo del Gran Jurado coinciden en que hubo un altercado físico entre el joven y el policía, forcejeos junto al auto patrulla de Wilson y disparos, aunque las versiones difieren en un amplio rango.

No está claro quién ni por qué comenzó el incidente, pero tras el supuesto forcejeo entre Brown y Wilson, en el que el policía habría sido golpeado o empujado por el joven y se llegó a mencionar una presunta pelea por controlar el arma de fuego de Wilson, el oficial hizo los primeros disparos contra Brown. Luego, Brown se habría alejado del oficial, no es claro a cuánta distancia, y en algún momento Wilson, aparentemente percibiendo que Brown era una amenaza para él, realizó nuevos disparos. Los dos últimos le causaron la muerte al joven afroamericano.

¿Había justificación para usar la fuerza letal contra Brown cuando el joven ya no estaba en la inmediata cercanía del policía y, según algunos testimonios, incluso llegó a levantar las manos? Wilson así lo habría supuesto, y el Gran Jurado consideró que no había motivo para concluir que él disparó con intención criminal (o no logró consenso pleno para dictaminar que sí la tuvo) y por ello decidió no fincarle cargos. Pero para muchos las acciones de Wilson se enmarcan en el contexto del prejuicio racial y sí constituyeron brutalidad policiaca. En contrapartida, testimonios de personas cercanas a Wilson difundidos por CNN lo pintaron como una persona que nunca fue proclive al prejuicio racista.

Lo cierto es que en los días inmediatamente posteriores a la muerte de Brown, en los medios de comunicación se relataron testimonios sobre cómo en la comunidad afroamericana padres advierten a sus hijos adolescentes de que cuando se encuentran ante policías y otras fuerzas del orden deben asumir una actitud sumisa, tragarse el orgullo, callar y tener las manos siempre a la vista. Todo porque el prejuicio existe y los agentes del orden actúan diferente según la raza de la persona que tienen enfrente.

La cruda verdad es que esa actitud de la autoridad existe y es potencialmente peligrosa para los jóvenes afroamericanos, y en cierta medida para los de otras minorías. Por años y años y en muchas partes del país los jóvenes afroamericanos han padecido ese prejuicio, y la muerte de Brown sería un golpe más que reafirma esa perturbadora circunstancia.

El fiscal Robert McCulloch al anunciar el fallo del Gran Jurado en el caso de Michael Brown. (AP)
El fiscal Robert McCulloch al anunciar el fallo del Gran Jurado en el caso de Michael Brown. (AP)

Así es inevitable que  el caso de Brown se enmarque en ese contexto y es por ello que el fallo del Gran Jurado, en el entendido de que fue basado en un examen amplio y cuidadoso de todas las evidencias y testimonios disponibles, no deja de ser percibido en la comunidad como una nueva y terrible afrenta en ese círculo vicioso de prejuicio y acoso por razones raciales, una forma aceptada de injusticia y, por consiguiente, una fuente de desconfianza hacia el sistema, de indignación social y, en ciertos casos, de disturbios y nueva violencia.

Esto no significa que no se hayan logrado progresos en las relaciones entre las razas en Estados Unidos. Como señaló el presidente Barack Obama sí ha existido un importante progreso, pero la situación en Ferguson también comprueba que mucho es lo que aún falta por corregir.

LA EVIDENCIA ANTE EL GRAN JURADO

Ante el torrente de versiones contradictorias, ¿qué fue lo que el Gran Jurado analizó para llegar a su fallo? El fiscal McCulloch indicó que presentó toda la evidencia disponible a los jurados y la hizo pública una vez dada a conocer la decisión de no presentar cargos a Wilson, como una manera de permitir que se entiendan las razones, al menos las de índole forense, de esa determinación.

Se trata de miles de páginas de documentos y otros materiales organizados en 24 volúmenes que, de acuerdo al periódico ‘The New York Times’ a la postre dieron cierto respaldo a la versión de Wilson de que disparó los tiros mortales contra Brown, que estaba desarmado, porque él avanzó amenazadoramente contra el policía. El jurado estuvo formado por 9 personas de raza blanca y 3 afroamericanos.

La pistola con la que Darren Wilson disparó y mató al joven Michael Brown en Ferguson. (AP)
La pistola con la que Darren Wilson disparó y mató al joven Michael Brown en Ferguson. (AP)

Algunos de los hallazgos que emergen de esos documentos señalan que Wilson testificó que nunca había usado su arma de cargo antes del incidente con Brown, y que consideraba que el área donde se registraron los hechos era “hostil”, con fuerte actividad criminal (lo que podría haber reforzado su sensación de estar bajo amenaza). Dijo también que su intención original era únicamente arrestar al joven, pero que temió que Brown podría haberlo matado a golpes (aunque solo le habría causado lesiones menores, según fotos de Wilson mostradas a los jurados).

El reporte indica que Wilson hizo en total 12 tiros, pues fueron recuperados 12 casquillos y el arma del policía, con capacidad para 13 balas, tenía una todavía en la recámara. Según reportó CNN, Wilson hizo dos disparos durante el forcejeo inicial, tres mientras perseguía al joven y el resto habrían sido disparados contra el joven cuando éste volteó hacia Wilson para, supuestamente, cargar contra él mientras metía sus manos entre sus ropas. Pero el ‘Times’ menciona que Wilson, después de los dos primeros tiros, hizo cinco disparos contra Brown cuando este detuvo su huida y volteó hacia él y otros cinco cuando el joven presuntamente cargó contra el oficial. Al menos eso es lo que se desprende del testimonio de Wilson.

En todo caso, como indica el mencionado periódico, expertos han indicado que aún es pronto para conocer el trasfondo completo de la decisión del Gran Jurado, pues para ello es necesario revisar las miles de páginas de testimonios y evidencias que fueron presentadas por la fiscalía. Eso llevará tiempo, aunando al hecho mismo de que revelar evidencia mostrada a un Gran Jurado es algo inusual.

En todos los testimonios hay, como sucedió desde los primeros momentos, versiones contradictorias e incluso testigos que dijeron primero una cosa y luego otra, y durante las sesiones miembros del Gran Jurado preguntaron a varios testigos el por qué de las diferencias de sus dichos, y si en algún momento sintieron presión para amoldarse a cierta versión o enfoque de las cosas, de acuerdo a ‘The New York Times’.

Un testimonio, por ejemplo, rechazó que Brown haya levantado las manos hacia el cielo –en un gesto que luego fue usado por activistas para protestar por la muerte del joven- pero también rechazó que Brown haya cargado o avanzado de modo amenazante contra Wilson. Por el contrario, cree que en ese momento crítico la conducta del joven era más bien de una persona herida y sí acepta que el joven hizo una señal con los brazos dando a entender que se rendía, aunque no en la manera que se hizo icónica con los brazos al aire en modo de protesta.

Otros testimonios, que no necesariamente coinciden con la versión de Wilson, abordan lo que algunos mencionaron desde el principio: que Brown no avanzó contra el oficial sino que el joven simplemente siguió un movimiento inercial, de caída, al estar herido y rindiéndose, y por ello se desplazó luego de que volteó en su intento de escapar para mirar hacia Wilson.

La camisa que Darren Wilson vestía el día que mató al joven Michael Brown. (Yahoo! News)
La camisa que Darren Wilson vestía el día que mató al joven Michael Brown. (Yahoo! News)

Además, los jurados vieron, relata el ‘Times’ unas 100 fotos de la autopsia de Brown. Una de ellas mostró una herida en la mano de Brown que presentaba restos de pólvora, lo que indica que el disparo habría sido hecho a entre 6 y 9 pulgadas de distancia. También mostraron imágenes que indican que Brown, tras alejarse de Wilson, habría avanzado de nuevo contra él, afirmación basada en marcas de sangre dejadas en el suelo. Fuentes forenses dijeron que, pese a haber recibido varios impactos de bala, Brown no habría estado del todo incapacitado antes de recibir los dos tiros últimos y letales.

Al final, al menos con la información disponible, si bien no podría concluirse que Brown fuese una amenaza indiscutible para Wilson, varios elementos forenses tendieron a dar credibilidad a la versión del policía. En todo caso, el jurado no pudo lograr unanimidad sobre si fincar cargos contra Wilson, y por ello la decisión fue no encausarlo penalmente. Pero mucho queda aún por conocer de los miles y miles de documentos sobre el caso que, disponibles para su consulta en internet, fueron revisados durante semanas por el Gran Jurado antes de tomar su decisión final.

AL PRINCIPIO, LAS MUCHAS VERSIONES DE LOS HECHOS

Pero en el inicio todo fue aún más confuso. Y todo se complicó en este caso por lo complicado que ha resultado esclarecer qué sucedió realmente ese 9 de agosto en Ferguson entre Brown y Wilson, sobre todo en los primeros días después del suceso. Hubo múltiples versiones y algunas se contradijeron entre ellas desde el principio. Fue muy difícil, y aún lo es hoy tras la revelación de la evidencia, identificar cuál tiene mayor validez o precisión. Y es posible que nunca llegue a conocerse a plenitud lo que allí  sucedió.

El propio fiscal McCulloch señaló que hay múltiples versiones contradictorias, testigos que en un momento dijeron una cosa y luego otra y, adicionalmente, una desconfianza en la opinión pública sobre quién realmente dice la verdad y quién no, sin que pueda saberse con claridad, al menos hasta el momento, cuáles de los testimonios y datos dados a conocer del 9 de agosto hasta hoy son plenamente veraces.

Darren Wilson, el policía que mató al joven afroamericano Michael Brown. (Reuters)
Darren Wilson, el policía que mató al joven afroamericano Michael Brown. (Reuters)

Pero, sea como sea, hay una crónica de ese fatal incidente y de las reacciones que, sobre él, se sucedieron en los primeros momentos que precedieron a la muerte de Brown. Muchas de esas acciones, omisiones y afirmaciones impactaron de modo severo el desarrollo del caso y de la actitud de la opinión pública y de la comunidad de Ferguson.

Como se comentó, lo primero es el relato del incidente y sobre qué fue lo que realmente Brown hizo en los primeros instantes antes de que Wilson abriera fuego. El propio Wilson, se ha conocido, declaró que Brown lo golpeó en la cara. Pero otras versiones surgieron en paralelo. Una, retomada hoy por el fiscal, dice que Brown habría robado en una tienda poco antes del incidente en que murió y que Wilson lo habría identificado en la calle, y comenzado de ese modo el altercado.

Otra, mencionada por autoridades de policía de San Luis, afirmó que Brown empujó a Wilson contra su auto patrulla y lo agredió, desatando el altercado. Además, está el testimonio de Dorian Johnson, un joven de 22 años que iba con Brown en el momento del fatal incidente. Él afirmó, según recogió en su momento el periódico ‘The Washington Post’, que Wilson fue quien provocó el asunto al exigirles salir del centro de la calle y al colocar su auto tan cerca de los dos jóvenes que, cuando el policía abrió la puerta de su auto ésta hizo contacto con el adolescente.

Entonces, según Johnson, Wilson tomó a Brown por la garganta y con su pistola le dio un tiro en el pecho y en el brazo. Herido, Brown habría tratado de huir y entonces, mientras se alejaba, el oficial le disparó nuevamente hasta que Brown levantó los brazos en alto. Wilson lo habría rematado entonces con dos disparos letales, uno de ellos en la cabeza.

Una versión, que avala la noción de que el policía disparó contra Brown al considerarlo amenazante, dice que el joven de repente avanzó nuevamente contra el policía y que por ello Wilson lo acribilló. Pero otras mencionan que los análisis forenses y la autopsia sugieran que los dos disparos finales, que mataron a Brown, impactaron al joven cuando su cuerpo se movía no hacia adelante –contra Wilson- sino hacia abajo, posiblemente mientras caía o se agachaba.

Otros testigos ofrecen crónicas algo distintas. CNN difundió el relato de Michael Brady, quien añade que el forcejeo entre Brown y Wilson fue mientras el oficial estaba aún dentro de su patrulla y que los disparos comenzaron solo hasta que Brown comenzó a correr para  huir del lugar. Brady afirmó que no recordaba haber escuchado disparos durante el momento en que el joven y el policía habrían estado forcejeando. Para sumar a la confusión versiones diversas llegaron a afirmar que Brown trató de quitarle el arma a Wilson dentro del auto patrulla y que, inclusive, el joven llegó por momentos a hacerse del arma, aunque Wilson lo empujó después logrando que el arma cayera al suelo.

Pero, sea como sea, todas estas historias se centran en un hecho fundamental: ¿actúo Wilson con brutalidad o en reacción a una amenaza real contra su vida o la de otros? El Gran Jurado no respondió a esas respuestas, pero su fallo implica que no encontró elementos para avalar lo primero y, por ello, libró a Wilson de ser imputado penalmente.

Indignación en Ferguson ante el fallo que libró de cargos al policía que mató al joven Michael Brown. (EFE)
Indignación en Ferguson ante el fallo que libró de cargos al policía que mató al joven Michael Brown. (EFE)

LA INDIGNACIÓN

La proliferación de versiones causó molestia entre la comunidad de Ferguson, que las percibieron como un intento de criminalizar a Brown, de en cierto modo hacerlo pasar como un delincuente que causó su propio final. También causaron molestia las afirmaciones sobre si Brown había consumido drogas el día del incidente.

Muchos vieron en la muerte del adolescente un caso más de brutalidad policiaca con connotaciones raciales en el que la víctima es un joven afroamericano. Ante ello, en la comunidad de Ferguson y en todo el país se alzaron voces clamando justicia y reclamando que Wilson fuera juzgado por la muerte de Brown.

Desde los primeros momentos tras la muerte se desataron protestas en Ferguson, algunas pacíficas y otras con excesos de parte de los manifestantes, como destrucción y saqueos. Pero lo que agravó la conmoción y fue blanco de fuertes críticas de la opinión pública fue la reacción policial de gran envergadura, incluso con policías equipados con material militar a bordo de carros blindados.

Para quienes criticaron que en Ferguson, donde según el Censo de 2010 el 67% de la población es afroamericana, no había ni siquiera un puñado de agentes afroamericanos en su departamento de policía, el despliegue cuasi militar en respuesta a las protestas y disturbios pareció no tanto la operación legítima de una fuerza del orden, sino la opresiva de un ejército de ocupación.

Que la gran mayoría de los funcionarios de gobierno y de la policía en Ferguson fueran de origen anglo, mientras la mayoría de los habitantes sea de origen afroamericano había sido ya causas de tensiones en el pasado, pero todo fue exacerbado al límite con la muerte de Brown y con la ruda reacción policial ante las protestas. Eso en cierto modo comprobó que la dislocación social en Ferguson tenía entre sus causas en la insensibilidad de las autoridades locales hacia sus propios gobernados.

Los enfrentamientos duraron varios días en Ferguson en los primeros momentos tras la muerte de Brown, y rebrotaron por momentos en los meses siguientes. En paralelo, manifestaciones pacíficas en esa población y en otras ciudades se registraron a todo lo ancho del país, con el motivo común de pedir justicia para Michael Brown y el final del prejuicio racial y la brutalidad policiaca contra las minorías.

Tras el fallo del Gran Jurado que ayer decidió no encausar penalmente al policía Wilson, los disturbios comenzaron de nuevo, con graves incendios, saqueos y disparos en Ferguson, y con una respuesta firme de las fuerzas del orden, aunque no comparable con la rudeza policial de agosto.

Los padres de Michael Brown pidieron a los manifestantes rechazar la violencia y mantener sus protestas de modo pacífico. El propio presidente Obama, en un mensaje emitido poco después de divulgado el fallo, llamó aceptar la determinación del sistema de justicia y a evitar mayores confrontaciones entre la policía y los descontentos. Pero lo de la noche del 24 al 25 de noviembre son solo de las primeras reacciones al fallo y aún es incierto el alcance que los disturbios podrán alcanzar.

Autos y negocios ardieron en Ferguson tras el fallo que exoneró al policía que mató al joven Brown. (AP)
Autos y negocios ardieron en Ferguson tras el fallo que exoneró al policía que mató al joven Brown. (AP)

UNA SOCIEDAD DIVIDIDA

Lo cierto es que la indignación es mucho más profunda y extendida que los destrozos provocados por algunos manifestantes violentos en la primera noche tras el fallo.

La decisión del Gran Jurado en el caso de Michael Brown, de acuerdo a la presentación del fiscal McCulloch, se habría tomado tras analizar extensivamente las pruebas disponibles y de acuerdo a los procedimientos legales aplicables. Pero para miles y miles de personas en el país, sobre todo entre las minorías, existe la percepción de que el fallo del Gran Jurado sería técnicamente legal pero no necesariamente justo, válido desde el punto de vista del procedimiento jurídico pero falto de legitimidad.

Para amplios segmentos de la sociedad no es sino una confirmación de que en Estados Unidos persiste la complacencia ante la brutalidad policiaca y el prejuicio racial que se ceban contra los afroamericanos y otras minorías, que propician que jóvenes de esos grupos sociales mueran a manos de agentes policías sin que ello signifique, al menos, un proceso legal. Porque fincarle cargos a Wilson no significaba en ningún caso declararlo culpable, sino solo determinar que sí había causa probable y dar paso a un juicio formal donde pudiera establecerse si el policía cometió un delito o actúo en el marco de su autoridad al matar a Brown.

Un paso que habría permitido un proceso penal formal y que, incluso, habría podido darse solo por cargos menores de homicidio involuntario y no de asesinato en primer grado. Por ello, muchos perciben que el fallo que descartó cualquier tipo de cargos no sólo le arrebató la justicia a Brown y a sus familiares (y por extensión a una comunidad afroamericana que se siente oprimida) sino que se les cerró la mera posibilidad de buscarla por los cauces institucionales.

Otros afirman que, pese a todo, el esquema y el fallo de un Gran Jurado, como sucedió en este caso, es justamente un pilar del sistema de justicia que permite que los tribunales actúen sólo cuando existe una causa probable para hacerlo y no solo por la instigación o la determinación, en ocasiones maliciosa o prejuiciada, de la autoridad. Es un factor necesario en el balance del sistema de justicia.

Pero, en todo caso, muchos critican que ese sistema no funcionó adecuadamente en el caso de Brown. Y no necesariamente por el esquema del Gran Jurado en sí sino por la forma en la que el fiscal McCulloch llevó el proceso: muchos criticaron que McCulloch actúo de modo sesgado, con un conflicto de interés por el hecho de que su propio padre, que también fue policía, murió en un tiroteo con un sospechoso afroamericano.

También se dijo que aunque presentó durante 70 horas la evidencia al Gran Jurado no proveyó de los lineamientos usuales sobre qué clase de determinación procedía llevar a cabo, y con ello habría contribuido a que el fallo culminara sin acusación alguna contra Wilson. Y aunque en su momento se pidió el retiro de McCulloch del caso por considerarlo demasiado cercano a los intereses de la policía, él se negó a hacerlo y, en la conferencia de prensa en donde dio a conocer el fallo del Gran Jurado, rechazó la noción de que la no imputación de Wilson implicara un caso de impunidad policiaca.

Manifestantes protestan frente a la Casa Blanca tras el fallo en el caso de Michael Brown. (AP)
Manifestantes protestan frente a la Casa Blanca tras el fallo en el caso de Michael Brown. (AP)

Cabe añadir que no se ha cerrado el caso por completo, pues el Departamento de Justicia puede aún decidir si presentarle a Wilson una acusación formal, si bien este no sería penal sino sobre el tema de violación de los derechos civiles de Brown. Wilson, por lo pronto, ha anunciado que no regresará a su empleo en la policía.

El fallo del Gran Jurado en el caso de Michael Brown evidenció, a juicio de numerosos analistas, que hay una ruptura en la sociedad y que, pese a cumplirse las formalidades legales, no habría en Ferguson aún un camino claro a la reconciliación y, sobre todo, a corregir los problemas estructurales y los prejuicios que la alimentan.

La determinación de no encausar a Wilson deja abierta una herida muy profunda, que aún supura y que aún no es claro cuándo cerrará. La noche del fallo y la mañana siguiente han sido de frustración y llamas en Ferguson. Más que la justicia que el Gran Jurado tenía como misión proveer lo que se percibe es tensión, malestar y desesperanza. Lo que se esparcen son las pérdidas y las cenizas de los saqueos y los incendios que una comunidad, en su desesperación, desató contra sí misma.